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BIOLOGIA
Un censo redescubre la
Gran Barrera

TEXTO: Mª Victoria Bengoa Ruigómez (Getxo Aquarium; Nakusarbe)
Fotos:CoML

La gran barrera de coral australiana es el arrecife coralino de mayor tamaño del planeta, en realidad es la única estructura realizada por animales que puede ser vista desde el espacio exterior. Se encuentra en el mar del Coral, en la costa de Queensland, en el noroeste de Australia y se extiende unos 2.660 km en un área de 344,400 km2. Comprende alrededor de 2.000 arrecifes individuales y más de 70 islas. Debido a su gran diversidad biológica y a su importancia para el planeta fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1981. Es una región ampliamente visitada por los buceadores debido a la buena temperatura de sus aguas aunque su visibilidad dependa de las mareas, a su gran biodiversidad de fauna y flora y a la poca profundidad de sus inmersiones, entre 6 y 18 metros.

La historia geológica de la Gran Barrera es compleja. Desde que Queensland se situó en aguas tropicales hace unos 25 millones de años, su historia ha estado influenciada por las variaciones del nivel de los océanos. En los momentos iniciales crecieron corales, pero debido a la alta sedimentación, las condiciones para su desarrollo fueron muy difíciles. Las actuales estructuras coralinas tienen una antigüedad de unos 20.000 años, momento en el que el nivel del mar era unos 120 metros inferior al actual. Hasta hace unos 6.000 años el nivel del mar fue subiendo lentamente permitiendo a los corales crecer y extenderse. Desde entonces el nivel del mar en la Gran Barrera prácticamente ha sido constante. Los científicos creen que la actual estructura coralina viva tiene aproximadamente esa edad, es decir, 6.000-8.000 años. Aunque la Gran Barrera ha sido conocida y utilizada por los aborígenes desde siempre, el primer europeo que divisó la gran barrera fue el capitán James Cook donde encalló en 1770.
La Gran Barrera de arrecifes alberga una gran cantidad de vida, incluyendo a gran número de especies en peligro de extinción, muchas de las cuales son endémicas de la región. Se pueden encontrar más de treinta especies de mamíferos marinos como delfines, ballenas y marsopas, tortugas, más de 50 especies de algas, 250 especies de aves, serpientes marinas, más de 1500 especies de peces, ascidias, cientos de corales tanto duros como blandos, etc. Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más productivos y complejos del planeta y forman la comunidad viviente más diversa e importante de los océanos. Pero esta increíble estructura arquitectónica es edificada por unos diminutos y primitivos animales, los corales, cuya capacidad de construir esqueletos de carbonato cálcico (aragonito) les permiten formar una estructura sólida donde conviven gran cantidad de formas de vida.

Simbiosis esencial
La unidad básica del coral es el pólipo, que se agrupan para formar colonias. Un pólipo es un animal sencillo con el cuerpo en forma de saco cuyas paredes están formadas por dos capas, la epidermis y la gastrodermis con la mesoglea entre ambas, que rodean la cavidad gastrovascular, donde tiene lugar la digestión. En su extremo inferior el pólipo presenta un disco basal o disco pedio que sirve para adherirse al sustrato. Una de sus principales características de estos animales es la presencia de cnidoblastos, unas células formadas por una cápsula en cuyo interior se encuentra un largo tubo filamentoso urticante muchas veces provisto de estiletes, de tal manera que cuando la presa roza el cilio de estas células, el tubo salta y se clava en el cuerpo de su presa liberando el veneno en su interior.
Pero más importante aún es la presencia en sus tejidos de una microalgas, las zooxantelas, gracias a las cuales es posible el desarrollo de estas magníficas estructuras coralinas. Mientras que las zooxantelas proveen a los corales de O2 y productos orgánicos procedentes de la fotosíntesis, éstos les abastecen de CO2, nutrientes y protección, en un extraordinario ejemplo de relación simbiótica.

