 El
principio de Arquímedes nos explica la flotabilidad, principio
conocido desde la prehistoria que hace posible la navegación.
Ya los hombres prehistóricos vaciaban el interior de troncos
y con la ayuda de unas palas se desplazaban por la superficie del
agua en rudimentarias piraguas. Con el paso del tiempo las necesidades
del hombre van a precisar de embarcaciones más sofisticadas,
capaces de transportar cada vez más carga y pasajeros. La
construcción naval se convierte en una industria que creará
embarcaciones cada vez más evolucionadas. En la edad antigua
los mercantes griegos, fenicios, romanos y cartagineses irán
aumentando sus dimensiones y calado para poder transportar mayor
número de ánforas y mercancías. Los barcos
de esta época son, por supuesto, de madera, con la obra viva
(parte del barco sumergida) a veces forrada de plomo, para evitar
su deterioro por el ataque del taredo nobilis, gusano que se come
la madera. De entre siete y quince metros de eslora, y dos y tres
de manga, practicaban una navegación de cabotaje (sin perder
la costa), transportando mercancías entre los diferentes
puertos o fondeaderos. Utilizaban velas cuadras y después
latinas, y su tripulación la formaban entre cuatro y ocho
hombres, con unas condiciones de vida a bordo extremadamente duras.
Los ataques de los piratas y las condiciones meteorológicas
convertían esta actividad en dura y peligrosa. Las galeras,
barcos de remos con espolón delantero, eran las embarcaciones
militares dominantes. Atacaban al enemigo a una gran velocidad y
lo embestían, hundiéndolo.
Tras la caída del imperio romano la navegación de
la edad media se convertirá en una actividad muy peligrosa
por la falta de hegemonía militar, que permitirá el
aumento de los piratas, que azotarán el mar y las costas,
efectuando ataques contra las mismas en busca de esclavos y mercancías.
Con
el descubrimiento de América se inicia la edad moderna, marcada
por inicio del Imperio Español, que dominará el Atlántico
con sus galeones y el Mediterráneo con las galeras. El siglo
XV y XVI serán los de las grandes exploraciones. Se dará
la primera vuelta al mundo con la llegada de Sebastián Elcano
a España, evolucionando la cartografía, siendo esta
en el XVIII muy similar a la de la actualidad. El galeón,
se convertirá en el portaviones de la edad moderna. Diseñado
como un gran barco militar, utilizará grandes velas cuadras
para los vientos portantes del Atlántico, artillándose
sus costados con dos y tres filas de cañones, con una potencia
de fuego desconocida hasta entonces. Su principal misión
será la defensa de la Flota de las Indias, flota que hasta
tres veces al año y durante tres siglos, entre 1500 y 1800
aproximadamente, transportaba la plata, oro, piedras preciosas y
todo tipo de mercancías entre América y España.
Con salida y llegada en Sevilla y después en Cádiz,
aduana que fiscalizaba todo el comercio americano, estas flotas
se componían de hasta doscientos barcos mercantes escoltados
por diez o veinte galeones, que además eran los encargados
del transporte del oro y la plata.
La revolución industrial y la revolución francesa
marcan el comienzo de la edad contemporánea. El siglo XIX,
conocerá los primeros grandes barcos de hierro propulsados
por vapor, sustituyendo paulatinamente a los últimos grandes
veleros de madera. El imperio inglés pasará a ser
el nuevo imperio marítimo, lanzándose a la conquista
de Asia. El siglo XX supondrá el domino total de las embarcaciones
de hierro propulsadas por grandes motores alimentados por diferentes
energías.
La Península Ibérica esta situada geográficamente
en el occidente de Europa, siendo el estrecho de Gibraltar la puerta
que nos une con el resto de los océanos. Por ser una península
tiene miles de kilómetros de costa. Por su ubicación,
es zona de paso obligatorio de todas las culturas desde la antigüedad.
