Tras
los años y sin darme cuenta, había creado una afición,
una pasión, sin más límites que los auto-impuestos.
Una adicción creada en la escuela, en aquella casa, en los
museos, en los libros, en las charlas con el abuelo, en el canal
historia de la tele... Me han diagnosticado: sufro de arqueología,
de historia, de sed de conocimientos. No tiene cura, soy adicto,
pero, ¿como encamino mi pasión?
Estoy en un mar de dudas. Formación, formación, quiero
formación, investigar, conocer, aportar datos a la investigación,
ayudar a esclarecer el pasado, poder soñar con tesoros, recordar
de nuevo aquella sensación que casi me quitó la respiración
cuando junto a la chimenea, estalló aquel ruido metálico
que llenó toda la estancia, allí estaba yo con aquella
paleta en la mano, excavando, y casi por sorpresa apareció,
oxidado, casi roído por el paso del tiempo. Aquel caballo
de hojalata abrió la caja de Pandora...Y me detuve y PAREPIAC,
para, respira, piensa y actúa.
Formación,
formación, ¿soy un aficionado pasivo que asisto como
espectador a los avances de nuestra pasión?, ¿o quiero
estar al pie del cañón, ayudando, colaborando, apoyando?.
Formación, formación, pero ¿dónde? Varios
caminos discurren paralelos ignorándose a veces los unos
a los otros. El sendero oficial es el colegio, el instituto, la
universidad, formación general, la base de cualquier aficionado
o profesional. Porque la arqueología es vocacional, y todo
aquel que sea profesional sin ser aficionado erró el camino.
El arqueólogo es ante todo un entusiasta de su pasión.
El sendero de la cultura; conferencias, exposiciones, cursos de
verano, tertulias, asociaciones, son foros de formación del
aficionado a la arqueología, foros donde se exponen ideas
y se amplían conocimientos. El sendero de la formación
privada, sendero no reglado, lo constituyen todos aquellos cursos
que afrontan la arqueología desde un punto de vista práctico,
menos académico que el sendero oficial: campos de trabajo,
cursos monográficos impartidos por diferentes instituciones
como Arquesub, etc. Todos los senderos llevan a Roma, y en este
caso todos nos llevan a conocer nuestra afición para poder
disfrutarla en toda su extensión.
La vida discurre en un momento histórico, encuadrado por
un espacio físico y un marco temporal, estas dos son las
coordenadas con las que un arqueólogo aficionado, y por lo
tanto historiador, tiene que encauzar sus progresos y afición.
La historia de la humanidad es una sucesión de acontecimientos
que han dejado una huella en el medio, siendo estos protagonizados
por un pueblo que tenia una cultura propia que se desarrolló
en un espacio físico y una cronología determinadas.
Al
igual que en el buceo tenemos profundidad y tiempo, en historia
tenemos espacio y tiempo. Así vemos como los íberos,
los romanos, el imperio español, o la Alemania nazi, tuvieron
su época y su espacio.
Formación y compromiso, claves
Para el arqueólogo aficionado es fundamental una formación
de base histórica que le permita navegar a lo largo de ella
encuadrando las diferentes culturas en su espacio y tiempo, como
si lleváramos un GPS. Esto hará posible una visión
general de la historia y la arqueología que nos llevará
a entenderla, y después a elegir una necesaria especialización
en algún campo de nuestro especial interés, del mismo
modo que un médico se especializa en traumatología,
cardiología etc. De esta manera no bailarán en nuestra
mente los aztecas con los egipcios, ni los neardenthales con los
dinosaurios, ni Carlomagno con Aníbal. Conoceremos las etapas
de la historia y así sabremos situarlas en las coordenadas
espacio / tiempo; un conocimiento de lo general a lo concreto.
Una
vez reconocidos los síntomas de la arqueologitis,
y emprendido una formación para el conocimiento de nuestra
afición, se nos plantea cómo desarrollarla. Para ello
podemos asistir a las asociaciones locales de defensa del patrimonio,
casas de cultura, museos, etc. Varias líneas se abren para
el desarrolló de nuestra afición. Una línea
didáctica; enseñando arqueología, creando vocaciones.
Una línea divulgativa; colaborando con revistas locales,
conferencias, tertulias etc., para dar a conocer nuestra historia
y conservarla. Otra línea de defensa del patrimonio; colaborando
con las asociaciones locales, denunciando los abusos que se cometen
contra el mismo etc. También hay una línea investigadora;
la que más formación previa requiere ya que, por ejemplo,
descubrir un pecio, si no es por un hallazgo casual, necesita un
trabajo de investigación en los diferentes archivos que puede
llevar años, además de su posterior búsqueda
y localización. Otra línea que surge para comprometernos
con nuestra afición es la de apoyo, la que todo aquel aficionado
presta sin darse cuenta al sintonizar los documentales sobre historia,
comprar sus revistas, visitar sus museos o asistir a las conferencias.
Afición, formación y compromiso, son las tres claves
del arqueólogo aficionado. La afición es una toma
de conciencia de una pasión que, por fin, aflora. La formación
es un largo camino de conocimiento de nuestra pasión. El
compromiso es una actitud personal en función del tiempo
disponible y de nuestro grado de adicción. Desde esta sección
intentaremos artículo a artículo avanzar en estas
tres líneas.
Arqueología
y buceo
Como hemos visto la arqueología es una afición apasionante,
pero no excluyente. Si a ésta unimos la pasión por
el buceo recreativo, entramos en un nuevo mundo: la arqueología
subacuática. Y un día soñé escapar
del museo, huir de aquellas vitrinas iluminadas por neón
y volar con mi regulador entre las ánforas, entre restos
de galeones españoles, ver la historia atrapada en la vitrina
del mar mientras escucho mi respiración agitada...
Esto es una realidad: el Mar Rojo se abarrota de buceadores deseosos
de volar entre los restos de pecios de la Segunda Guerra Mundial,
¿por qué España, potencia mundial en turismo
y arqueología no sigue el camino trazado por otros y da a
conocer su patrimonio sumergido?. ¿Por qué en España
no existe un turismo subacuático arqueológico?
Los caminos para conseguirlo son:
La formación de los buceadores y la conservación de
los yacimientos. La arqueología subacuática es una
actividad extremadamente cara que sólo se puede sustentar
con los ingresos provenientes de un turismo de calidad.
El papel de la administración y sus centros oficiales sería
la de regulación normativa de la actividad, y la de vigilancia
de sus preceptos.
El papel de los centros de buceo, como empresas, sería la
de inversión y explotación de la actividad adecuándose
a las normas establecidas.
El papel del club de buceo, como asociaciones sin ánimo de
lucro, sería la de la divulgación de la actividad.
El papel de la universidad, y centros oficiales o privados de investigación
sería la de avanzar en nuestro conocimiento del pasado descubriendo
nuevos yacimientos.
La situación actual en España va por otro camino totalmente
diferente, ya comentado en otros artículos, basado en la
prohibición y tutela. Arquesub, empresa y asociación
de arqueología subacuática, sigue las líneas
al principio marcadas: afición apasionada por la arqueología,
formación específica en subacuática, y compromiso
en todas sus líneas, apoyando, denunciando, enseñando,
divulgando e investigando, con fondos propios, sin ayudas oficiales
y con la colaboración esencial que nos prestan medios como
BUCEO XXI.
Apoyar no cuesta nada, descubre tu afición: www.arquesub.com.
En el próximo número hablaremos de bibliografía:
¿como documentarse?. También trataremos el tema de
los pecios y la arqueología.
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