¡Luz, oro y azul


 

Dejaste en nuestro mundo
Unos cuantos reflejos dorados,
Como un sol sobre ondulantes aguas,
La proyección quizás de tus cabellos
O el legado luminoso de tu nombre.

Por las corrientes difíciles de la existencia,
Profundidades dolidas de un océano perdido,
Dejaste mil brillantes soleados
Que perfumaron la bronceada arena,
Eco inapelable de la ley de tu alma,
Bendición de alegría para los cercanos.

Cambiaste tu montura por cabalgar haces luminosos
Aquellos que traspasan secretos turquesa,
Detenidos tiempos de lugares invisibles.

Sembraste el azul con semillas de oro,
Y esperabas ver crecer tus criaturas
Danzando libres entre corales
Bajo el reflejo atento de tus pupilas.

Preparabas ese día, esa fiesta, esa esperanza.
Lo harán, gozosos bajo la luz de tu estrella,
Al compás de un océano de luz evanescente,
Porque dejaste allí el rastro de tus ojos,
La sangre salada del mundo los guarda,
Y has llevado en este viaje sus latidos,
Y has llevado en este viaje los nuestros.

A Luz Murube
BUCEO XXI

 

Javier Salaberria


 
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