TEXTO & FOTOS: Ricardo Cerrada - HESPERIDES

ARQUEOLOGÍA
La Gran Armada de pecios

La historia de los barcos y de la navegación va unida a la historia del hombre. Varios factores determinan que el hombre se lance a la conquista de los mares: el comercio, que hace del mar la autopista por donde transportar sus productos; la pesca, que lo toma como almacén inagotable de alimentos; la guerra, transformándolo en punto estratégico de control y escenario de innumerables batallas navales; y por último el placer, siendo el mar uno de los lugares preferidos para el deporte y el ocio. España, rodeada de mar y punto estratégico de paso, es la primera potencia mundial en pecios de distintas culturas y épocas.
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El principio de Arquímedes nos explica la flotabilidad, principio conocido desde la prehistoria que hace posible la navegación. Ya los hombres prehistóricos vaciaban el interior de troncos y con la ayuda de unas palas se desplazaban por la superficie del agua en rudimentarias piraguas. Con el paso del tiempo las necesidades del hombre van a precisar de embarcaciones más sofisticadas, capaces de transportar cada vez más carga y pasajeros. La construcción naval se convierte en una industria que creará embarcaciones cada vez más evolucionadas. En la edad antigua los mercantes griegos, fenicios, romanos y cartagineses irán aumentando sus dimensiones y calado para poder transportar mayor número de ánforas y mercancías. Los barcos de esta época son, por supuesto, de madera, con la obra viva (parte del barco sumergida) a veces forrada de plomo, para evitar su deterioro por el ataque del taredo nobilis, gusano que se come la madera. De entre siete y quince metros de eslora, y dos y tres de manga, practicaban una navegación de cabotaje (sin perder la costa), transportando mercancías entre los diferentes puertos o fondeaderos. Utilizaban velas cuadras y después latinas, y su tripulación la formaban entre cuatro y ocho hombres, con unas condiciones de vida a bordo extremadamente duras. Los ataques de los piratas y las condiciones meteorológicas convertían esta actividad en dura y peligrosa. Las galeras, barcos de remos con espolón delantero, eran las embarcaciones militares dominantes. Atacaban al enemigo a una gran velocidad y lo embestían, hundiéndolo.
Tras la caída del imperio romano la navegación de la edad media se convertirá en una actividad muy peligrosa por la falta de hegemonía militar, que permitirá el aumento de los piratas, que azotarán el mar y las costas, efectuando ataques contra las mismas en busca de esclavos y mercancías.

Con el descubrimiento de América se inicia la edad moderna, marcada por inicio del Imperio Español, que dominará el Atlántico con sus galeones y el Mediterráneo con las galeras. El siglo XV y XVI serán los de las grandes exploraciones. Se dará la primera vuelta al mundo con la llegada de Sebastián Elcano a España, evolucionando la cartografía, siendo esta en el XVIII muy similar a la de la actualidad. El galeón, se convertirá en el portaviones de la edad moderna. Diseñado como un gran barco militar, utilizará grandes velas cuadras para los vientos portantes del Atlántico, artillándose sus costados con dos y tres filas de cañones, con una potencia de fuego desconocida hasta entonces. Su principal misión será la defensa de la Flota de las Indias, flota que hasta tres veces al año y durante tres siglos, entre 1500 y 1800 aproximadamente, transportaba la plata, oro, piedras preciosas y todo tipo de mercancías entre América y España. Con salida y llegada en Sevilla y después en Cádiz, aduana que fiscalizaba todo el comercio americano, estas flotas se componían de hasta doscientos barcos mercantes escoltados por diez o veinte galeones, que además eran los encargados del transporte del oro y la plata.
La revolución industrial y la revolución francesa marcan el comienzo de la edad contemporánea. El siglo XIX, conocerá los primeros grandes barcos de hierro propulsados por vapor, sustituyendo paulatinamente a los últimos grandes veleros de madera. El imperio inglés pasará a ser el nuevo imperio marítimo, lanzándose a la conquista de Asia. El siglo XX supondrá el domino total de las embarcaciones de hierro propulsadas por grandes motores alimentados por diferentes energías.
La Península Ibérica esta situada geográficamente en el occidente de Europa, siendo el estrecho de Gibraltar la puerta que nos une con el resto de los océanos. Por ser una península tiene miles de kilómetros de costa. Por su ubicación, es zona de paso obligatorio de todas las culturas desde la antigüedad. Podríamos decir que las aguas costeras españolas son las que más pecios del mundo albergan, y no sólo eso, sino que además de diferentes épocas y culturas. Hablar de pecios y de España sería motivo de libros, de días de lectura, pero ahí van unos apuntes.
Pecios del mundo antiguo y medieval
De los pecios de madera existentes hasta el siglo XIX, hay que comentar que la madera es una materia orgánica, viva, que es destruida por el gusano conocido como taredo nobilis, haciendo muy difícil su conservación. Como es madera se puede aplicar el Carbono14 para determinar su antigüedad. De estos pecios permanece la carga: ánforas, vajillas, clavos de construcción, madera etc.
En España y en concreto en Mazarrón se encuentra el pecio más antiguo jamás encontrado. Data del siglo VII antes de cristo y se trataba de un mercante de unos 8 metros de eslora que transportaba lingotes de plomo extraídos de las cercanas minas. Está hundido a tres metros de profundidad y se encontraba enterrado, lo que permitió su conservación. Está siendo excavado por el Centro Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena. Mercantes romanos y griegos aparecen por todo el levante español, en las rutas que trazaban entre los puertos de la antigüedad: Cádiz, Málaga, Cartagena, Alicante, Tarragona, Ampurias etc. Podemos pasar por encima de un pecio romano buceando una y otra vez sin distinguir sus formas. Sólo los restos cerámicos o el cepo del ancla pueden marcar su posición.

