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BIOLOGIA
Tesoros ocultos del Cantábrico

TEXTO: Mª Victoria Bengoa Dra. Biología


En los últimos meses los científicos nos han sorprendido con el descubrimiento de la existencia de corales en nuestras frías aguas del Cantábrico. Hasta ese momento no se sabía nada de su existencia, por lo que este descubrimiento ha ido considerado un gran logro para la ciencia. Pero ¿por qué los han encontrado ahora y no antes? ¿Es que debido al calentamiento global, que al producir un aumento de la temperatura de las aguas, van a ir apareciendo en nuestros mares nuevas especies de animales, en este caso, de corales? ¿Es que en un futuro próximo no vamos a tener que viajar a lugares exóticos y lejanos para bucear entre arrecifes coralinos?

Los corales son animales invertebrados pertenecientes al filum Cnidaria, al igual que las medusas, anémonas, plumas de mar e hidrozoos. Forman las estructuras denominadas arrecifes coralinos, las estructuras más grandes creadas jamás por animales, visibles incluso desde el espacio. Siendo uno de los ecosistemas más antiguos y biológicamente más diversos de la Tierra, son esenciales para la vida de este planeta ya que proporcionan a miles de especies de plantas y animales. Los arrecifes de coral se encuentran en aguas tropicales, principalmente en el Indo-Pacífico y en el Caribe, siendo la gran barrera de coral australiana el arrecife coralino de mayor tamaño del planeta. Debido a su gran diversidad biológica y a su importancia para el planeta fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1981. La unidad básica del coral es el pólipo, que se agrupan para formar colonias. Un pólipo es un animal sencillo con el cuerpo en forma de saco cuyas paredes están formadas por dos capas, la epidermis y la gastrodermis con la mesoglea entre ambas, que rodean la cavidad gastrovascular, donde tiene lugar la digestión. Una de sus principales características de estos animales es la presencia de cnidoblastos, unas células formadas por una cápsula en cuyo interior se encuentra un largo tubo filamentoso urticante muchas veces provisto de estiletes, de tal manera que cuando la presa roza el cilio de estas células, el tubo salta y se clava en el cuerpo de su presa liberando el veneno en su interior. Pero más importante aún es la presencia en sus tejidos de unas microalgas, las zooxantelas, gracias a las cuales es posible el desarrollo de esta magníficas estructuras coralinas. Estas zooxntelas, siendo microalgas, dependen de la presencia de luz para vivir, por ello estos corales viven en los primeros metros de la columna de agua.

En las frías profundidades
Sin embargo existen otro tipo de corales que viven a gran profundidad, en aguas frías, y que no dependen de la luz para vivir, debido a que no poseen zooxantelas. Estos corales han sido descubiertos en los últimos años debido al gran desarrollo tecnológico, el cual ha permitido a los científicos e investigadores introducir robots a más de 4000 metros de profundidad, descubriendo una gran biodiversidad que en muchos casos ha constituido una gran sorpresa incluso para los propios investigadores. Éste ha sido el caso de los corales recientemente encontrados en aguas del Cantábrico. Este hallazgo se ha producido en la primera campaña llevada a cabo por un equipo mutidisclinar de la Secretaría General del Mar (SGM) y del Instituto Oceanográfico Español (IOE), dentro del marco del proyecto Indemares. Su objetivo era descubrir las características de los ecosistemas y cartografiar la zona del Cañón de Aviles, que con sus más de 4800 metros de profundidad es considerado uno de los lugares más profundos del planeta, el paraíso del desconocido “Kraken”. En uno de los cañones de la zona de 1,5 km de longitud y 6,1 km de anchura máxima, con unas características topográficas y de dinámica corrientes muy específicas, se descubierto a unos 800 m de profundidad un arrecife de corales de agua fría muy desarrollado y estructurado, el primero de este tipo que se encuentra en aguas españolas. Las principales especies que forman este arrecife son Madrepora occulata y Lophelia pertusa, acompañadas por otras especies de gorgonias, antipatarios, esponjas de cristal, equinodermos, cangrejos reales y peces, formando un ecosistema muy complejo.