Podríamos decir que las aguas costeras españolas son
las que más pecios del mundo albergan, y no sólo eso,
sino que además de diferentes épocas y culturas. Hablar
de pecios y de España sería motivo de libros, de días
de lectura, pero ahí van unos apuntes.
Pecios del mundo antiguo y medieval
De los pecios de madera existentes hasta el siglo XIX, hay que comentar
que la madera es una materia orgánica, viva, que es destruida
por el gusano conocido como taredo nobilis, haciendo muy difícil
su conservación. Como es madera se puede aplicar el Carbono14
para determinar su antigüedad. De estos pecios permanece la
carga: ánforas, vajillas, clavos de construcción,
madera etc.
En España y en concreto en Mazarrón se encuentra el
pecio más antiguo jamás encontrado. Data del siglo
VII antes de cristo y se trataba de un mercante de unos 8 metros
de eslora que transportaba lingotes de plomo extraídos de
las cercanas minas. Está hundido a tres metros de profundidad
y se encontraba enterrado, lo que permitió su conservación.
Está siendo excavado por el Centro Nacional de Arqueología
Subacuática de Cartagena. Mercantes romanos y griegos aparecen
por todo el levante español, en las rutas que trazaban entre
los puertos de la antigüedad: Cádiz, Málaga,
Cartagena, Alicante, Tarragona, Ampurias etc. Podemos pasar por
encima de un pecio romano buceando una y otra vez sin distinguir
sus formas. Sólo los restos cerámicos o el cepo del
ancla pueden marcar su posición.
Pecios
de la edad moderna
España en esta época tuvo la hegemonía mundial,
gracias al descubrimiento de América, siendo la potencia
naval dominante durante tres siglos. Los galeones, galeazas, carabelas
y naos, son embarcaciones que surcaron nuestras costas intensamente.
Embarcaciones de madera, artilladas, con muchos elementos de metal
entre su carga y dotación, con muchas más posibilidades
de estar bien conservadas por su cercanía en el tiempo. Sólo
en aguas de la bahía de Cádiz se calcula que descansan
unos ochocientos galeones, estando la documentación de sus
naufragios en los archivos españoles. Una extraña
formación rocosa en un fondo de arena puede ser un pecio
semienterrado. Los detectores de metales nos indicarán la
posición de cañones, y éstos, con sus inscripciones,
nos darán información que luego podremos investigar
en el archivo, siendo su manifiesto de carga una relación
detallada de lo que allí podamos encontrar. El imperio español
dispuso de la primera flota de rescates, formada por buceadores
negros e indios que buceaban a pulmón y se sumergían
para rescatar los tesoros perdidos.
Pecios
de época contemporánea
La revolución industrial trajo consigo los barcos de hierro.
Este material es inorgánico pero sufre los efectos de la
corrosión. Las grandes migraciones de fines del XIX y principios
del XX al mundo americano se efectuaron en los grandes vapores de
pasajeros como el Sirius, hundido en el bajo de Cabo de Palos, Murcia.
Europa fue el escenario de dos grandes guerras mundiales, y en sus
aguas yacen pecios hasta ahora desconocidos: submarinos, aviones...
España, a su vez, sufrió una guerra civil, con sus
consiguientes hundimientos. Cada año en España hay
más de mil naufragios documentados, de embarcaciones de todo
tipo.
Son los pecios de hierro los que atraen a la mayoría de los
buceadores recreativos, y los que para la arqueología subacuática
suponen una menor preocupación, por el conocimiento más
extenso que se tiene de su reciente contexto histórico.
En el panorama del buceo recreativo en nuestras costas aparecen
algunos de ellos. Para bucear en estos barcos hay que respetar las
normas de seguridad que se imparten en la especialidad de pecios.
Si no estamos preparados, rodearemos el pecio sin penetrar en su
interior. Sólo con documentación y prospección
es posible la localización de nuevos pecios, y esto exige
una gran inversión de tiempo y dinero. Con seguridad, si
habláis con cualquier pescador de nuestras costas os indicará
la localización de al menos ocho o diez puntos de pesca donde
espera algún pecio para revelar sus secretos...
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