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BIOLOGIA
¡Nos escuchan!

TEXTO: Mª Victoria Bengoa Ruigómez. Dra. en Biología
FOTOS: ZOEA

 

 

Durante más de un siglo los científicos han venido discutiendo sobre la posibilidad de que los cefalópodos pudieran oír sonidos en el mar o si eran sordos. Hasta ahora la mayoría estaban de acuerdo en que estos animales no podían captar sonidos debido a la ausencia de estructuras capaces de ampliar el sonido, como ocurre en la mayoría de los peces. Pero ahora unos científicos de Taiwán han demostrado que no solo pueden captar sonidos sino que estos inteligentes animales pueden incluso comunicarse mediante ellos.

Los cefalópodos son moluscos, al igual que los gasterópodos (caracoles, nudibranquios,…) bivalvos (mejillones, almejas, chirlas,…), o los quitones, entre otros. Existen unas 700 especies vivas de cefalópodos, entre los que destacan los nautilos, las sepias, calamares, pulpos y argonautas. Aunque el número de especies no es muy grande, su biomasa e importancia económica son enormes ya que muchas de las pesquerías actuales se sustentan principalmente en estas especies. Se los puede encontrar en los mares y océanos de todo el planeta, desde los Polos al Ecuador, excepto en el mar Negro y en el Báltico, quizás debido a que la salinidad en ambos mares es muy baja. Su tamaño es muy variado, desde los 8 mm del calamar enano (Idioepius sp) a los 5 m del calamar gigante Architeuthis sp, que también se puede encontrar en nuestras aguas, especialmente en la costa asturiana. Su peso también varía entre los 50 gr del Octopus microscopyrsus a los 250 kg del pulpo gigante del Pacífico (Octopus dofleini). Algunos pulpos viven en la zona intermareal mientras que otras especies pueden vivir a grandes profundidades, a más de 3000 m, incluso se les puede encontrar en las fuentes hidrotermales a miles de metros de profundidad.

Inteligentes y sensibles
El comportamiento de los cefalópodos ha sido estudiado desde muy antiguo por el ser humano, comenzando por Aristóteles 350 años AC. Este grupo de animales también ha atraído la atención de muchos novelistas, como Víctor Hugo, Julio Verne o Ian Fleming. No es de extrañar el interés que despiertan estos animales ya que son considerados los invertebrados marinos más evolucionados, con unos órganos de los sentidos muy elaborados, un gran cerebro y un comportamiento muy complejo. Son comparados incluso con los peces, sobre todo en su morfología, fisiología, ecología y comportamiento, incluso la evolución de los cefalópodos está muy influenciada por la evolución de los peces y a la inversa. El comportamiento de un animal depende principalmente de su cerebro, de sus órganos de los sentidos y de sus sistemas de respuesta (músculos). Los cefalópodos poseen un sistema nervioso muy desarrollado, con una concentración de ganglios superior a los demás moluscos. Su cerebro posee una zona central con dos lóbulos ópticos. El cerebro posee muchos otros lóbulos, más de 30 en los calamares. Los músculos están enervados por unos nervios procedentes de estos lóbulos que podrían equipararse al cordón espinal de los vertebrados. Los órganos de los sentidos están enervados mediante diferentes sistemas, siendo los más conocidos los de los tentáculos, estatocistos y los nervios ópticos. Parte de la información obtenida se acumula en regiones concernientes con la formación de la memoria. Los lóbulos ópticos, con más de 65 millones de células nerviosas en los pulpos, son el centro motor y de análisis visual más importante de éstos animales.

