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BIOLOGIA
¿Quién se come a quién? TEXTO Y FOTOS: ZOEA
Difusión e Investigación del medio marino

Cuando amanece, en África, la gacela despierta.
Ella sabe que deberá correr más aprisa
que el más veloz de los leones o morirá devorada.
Cuando amanece, en África, el león despierta.
Él sabe que deberá correr más aprisa
que la más lenta de las gacelas o morirá de hambre.
No importa si eres león o gacela, cuando salga el sol, corre tan rápido como puedas.
(poema africano)
cc

No sabemos si en 1927 el joven ecólogo Charles Elton se inspiró en este poema africano para desarrollar su teoría de las cadenas tróficas, pero sin duda también el fue capaz de explicar claramente que todos los seres vivos podemos servir de comida para otros.
Elton imaginó la estructura del ecosistema con la forma de una pirámide: En la base situó a los vegetales y en secciones cada vez más altas y estrechas a los herbívoros y después a los carnívoros. A cada uno de estos grupos los llamó niveles tróficos, (del griego throphos: alimento) dejando claro que todos los seres vivos nos transformamos en comida después de un breve paso por la vida, contribuyendo a mantener en pié la estructura del ecosistema.
Este enfoque descriptivo de la Naturaleza llevó a la comunidad científica a ensayar todo tipo de cálculos, aplicando las herramientas matemáticas y las técnicas analíticas más sofisticadas del momento. Fue en aquellos años cuando Lotka y Volterra enunciaron su conocido modelo depredador-presa aplicando las ecuaciones diferenciales para explicar la relación depredador / presa (Fig.1). También los oceanógrafos del buque danés Galathea utilizaron la absorción del C14 para determinar la cantidad de materia orgánica producida por los vegetales unicelulares del océano por unidad de superficie y año. A este valor lo llamaron Producción Primaria Neta y se fijó en un máximo de 100 gr/m2/año.
Según estos cálculos, Lindeman enunció su famosa Ley del 10%: “Tan sólo el 10% de las calorías ingeridas por un nivel de la pirámide trófica es transferido al nivel siguiente, el 90% restante es utilizado para mantener la vida en ese nivel o bien es excretado sin pasar al nivel trófico siguiente”
Esta escasa eficiciencia en el transporte de la materia orgánica de un nivel trófico al siguiente limita a 4 el número máximo de eslabones de una cadena trófica. En otras palabras, 1.000 gr. de fitoplancton pueden producir 100 gr. de copépodos herbívoros, que a su vez se transformarán en 10 gr. de sardina y después en 1 gr de tiburón.

Todo parecía encajar bien en la descripción de los ecosistemas marinos, incluso se demostró triunfalmente que una pequeña cantidad de biomasa de fitoplancton permitía alimentar una abundante biomasa del nivel trófico superior (zooplancton herbívoro) ya que se comprobó experimentalmente su altísima tasa de renovación.
Sin embargo algunas observaciones del mundo real no encajaban con esta interpretación simplificada de la Naturaleza.
Se descubrió que muchos animales cambian de herbívoro a carnívoro en su ciclo vital, de modo que aunque en todas las cadenas hay productores, herbívoros, carnívoros y carroñeros, no se corresponden con grupos fijos de organismos puesto que las respectivas funciones pueden ir cambiando a lo largo de sus ciclos biológicos.
Actualmente se acepta que ningún sistema trófico ha sido descrito en términos realmente cuantitativos, tal es la complejidad de lo que ahora llamamos redes tróficas.
Las cadenas alimenticias son en realidad más complejas de lo que pensábamos, de modo que los eslabones de estas cadenas suelen estar conectados entre si de diversas maneras para formar una intrincada y tupida red alimenticia.
La clásica pirámide de Elton ha sido sustituida por la pirámide energética y la disciplina científica que aborda estos estudios es ahora la termodinámica de procesos irreversibles.
Hoy sabemos que la sucesión de eslabones tróficos tiene como objeto casi exclusivo la transferencia de energía y que, posiblemente, la función del ecosistema sea tan sólo maximizar la permanencia de esta energía dentro de estructuras biológicas.
Por esta razón todos los seres vivos se resisten a ser devorados y han desarrollado estrategias de todo tipo para escapar de su depredador y atesorar la energía del sistema en sus propias estructuras. Se confirma también que la energía no fluye siempre de niveles tróficos inferiores a superiores; puede transferirse también lateralmente, cuando especies en competencia se comen unas a otras o hasta endógenamente, cuando se da el canibalismo en ciertas especies.
No conocemos con suficiente detalle las relaciones entre los organismos marinos como para poder describir con exactitud las transferencias de energía en el ecosistema, por esta razón nuestra comprensión de las cadenas alimenticias marinas permanece aún a un nivel muy elemental.
En el futuro el conocimiento fino de estos procesos tendrá su aplicación práctica en la gestión pesquera, de modo que podremos calcular el volumen de extracción de biomasa marina sin que se produzcan alteraciones ecológicas. También nos servirá para desarrollar eficazmente la industria de la acuicultura, obteniendo recursos marinos a base de acelerar, en entornos confinados, el funcionamiento de cadenas alimenticias controladas.


 
   
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