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BIOLOGIA
La lenta recuperación del coral rojo

TEXTO: Mª Victoria Bengoa, Dra. Biología


Los antiguos griegos creían que los corales que habitaban las aguas del Mediterráneo eran arbustos marinos que se endurecían al sacarlo al aire, por lo que se les llamaba árbol de piedra o Litodendrum. Su origen fue explicado por diversos autores como Ovidio, en su obra Metamorfosis. Perseo, hijo de Zeus, por amor, prometió a la bella Danae traerle la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas, que podía petrificar a un hombre con solo mirarlo. Tras muchas aventuras consiguió cortar la cabeza de Medusa, de cuya sangre nació el caballo alado Pegaso. En su camino de regreso encontró a la bella Andrómeda, que estaba presa de Ceto, y se enamoró de ella. Así petrificó a Ceto con la ayuda de la cabeza de Medusa, liberando a su bella enamorada, con la que se casó tras muchas peripecias y con la que tuvo siete hijos. El origen de coral rojo tuvo lugar tras la muerte de Ceto, ya que nuestro héroe dejó la cabeza sobre un lecho de algas que al instante se petrificaron, dando así origen al coral.

Sin embargo los corales son animales marinos que pertenecen a los Antozoos, también llamados por su aspecto animales-flor, y que comprenden unas 6.000 especies que habitan en todos los mares, desde la línea de bajamar hasta profundidades de más de 5.000 metros. Forman los conocidos arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más antiguos y biológicamente más diversos de la Tierra. Aparecieron hace más de 2.000 millones de años, si bien algunos tipos de corales que viven hoy día tienen 150 millones de años. Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más productivos y complejos del planeta y forman la comunidad viviente más grandiosa, colosal y fantástica que puebla los mares. La capacidad de los corales de construir esqueletos de carbonato cálcico les permiten formar una estructura sólida donde conviven gran cantidad de formas de vida, que aprovechando los numerosos hábitats y microhábitats presentes en los arrecifes, pueden reproducirse y obtener refugio y alimento.

Duros y blandos
Existen dos tipos esenciales de corales, los duros y los blandos. Los corales duros tienen un esqueleto calcáreo (carbonato cálcico) duro, que permanece cuando éste muere, mientras que los corales blandos presentan esqueletos flexibles, con escleritos en su interior, que se pueden mover con las corrientes. La unidad básica del coral es el pólipo, que se agrupan para formar colonias. Un pólipo es un animal sencillo con el cuerpo en forma de saco cuyas paredes están formadas por dos capas, la epidermis y la gastrodermis con la mesoglea entre ambas, que rodean la cavidad gastrovascular, donde tiene lugar la digestión. Esta cavidad se abre al exterior por un solo orificio que ejerce las funciones de boca y ano. La boca, rodeada de una corona de tentáculos, se comunica con esta cavidad mediante la faringe. En su extremo inferior el pólipo presenta un disco basal o disco pedio que sirve para adherirse al sustrato.

Rojos y longevos
La naturaleza animal del coral rojo, Corallium rubrum, fue comprendida por el naturalista Peysonnel en 1722. El coral rojo pertenece al fylum Cnidaria, a la clase Antozoa, orden Gorgonacea o Alcyonacea, familia Coralliidae. Vive exclusivamente en el Mediterráneo, principalmente en el Mediterráneo occidental y el mar Adriático, y en el Atlántico Oriental (Portugal, Canarias y Cabo Verde) en cuevas y grietas con poca luz y en aguas profundas, desde los 15-30 m hasta los 300 m de profundidad, aunque se han encontrado colonias en Sicilia a más de 600-800 m de profundidad. Forma colonias rojizas de hasta 50 cm de longitud en forma de árbol con ramas irregulares generalmente ramificadas en un solo plano. Su color rojizo se debe a la presencia de sales de hierro en su estructura de carbonato cálcico. Sus pólipos son blanquecinos con ocho tentáculos. Sus pólipos son de dos tipos, los que tienen tentáculos, que se encargan de la alimentación, y otros con forma de poro, que se encargan de hacer circular el agua por el sistema interior de la colonia. Se reproducen sexual y asexualmente. El pólipo macho libera esperma que nada libre hasta el pólipo hembra, donde se produce la fecundación en su interior, normalmente en marzo. Las larvas van creciendo en el interior de la hembra, que los protege hasta que en julio-agosto salen al exterior donde nadan libremente un par de días hasta fijarse en un substrato próximo, reproduciéndose entonces por bipartición para formar una nueva colonia. Su crecimiento es muy lento, de 2-8 mm al año. No alcanzan su madurez sexual hasta como mínimo los 2-5 años, pudiendo vivir más de 100 años, incluso varios siglos.