Pecios de la edad moderna
España en esta época tuvo la hegemonía mundial, gracias al descubrimiento de América, siendo la potencia naval dominante durante tres siglos. Los galeones, galeazas, carabelas y naos, son embarcaciones que surcaron nuestras costas intensamente. Embarcaciones de madera, artilladas, con muchos elementos de metal entre su carga y dotación, con muchas más posibilidades de estar bien conservadas por su cercanía en el tiempo. Sólo en aguas de la bahía de Cádiz se calcula que descansan unos ochocientos galeones, estando la documentación de sus naufragios en los archivos españoles. Una extraña formación rocosa en un fondo de arena puede ser un pecio semienterrado. Los detectores de metales nos indicarán la posición de cañones, y éstos, con sus inscripciones, nos darán información que luego podremos investigar en el archivo, siendo su manifiesto de carga una relación detallada de lo que allí podamos encontrar. El imperio español dispuso de la primera flota de rescates, formada por buceadores negros e indios que buceaban a pulmón y se sumergían para rescatar los tesoros perdidos.

Pecios de época contemporánea
La revolución industrial trajo consigo los barcos de hierro. Este material es inorgánico pero sufre los efectos de la corrosión. Las grandes migraciones de fines del XIX y principios del XX al mundo americano se efectuaron en los grandes vapores de pasajeros como el Sirius, hundido en el bajo de Cabo de Palos, Murcia. Europa fue el escenario de dos grandes guerras mundiales, y en sus aguas yacen pecios hasta ahora desconocidos: submarinos, aviones... España, a su vez, sufrió una guerra civil, con sus consiguientes hundimientos. Cada año en España hay más de mil naufragios documentados, de embarcaciones de todo tipo.
Son los pecios de hierro los que atraen a la mayoría de los buceadores recreativos, y los que para la arqueología subacuática suponen una menor preocupación, por el conocimiento más extenso que se tiene de su reciente contexto histórico.
En el panorama del buceo recreativo en nuestras costas aparecen algunos de ellos. Para bucear en estos barcos hay que respetar las normas de seguridad que se imparten en la especialidad de pecios. Si no estamos preparados, rodearemos el pecio sin penetrar en su interior. Sólo con documentación y prospección es posible la localización de nuevos pecios, y esto exige una gran inversión de tiempo y dinero. Con seguridad, si habláis con cualquier pescador de nuestras costas os indicará la localización de al menos ocho o diez puntos de pesca donde espera algún pecio para revelar sus secretos...

 


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