Ojos evolucionados
Entre los órganos de los sentidos destacan los ojos, fotorreceptor muy evolucionado en estos animales, sobre todo en el pulpo. En general los ojos de los cefalópodos son grandes, sino enormes. Son parecidos a los de los vertebrados, poseyendo un cámara posterior, retina, iris, lentes, esclerótica y coroides. Unido al ojo presentan unos potentes músculos que permiten mover el ojo. Sin embargo su retina carece de conos y bastones como sucede en los vertebrados, siendo las células receptoras de la luz largas y estrechas con microvellosidades orientadas tanto vertical como horizontalmente. La visión de estos animales está muy desarrollada, aunque parece ser que no pueden capar los colores. Incluso se puede afirmar que los ojos de los cefalópodos están mejor diseñados que los nuestros, ya que carecen de nuestro punto ciego, lugar por donde los nervios y venas entran en nuestro ojo mientras que en estos animales éstos entran individualmente por la zona trasera del ojo. Y mientras nuestra retina es redonda, varía en los cefalópodos, siendo también redonda en calamares, en forma de raya en los pulpos y de W en las sepias.

Oyen a sus depredadores
Los cefalópodos también poseen otros órganos sensoriales, como quimiorreceptores como el olfato, receptores de presión y tacto e incluso un órgano similar a la línea lateral de los peces, situado en la epidermis de la cabeza y en los brazos. Debido al gran desarrollo de otros órganos, se pensaba que los cefalópodos eran sordos, sobre todo ante la carencia de órganos que pudieran ampliar el sonido, como ocurre con la vejiga natatoria de los peces. Sin embargo a lo largo del siglo pasado se han ido recopilando evidencias de que los cefalópodos no eran sordos sobre todo al observar su comportamiento. Se observó que Octopus vulgaris era capaz de captar el origen de ciertos sonidos la Sepia officinalis cambiaba de color como respuesta a estímulos sonoros y que ciertos calamares eran atraídos por otro tipo de sonido. Sin embargo, a pesar de carecer de estructuras similares a la vejiga natatoria, si poseen estatocistos, estructuras que también poseen los peces y que son utilizadas para captar sonidos en el agua. Estos órganos, situados en el cartílago bajo el cerebro, proveen de información sobre la gravedad a los cefalópodos, permitiéndoles la orientación y el movimiento, es decir, son órganos del equilibrio. Consiste en una estructura en forma de saco que contiene una masa mineral y numerosas células sensoriales ciliadas. Aunque varían entre los decápodos (sepias y calamares) y los octópodos (pulpos), los estatocistos contienen dos sistemas, el sistema macula, que provee información sobre la gravedad y la aceleración linear y el sistema crista, que provee información sobre la aceleración rotacional. Y serían estos órganos, según el grupo de investigadores de Hong Young Yan, de la Academia Sinica en Taiwán, los responsables de captar el sonido. Los estatocistos de los cefalópodos son muy similares al órgano interno del oído de los peces, auque existe una gran diferencia, los cefalópodos carecen de estructura llena de gas que funcione como amplificador de sonidos que sí poseen los peces, por eso el sentido del oído de los cefalópodos puede ser comparable con la de aquellos peces que carecen de vejiga natatoria unida al oído interno y con la de los camarones.

¿Podrán hablar?
Según las investigaciones de este grupo de científicos, los cefalópodos, en este caso el pulpo Octopus vulgaris y el calamar del arrecife de aleta grande Sepiotheutis lessoniana, pueden captar frecuencias entre 400 y 1000 Hz y 400 y 1500 Hz respectivamente, lo que indica que la capacidad sensorial es superior en el calamar que en el pulpo. Esta diferencia demuestra la variación auditiva existente entre los cefalópodos, que podría ser debido a su evolución, a su comportamiento. Así mientras que el calamar del arrecife de aletas grandes es pelágico con una posibilidad de camuflaje limitada, los pulpos habitan entre las rocas cercanas a la costa siendo su capacidad de camuflaje enorme. Por ello la mayor capacidad auditiva del calamar podría permitirle oír a sus predadores (cetáceos dentados como los delfines) y huir antes de ser vistos. El siguiente paso de estos científicos, según el doctor Hong Young Yan, será investigar el tipo de sonidos que escuchan los cefalópodos, las ventajas que esto conlleva y si son capaces no solo de oír sino de emitir sonidos y de comunicarse entre sí mediante sonidos, y si eso es posible, qué tipo de información se intercambian entre los diferentes individuos.

 
 
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