Un tesoro codiciado
El coral rojo ha sido utilizado desde la antigüedad, encontrándose ornamentos de coral rojo en tumbas del neolítico de más de 25000 años en Alemania, Suiza e Italia y en tumbas egipcias. Así mismo los romanos creían que el coral rojo protegía a los niños de cualquier peligro, que curaba la picaduras de serpientes y escorpiones y que se podía diagnosticar diferentes enfermedades ya que cambiaba de color. Incluso a principios de la Era cristiana existía una gran demanda de este coral en China e India. En la actualidad y debido a la especial estructura de su esqueleto, formado por pequeñas espículas fáciles de trabajar, les hace muy apreciados en joyería. Desde los años 50 hasta la actualidad su abundancia en el Mediterráneo ha disminuido drásticamente. Además debido a sus especiales características, es decir, su lento crecimiento, su maduración tardía y su larga longevidad, les hace particularmente vulnerables a la sobreexplotación. Hoy en día mayoría de las colonias del Mediterráneo son de pequeño tamaño, el 90% de las colonias son de 3-5 cm y 2/3 de ellas aún no han alcanzado la madurez sexual. A causa de su escasez, se ha convertido en un objeto de gran valor, pudiéndose vender a más de 25.000 dólares una vez pulidos y engarzados en forma de collar. En España el 89% de las colonias en zonas de pesca se encuentra debajo del tamaño legal. Según los expertos, para permitir a las colonias seguir siendo productivas indefinidamente, la producción máxima sostenible se estima a 98 años de antigüedad. Hoy en día las colonias explotadas apenas llegan a los 14 años. En la actualidad se recogen anualmente más de 60 toneladas. Además la pesca furtiva es un problema muy preocupante.

Protección
El coral rojo esta protegido en el Anexo V de la Directiva Hábitat, Anexo del protocolo sobre zonas especialmente protegidas y la diversidad biológica en el Mediterráneo y su explotación está regulada por diferentes leyes españolas. Sin embargo aunque en julio del 2007 casi fue introducida en el CITES, en la actualidad sigue sin esta protección a pesar de los esfuerzos de muchas organizaciones. Sin embargo existen diferentes reservas marinas en el Mediterráneo cuyo objetivo es proteger zonas donde crecen estas colonias. Así un estudio llevado a cabo por científicos españoles y franceses han demostrado la eficacia de estas reservas como un solución lenta pero eficaz para proteger esta frágil especie. El estudio se llevó a cabo en las reservas más antiguas del Mediterráneo, la de Banyuls, Carry-le-Rouet y Scandola, todas francesas y de más de 25-30 años, ya que debido al lento crecimiento del coral rojo, se necesita un largo periodo de tiempo para comprobar la eficacia de las reservas marinas. Los científicos han encontrado colonias extraordinariamente grandes a profundidades inferiores a 50 m, profundidades donde en zonas no protegidas las colonias son explotadas y de pequeño tamaño, lo que demuestra que las reserva marinas ofrecen una excelente oportunidad para la recuperación de esta especie. Sin embargo este estudio ha demostrado que 30 años no son suficientes para que las colonias lleguen al tamaño observado en 1960, lo que sugiere que la recuperación de esta especie requiere décadas de protección, sin ningún tipo de influencia humana.
Por otra parte, los autores de este estudio denuncian que si la presión pesquera sobre esta especie se mantiene en el ritmo actual se producirán graves extinciones locales. Además sin un plan de gestión y conservación, a medio y largo plazo su distribución podría verse gravemente disminuida. Por desgracia no solo la sobrepesca pone en peligro al coral rojo, que también se ve amenazado por el cambio climático, sobre todo las colonias superficiales, en las que en los últimos años se han observado mortalidades masivas debido a las altas temperaturas.

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