Censo con sorpresas

Sin embargo, los arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más ricos del planeta, están amenazados por diversas causas, entre las que destacan el calentamiento global, el aumento de la concentración del CO2 en las aguas de los océanos con la consiguiente acidificación de las mismas, la sobrepesca y la contaminación. Por ello científicos australianos han llevado a cabo este año, que se celebra el año internacional de los arrecifes de coral, un estudio para conocer el estado actual de la Gran Barrera y compararlo con otros estudios que se realizarán en los próximos tres años, y así establecer el inventario de flora y fauna de los arrecifes y descubrir el impacto de las amenazas sobre los arrecifes coralinos para poder encontrar maneras de mitigarlas. Haciéndolo se han llevado una agradable sorpresa al descubrir cientos de especies nuevas no descritas por la ciencia hasta ahora en lugares utilizados tan habitualmente para el buceo.
Estas expediciones fueron realizadas en tres puntos de la costa australiana elegidos por su gran biodiversidad, la isla Lizard y la isla de Heron, en la Gran Barrera Australiana, y en el arrecife de Ningaloo, en el noroeste australiano. Han participado más de 25 especialistas en diferentes campos científicos, utilizando las técnicas más modernas para la obtención de muestras en las diferentes zonas del arrecife. Aunque los arrecifes de coral son considerados auténticas “selvas marinas” por su gran biodiversidad, poco se conoce de su diversidad si se compara con ecosistemas terrestres. La finalidad última de estas expediciones ha sido conocer en profundidad la fauna y flora de estas regiones, saber el número de especies de seres vivos que habitan en la Gran Barrera, cuáles de estas especies son únicas y cómo responderá esta biodiversidad a las amenazas de origen humano, ya que a pesar de recibir más de dos millones de turistas al año, principalmente buceadores, poco se conoce de su amenazada biodiversidad. Según el responsable de esta empresa, Dr. Julian Caley “Comparando con lo que ignoramos, nuestro conocimiento de la vida marina es como una gota en el océano”.
De la gran variedad de especies encontradas en esas expediciones destacan las 300 especies de coral blando, de las que más de la mitad son nuevas especies. Docenas de pequeños crustáceos, anfípodos entre los cuales el 40-60% son especies nuevas, poliquetos, medusas como una del género Casiopeia que nada con sus tentáculos hacia arriba para que sus microalgas simbiónticas reciban luz, algas, erizos, briozoos formando intrincadas colonias e incluso nuevas especies de peces han sido descubiertas en estas expediciones. Esto demuestra que muchísimas especies quedan aún por descubrir, por ello los responsables piensan que otras tantas nuevas especies podrían ser descritas en expediciones futuras.

La gran amenaza del CO2
Los efectos combinados de la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático están dañando gravemente los arrecifes de coral. Datos recientes indican que el 40% de los arrecifes de todo el mundo ha sido destruido o está a punto de desaparecer. El aumento de la temperatura media de las aguas producirá episodios mucho más constantes de blanqueamiento de los corales (coral bleaching), fenómeno que se debe a la expulsión de las zooxantelas por parte de los corales a causa de un aumento de la temperatura, con lo cual los corales se vuelven mucho más vulnerables a las enfermedades, muriendo con rapidez. Una vez muertos los corales, toda la vida que sustentan va desapareciendo, transformándose lo que antes era un vergel de vida en un desierto o en un cementerio. Pero más preocupante aún que el aumento de la temperatura es la acidificación de las aguas. Debido al aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera y en los océanos debido a los gases invernadero, se está produciendo un aumento de la acidez de las aguas del planeta, lo que condiciona gravemente la vida marina. Este aumento de la acidez dificulta e incluso impide la formación del esqueleto calcáreo a muchas especies marinas, como corales, erizos o moluscos. Si la acidez de las aguas sigue aumentando pudiera llegar un momento en el que los esqueletos de estos animales no solo no se formen sino que incluso se disuelvan en el agua provocando la destrucción total de las estructuras coralinas. Y los científicos piensan que para el año 2065 los niveles de CO2 en los océanos serán el doble a los de épocas pre-industriales (280 ppm), considerando que actualmente ya hemos alcanzado unos niveles de 380 ppm.

 
 
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