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El Rolex de oro




Vacaciones en tiempos de crisis, esta pegajosa realidad que, como un chicle en la suela del zapato, no acabamos de quitárnosla de encima. Los españolitos hemos salido esta Semana Santa a pesar de ella, y eso es mejor que quedarse en casa, porque dicen que así se reactiva el consumo necesario para arrancar el motor de la economía. Si en los paquetes incluimos algunos extras que no sean sólo hotel y paseos, puede que algunas monedas caigan en el pozo encantado de nuestros sector, con muchas bocas que alimentar, entre ellas las de este periódico.

Pero en realidad todos sabemos que nos estamos gastando un dinero que no tenemos. Bueno, que tenemos en precario, ya que si fuéramos más racionales lo deberíamos ahorrar para hacer frente a las numerosas deudas pendientes o al incierto futuro laboral que se nos viene encima. Pero paradójicamente ese comportamiento "derrochador" puede ser la clave para evitarnos sustos mayores en el futuro.

Este sistema necesita del consumo para mantenerse encendido. El problema es que, como no fían los bancos, al final acaban fiando involuntariamente los sacrificados particulares a base de comerse morosidad por un tubo en un círculo vicioso inagotable: no pago porque no me pagan, y no me pagan porque hay otro igual que yo en la cadena...
Con semejante panorama no es de extrañar que el buceo, un sector especializado dentro del volátil y caprichoso mercado del turismo y el ocio, tiemble cada vez que se acerca una pequeña nubecilla a la costa.

Una cosa que me asombra de algunos empresarios es que, si bien saben que sin riesgo no hay ganancia, parece que ante la crisis se quedan paralizados como ante un tiranosaurio, sin mover un músculo del cuerpo, como esperando que pase de largo sin fijarse en ellos.
Puede que tengan suerte y no los vea, pero me temo que este bicho malo ha venido para quedarse mucho tiempo entre nosotros. El Cambio Global también va a afectar a nuestro modelo económico, esto es algo generalmente asumido por muchos economistas, y más que a una crisis a lo que asistimos es al anuncio de un cambio de sistema.

Si esto es verdad, y todo parece apuntar a que lo es, ya podemos ir pensando en otra forma de plantear el negocio del buceo o nos veremos muy pronto en una situación de jubilación anticipada.

Para ello habrá que salirse de los esquemas tradicionales, de los presupuestos teóricos que nos han llevado precisamente a esta situación de bloqueo. Habrá que tener una forma de pensar rompedora y desviarnos por atajos y senderos hasta ahora inexplorados.
En cierta ocasión un monje budista y su discípulo se encontraban en Londres buscando cómo pasar los próximos días en una ciudad que se les mostraba desconocida y hostil. El discípulo contaba las pocas libras que tenían para sobrevivir cuando se pararon en un escaparate y vieron un Rolex de oro que llamó la atención de ambos. El maestro le preguntó: "¿Te gusta?". El discípulo no pudo contener una sonrisa barnizada por el brillo de sus ojos: "Es magnífico". El maestro sin inmutarse le dijo: "Gástatelo todo y cómpralo, así dejarás de preocuparte por nuestro dinero y podremos seguir avanzando".
A menudo nuestra preocupación por el dinero es precisamente lo que nos empobrece.


 
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