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  Marepolis bucea en los cenotes de Yucatán
 

Recientemente, los miembros del Centro de buceo Marepolis de Las Rozas (Madrid) han hecho un viajecito relámpago a Yucatán, México, Con intención de cargar pilas para la temporada. El plan era vaguear, bastante, con lo cual no fueron especialmente preparados para el buceo aunque, en el fondo, sabían que algo ocurriría. Y, en efecto, ocurrió. Gracias a su amigo Lorenzo Caballero que se marchó para allá hace unos meses y les empezó a hablar y hablar de los cenotes.

Podríamos decir que Lorenzo Caballero les cogió de la oreja y los tiró a un cenote. Pero nunca le estarán lo suficientemente agradecidos por que lo hiera.
En lo geológico, los cenotes son estructuras de transición Kárstica. El nombre cenote, viene del maya “ts`ono`t” que significa caverna con agua. Realmente son cuevas rellenas de aguas subterráneas, en las que las bóvedas se han derrumbado en mayor o menor grado. Siendo los cenotes a cielo abierto los más maduros y los completamente cerrados los más nuevos. Existe conexión entre unos y otros cenotes e incluso algunos de ellos se abren al mar. La península de Yucatán alberga 6.000 de estos maravillosos pozos de agua dulce, así que hay material suficiente para investigar una buena temporada.

El Tajma há
El primer salto del grupo a un cenote se dio en el cenote Tajma há (según rezaba en la entrada). La emoción a lo desconocido los embargaba, al igual que el respeto que una cueva despierta a cualquier buceador que sea prudente. Tras un obligado briefing de seguridad, serio pero ameno, entraron en la poza dulce. El primer shock lo produjo la densidad del agua y no notar ese sabor salado en las comisuras del regulador. La temperatura del agua era fresca pero no fría.
El segundo impacto fue decidir por dónde meterse al cenote. La poza de entrada era visible pero no había ninguna cueva a seguir, y al bajar solo encontraban roca y, de pronto, un pequeño camino. Siguieron a Lorenzo cuando, sin previo aviso, comenzaron las haloclinas.
“¿Qué pasa?” La sensación es que ha entrado agua en la máscara pero, no. La mezcla de agua de distinta densidad provoca un efecto óptico alucinante, psicodelia bajo el agua. Y de repente, los esperados contraluces y el mundo del color se abre ante los ojos del visitante. Verdes de distintas tonalidades, azules, grises, luz entrando en el agua y reflejándose en la blanca roca. Escamas de roca caliza y fragmentos porosos que hacen pensar en osamenta de antiguos seres vivientes. Si algo tuviese que destacarse de este cenote es la paleta de colores que se puede ver en él. Súbitamente, la selva vista desde abajo. Se nos olvida que estamos en el agua gracias a la claridad de esta. ¡Podemos ver los árboles con total nitidez!

Paraíso fotográfico
La intención, es guardar todo eso en la retina para que no acabe nunca. Por supuesto, viene a la cabeza que se trata de un paraíso fotográfico ya que no existen molestas partículas en suspensión. Ade,ás, el fotógrafo puede jugar con la luz caprichosa a su antojo.
Después de Tajma há vinieron otros cenotes, Dos Ojos y Chac Mool y esperamos que los del Centro de Buceo Marepolis visiten muchos más.
Agradeciendo al centro Bahía Divers que organizó la logística, les gustó tanto la experiencia que se han animado a organizará un viaje temático de cenotes para mediados de Noviembre. En breve encontrareis las condiciones publicadas su web: www.marepolis.es

 
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