TEXTO: Ricardo Cerreda
FOTOS: J.Luaces, J.M.(Ibiza Buceo),
Ana Benito y Jonathan Blair

ARQUEOLOGÍA
La afición es lo primero

Algunas claves útiles para el arqueólogo aficionado

Soñaba entre aquellas ruinas. Una vez más la curiosidad me podía y, pese a aquellas terribles historias de fantasmas, vagaba entre los restos de aquella casa abandonada, buscando una explicación a lo que allí había ocurrido. Imaginaba las grandes fiestas, me adentraba en las caballerizas, y buscaba restos cerca de la gran chimenea...
Años después, en esos momentos de descanso, en la rutina habitual, todavía me acuerdo de aquella casa, de las sensaciones, de la necesidad de saber, de imaginarme tiempos pasados. ¿Cómo eran?, ¿qué hacían?... Y me encuentro entre las manos con la página de cultura del periódico, “Nuevo hallazgo en Grecia...”, y recuerdo el fin de semana en el museo con los niños, y ese viaje de novios no cumplido a Egipto.
Pero, ¿qué me ocurre?... El diagnóstico final no puede ser otro: arqueólogo aficionado.
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Tras los años y sin darme cuenta, había creado una afición, una pasión, sin más límites que los auto-impuestos. Una adicción creada en la escuela, en aquella casa, en los museos, en los libros, en las charlas con el abuelo, en el canal historia de la tele... Me han diagnosticado: sufro de arqueología, de historia, de sed de conocimientos. No tiene cura, soy adicto, pero, ¿como encamino mi pasión?
Estoy en un mar de dudas. Formación, formación, quiero formación, investigar, conocer, aportar datos a la investigación, ayudar a esclarecer el pasado, poder soñar con tesoros, recordar de nuevo aquella sensación que casi me quitó la respiración cuando junto a la chimenea, estalló aquel ruido metálico que llenó toda la estancia, allí estaba yo con aquella paleta en la mano, excavando, y casi por sorpresa apareció, oxidado, casi roído por el paso del tiempo. Aquel caballo de hojalata abrió la caja de Pandora...Y me detuve y “PAREPIAC”, para, respira, piensa y actúa.

Formación, formación, ¿soy un aficionado pasivo que asisto como espectador a los avances de nuestra pasión?, ¿o quiero estar al pie del cañón, ayudando, colaborando, apoyando?. Formación, formación, pero ¿dónde? Varios caminos discurren paralelos ignorándose a veces los unos a los otros. El sendero oficial es el colegio, el instituto, la universidad, formación general, la base de cualquier aficionado o profesional. Porque la arqueología es vocacional, y todo aquel que sea profesional sin ser aficionado erró el camino.
El arqueólogo es ante todo un entusiasta de su pasión. El sendero de la cultura; conferencias, exposiciones, cursos de verano, tertulias, asociaciones, son foros de formación del aficionado a la arqueología, foros donde se exponen ideas y se amplían conocimientos. El sendero de la formación privada, sendero no reglado, lo constituyen todos aquellos cursos que afrontan la arqueología desde un punto de vista práctico, menos académico que el sendero oficial: campos de trabajo, cursos monográficos impartidos por diferentes instituciones como Arquesub, etc. Todos los senderos llevan a Roma, y en este caso todos nos llevan a conocer nuestra afición para poder disfrutarla en toda su extensión.
La vida discurre en un momento histórico, encuadrado por un espacio físico y un marco temporal, estas dos son las coordenadas con las que un arqueólogo aficionado, y por lo tanto historiador, tiene que encauzar sus progresos y afición.
La historia de la humanidad es una sucesión de acontecimientos que han dejado una huella en el medio, siendo estos protagonizados por un pueblo que tenia una cultura propia que se desarrolló en un espacio físico y una cronología determinadas.

Al igual que en el buceo tenemos profundidad y tiempo, en historia tenemos espacio y tiempo. Así vemos como los íberos, los romanos, el imperio español, o la Alemania nazi, tuvieron su época y su espacio.