Milenarios
Estos arrecifes coralinos de agua fría o de aguas profundas se desarrollan a gran profundidad, a unos 1000 m de profundidad a unas temperaturas tan bajas como los 4ºC. Aunque se cree que existen tantas especies de corales de agua fría como de aguas tropicales, solo se conocen unas pocas especies que son capaces de crear grandes arrecifes coralinos. Los arrecifes formados por estos corales de agua fría se diferencian de los superficiales tanto estructural como funcionalmente. Hasta ahora el 60% de los arrecifes profundos han sido encontrados en las cercanías de cráteres submarinos, por lo que se supone que los corales obtienen su alimento de los gases expulsados por estos cráteres, o que al menos existe alguna relación entre estos dos hechos. Además el crecimiento de estos corales es mucho más lento del de aquellos superficiales de aguas cálidas, porque carecen de zooxantelas, esenciales en el crecimiento de estos últimos. Se estima que el crecimiento de estos arrecifes es de 1 mm al año. Así se calcula que la edad de alguno de estos arrecifes podría ser superior a los 10.000 años.
Los corales encontrados en el Cantábrico, los corales blancos Madrepora occulata y Lophelia pertusa, tienen un límite de crecimiento de unos 13-13,5ºC. Aunque desconocidos en nuestras aguas hasta estos momentos, no lo son tanto en otros lugares, como en Noruega, donde se han encontrado arrecifes de coral de más de 8000 años de antigüedad. Allí han formado un gran arrecife, muy cerca de la costa, de varios kilómetros de longitud y hasta 35 m de altura. Estos arrecifes fueron encontrados por pescadores hace unos 250 años. Así mismo en los años 70 también se descubrieron más arrecifes de este tipo en Irlanda. Actualmente se han encontrado este tipo de arrecifes por todo el planeta, desde la Antártida al Polo Norte, formados por diferentes especies, como Madrepora occulata, Lophelia pertusa (las dos especies más abundantes en el Atlántico Norte), Oculina varicos, Desmophyllum cristagalli, Solenosmilia variabilis, etc.

Desaparecidos en el anonimato
La importancia ecológica de estos arrecifes de profundidad es enorme, ya que sirve de hábitat a gran cantidad de especies animales que encuentran tanto protección contra los depredadores como alimento y lugar donde reproducirse y vivir sin grandes peligros. Sin embargo, a pesar de que su descubrimiento es relativamente reciente, ya se encuentran en peligro debido al impacto humano. Los diferentes métodos de pesca de profundidad, principalmente pesca de arrastre, las explotaciones submarinas de gas y petróleo, la minería o la instalación de cables entre otras actividades humanas ponen en peligro la supervivencia de estas estructuras vivas. Diversas investigaciones han demostrado que muchos de estos frágiles corales ya han sido rotos por el ser humano, o más bien, por sus actividades. Así recientes estudios llevados a cabo en el arrecife encontrado en Noruega, el mayor del planeta descubierto hasta el momento, ha demostrado que entre 30 y el 50% de toda el área coralina ha sido dañada por la pesca comercial. Además la influencia del cambio climático es mayor en estas zonas, ya que las aguas frías absorben mayor cantidad de CO2, lo que conlleva el aumento de la acidificación de esta agua, impidiendo el crecimiento de los corales. Y si además se tiene en cuenta la lentísima tasa de crecimiento de estos animales, su recuperación podría tomar varios cientos de años, cuando no les lleve a su extinción. Esto no solo afectaría a las diferentes especies de corales sino al mismo ecosistema junto a las miles de especies que éste alberga lo que significaría una gran pérdida de biodiversidad, desapareciendo especies todavía no descritas por la ciencia y cuyo valor aún ni se sospecha.
Por ello todos los esfuerzos para proteges estos frágiles ecosistemas son esenciales. Así en Noruega ya ha sido protegida parte de estos increíbles ecosistemas, unos 2.000 km2. En nuestras aguas se están llevando a cabo grandes esfuerzos para conocer y proteger estos ecosistemas. Sin embargo en el Cantábrico solo el 1% de su superficie está protegido, siendo las leyes que protegen estas especies de corales de aguas frías claramente insuficientes para su conservación. Por ello la realización de estudios para conocer mejor estas especies y sus hábitats y la declaración de áreas marinas protegidas son pasos indispensables para la supervivencia de estos frágiles e indispensables ecosistemas. Esperemos que no sea demasiado tarde.

 

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