El dedo de Dios


Por una vez se han puesto de acuerdo los extremos del judaísmo y del Islamismo.
El rabino Ovadia Yosef, del movimiento israelí Shas, uno de los líderes espirituales más influyentes e importantes de Israel, señaló que: "El resultado del huracán Katrina es por el apoyo de Bush a la retirada de Gaza, y el fracaso de los residentes negros de Nuevo Orleans para estudiar el Torah". En otras arenas, al fantasmagórico Al Zarqawi le atribuyeron frases como: "La gran ira de Dios ha golpeado a los líderes opresores dejando miles de muertos y pérdidas económicas de miles de millones", y perlas como: "Felicitaciones a la nación islámica, a nuestro jeque Osama Abu Abdallah (Osama Bin Laden) y al jeque Ayman Zawahri (número dos de Al Qaeda), por la destrucción de América, cabeza de puente de los infieles". No ha trascendido a los medios pero estoy seguro que más de un activista medioambiental ha podido declarar: "la Madre Tierra se ha vengado de los EEUU por no firmar el Protocolo de Kioto".
Uno de los atributos de la personalidad satánica es que Lucifer mezcla verdades con mentiras para confundirnos. Desde un punto de vista espiritual, todo lo que sucede es voluntad de Dios. Esa es la verdad que encierran estas afirmaciones. El análisis político posterior que las diferencia es claramente la mentira que ha sido añadida para confundir a los más simples.
Dicen los sufíes que "Allah gobierna el mundo desde dentro del mundo, sin ni siquiera rozarlo". Un agnóstico podría explicar lo mismo con el lenguaje de la ciencia: "no existe la casualidad sino la causalidad". Por todo ello, dos huracanes tan desastrosos en menos de un mes azotando la costa de los EEUU no puede ser casual. Pero las preguntas claves son ¿esto es un castigo o un
advertencia? ¿una enfermedad o un síntoma? ¿y para quién?...
Vivimos unos años apocalípticos: macro atentados terroristas, tsunamis, terremotos, huracanes, guerras, hambrunas desastrosas, catástrofes ecológicas, sequías, inundaciones, plagas e incendios devastadores. ¿Podemos seguir pensando que todo esto es casual?, ¿podemos mirar hacia otro lado y seguir buceando como si esto no fuera con nosotros?. EEUU es el principal aliado de Israel. Sin su ayuda dudo mucho que hubiera podido seguir existiendo. El Islam es la segunda religión en EEUU y la que mayor crecimiento está experimentando, desplazando a la religión judía que ocupaba ese lugar tras las distintas ramas del cristianismo, y para colmo, en su mayor parte, los musulmanes norteamericanos son negros o chicanos. Katrina, además de cebarse en la población negra, más desfavorecida, ha causado una catástrofe ecológica de gran magnitud que será, sin duda, amplificada por el huracán Rita.
Por lo tanto, ni el rabino, ni el fantasma ni el eco-radical tendrían razón a la hora de analizar los motivos del dedo de Dios. En la mente de muchos estadounidenses estarán estos días la imágenes, aún frescas en la memoria, del la pelícla "The Day After Tomorrow" (El Día de Mañana, en la versión española). En ese escenario apocalíptico que comienza con terribles tornados, huracanes, el deshielo de la Antártida y grandes tsunamis, para acabar con una nueva era glaciar; la causa simple, sencilla y estúpida es el efecto invernadero. El efecto invernadero, según los guionistas, provoca un aporte anormal de agua dulce al océano, principalmente por el deshielo de los casquetes polares. Eso provoca un cambio en la salinidad del agua, y por tanto en las corrientes marinas. Un cambio lo suficientemente impactante como para acabar con el mundo que conocemos. La moraleja de la película es que al final los del norte dependerán de la hospitalidad de los del sur, y que si hubieran sido menos avariciosos hubieran podido conservar lo que tenían.
Independientemente de las licencias poéticas que se toman en la narrativa cinematográfica, a mi me parece más próximo a la realidad ese tipo de "análisis político" que el realizado por los energúmenos mencionados al comienzo de este artículo.
La avaricia es universal, no es patrimonio de un país, de una raza, de una civilización o de una clase social. La avaricia y sus secuelas usureras son el mecanismo que está desatando fuerzas que ni el más poderoso de los imperios podrían detener. Y ya lo advierte el refrán: "la avaricia rompe el saco". El saco hace tiempo que ha comenzado a romperse.

 

Javier Salaberria


 
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