Formación y compromiso, claves
Para el arqueólogo aficionado es fundamental una formación de base histórica que le permita navegar a lo largo de ella encuadrando las diferentes culturas en su espacio y tiempo, como si lleváramos un GPS. Esto hará posible una visión general de la historia y la arqueología que nos llevará a entenderla, y después a elegir una necesaria especialización en algún campo de nuestro especial interés, del mismo modo que un médico se especializa en traumatología, cardiología etc. De esta manera no bailarán en nuestra mente los aztecas con los egipcios, ni los neardenthales con los dinosaurios, ni Carlomagno con Aníbal. Conoceremos las etapas de la historia y así sabremos situarlas en las coordenadas espacio / tiempo; un conocimiento de lo general a lo concreto.

Una vez reconocidos los síntomas de la “arqueologitis”, y emprendido una formación para el conocimiento de nuestra afición, se nos plantea cómo desarrollarla. Para ello podemos asistir a las asociaciones locales de defensa del patrimonio, casas de cultura, museos, etc. Varias líneas se abren para el desarrolló de nuestra afición. Una línea didáctica; enseñando arqueología, creando vocaciones. Una línea divulgativa; colaborando con revistas locales, conferencias, tertulias etc., para dar a conocer nuestra historia y conservarla. Otra línea de defensa del patrimonio; colaborando con las asociaciones locales, denunciando los abusos que se cometen contra el mismo etc. También hay una línea investigadora; la que más formación previa requiere ya que, por ejemplo, descubrir un pecio, si no es por un hallazgo casual, necesita un trabajo de investigación en los diferentes archivos que puede llevar años, además de su posterior búsqueda y localización. Otra línea que surge para comprometernos con nuestra afición es la de apoyo, la que todo aquel aficionado presta sin darse cuenta al sintonizar los documentales sobre historia, comprar sus revistas, visitar sus museos o asistir a las conferencias.
Afición, formación y compromiso, son las tres claves del arqueólogo aficionado. La afición es una toma de conciencia de una pasión que, por fin, aflora. La formación es un largo camino de conocimiento de nuestra pasión. El compromiso es una actitud personal en función del tiempo disponible y de nuestro grado de adicción. Desde esta sección intentaremos artículo a artículo avanzar en estas tres líneas.

Arqueología y buceo
Como hemos visto la arqueología es una afición apasionante, pero no excluyente. Si a ésta unimos la pasión por el buceo recreativo, entramos en un nuevo mundo: la arqueología subacuática. “Y un día soñé escapar del museo, huir de aquellas vitrinas iluminadas por neón y volar con mi regulador entre las ánforas, entre restos de galeones españoles, ver la historia atrapada en la vitrina del mar mientras escucho mi respiración agitada...”
Esto es una realidad: el Mar Rojo se abarrota de buceadores deseosos de volar entre los restos de pecios de la Segunda Guerra Mundial, ¿por qué España, potencia mundial en turismo y arqueología no sigue el camino trazado por otros y da a conocer su patrimonio sumergido?. ¿Por qué en España no existe un turismo subacuático arqueológico?
Los caminos para conseguirlo son:
La formación de los buceadores y la conservación de los yacimientos. La arqueología subacuática es una actividad extremadamente cara que sólo se puede sustentar con los ingresos provenientes de un turismo de calidad.
El papel de la administración y sus centros oficiales sería la de regulación normativa de la actividad, y la de vigilancia de sus preceptos.
El papel de los centros de buceo, como empresas, sería la de inversión y explotación de la actividad adecuándose a las normas establecidas.
El papel del club de buceo, como asociaciones sin ánimo de lucro, sería la de la divulgación de la actividad.
El papel de la universidad, y centros oficiales o privados de investigación sería la de avanzar en nuestro conocimiento del pasado descubriendo nuevos yacimientos.
La situación actual en España va por otro camino totalmente diferente, ya comentado en otros artículos, basado en la prohibición y tutela. Arquesub, empresa y asociación de arqueología subacuática, sigue las líneas al principio marcadas: afición apasionada por la arqueología, formación específica en subacuática, y compromiso en todas sus líneas, apoyando, denunciando, enseñando, divulgando e investigando, con fondos propios, sin ayudas oficiales y con la colaboración esencial que nos prestan medios como BUCEO XXI.

Apoyar no cuesta nada, descubre tu afición: www.arquesub.com.
En el próximo número hablaremos de bibliografía: ¿como documentarse?. También trataremos el tema de los pecios y la arqueología.

 


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