En
la compleja clasificación e los moluscos, los conos pertenecen
a la clase gastropoda, subclase prosobranchia, orden neogastropoda
y subfamilia conacea. Nada parece indicar que estos caracoles marinos
puedan ser peligrosos para el hombre. Sin embargo, y a diferencia
de sus primos terrestres, los conos son carnívoros y se alimentan
de moluscos, gusanos y peces a los que paralizan mediante un diminuto
aguijón o dardo dentado que expulsan por la trompa o probóscide,
situada en el extremo anterior de la concha. Este pequeño
arpón está unido a la trompa por un ligamento tubular
que conecta con la glándula venenosa y que le permite atraer
a su presa como si fuera un hilo de pescar. El veneno contiene una
mezcla de toxinas que afectan a los centros nerviosos, produciendo
una parálisis total o parcial casi inmediata de la presa.
Poseen varios aguijones de reserva, que serán desplazados
al extremo de la trompa para que estén listos para una próxima
picadura. La presa es succionada y deglutida por la trompa que contiene
el esófago del cono y permite albergar peces tan grandes
como el propio caracol.
Los más peligrosos
Podemos dividir los conos en tres grupos siguiendo sus pautas de
alimentación: los vermívoros, que comen gusanos enterrados
en la arena; moluscívoros, los cuales a veces practican incluso
el canibalismo; y piscívoros. Las picaduras de los vermívoros
pueden resultar dolorosas pero no representan un peligro real para
el ser humano a excepción de las especies más grandes:
Conus Leopardus y Conus Quercinus. Las especies moluscívoras
y, sobre todo, las piscívoras, cuyo veneno debe ser más
poderoso para inmovilizar inmediatamente a presas de un tamaño
considerable, representan el mayor peligro. Entre las piscívoras
más venenosas nos encontramos al cono estriado (conus striatus),
considerado el más venenoso de todos; el cono tulipán
(conus tulipa); y el cono geógrafo (conus geographus). Este
último es la especie que más víctimas humanas
ha causado. Todos ellos son del indopacífico. En el Atlántico
Americano y el Caribe las especies más peligrosas, aunque
su picadura no es mortal, son el cono alfabeto (conus spurius) y
el cono coronado (conus regius). En Europa hay una sola especie,
el cono mediterráneo (conus mediterráneas o conus
ventricosus) que es inocua por su pequeño tamaño,
causando leves síntomas locales. Otros conos peligrosos para
el ser humano son el conus pennaceus, conus textile, conus aulicus,
conus magnus e incluso el conus marmoreus. No hay una relación
entre el tamaño del espécimen y su peligrosidad sino
que la gravedad de las picaduras se relaciona más con el
tiempo de contacto ya que la cantidad de veneno disponible después
de una picadura sigue siendo casi la máxima. Además,
al disponer de varias docenas de aguijones las picaduras pueden
ser múltiples. La mortalidad de sus picaduras, en el caso
de los más venenosos, llega al 50%, por lo que, preventivamente,
ningún cono debe manipularse sin usar guantes.
Matan
buceadores
El recolector imprudente sentirá inicialmente un dolor agudo,
como el de la picadura de una avispa, seguido de una parálisis
progresiva con dificultad para respirar, comer, beber y hablar,
hipotensión arterial, convulsiones e incluso la muerte por
parálisis respiratoria en un lapso de 2 a 6 horas. Lo normal
es recuperarse espontáneamente en un par de días.
El tratamiento resulta difícil ya que el paciente no le concede
importancia pues nota un dolor similar al de la picadura de una
avispa. Cuando empieza a sentirse mal es cuando acude a un centro
sanitario. Es útil realizar una incisión de 5-6 mm
de longitud por 3 mm de profundidad seguida de succión, pero
siempre que se realice en los 2-3 primeros minutos. En ocasiones
el aguijón quedará clavado y deberá ser extraído
con pinzas sin exprimirlo. Se debe trasladar al herido a un centro
sanitario donde por precaución habrá que motorizar
la función respiratoria y cardiaca. Si se presentan síntomas
de hipoxia y mala ventilación pulmonar se necesitará
intubar endotraquealmente con ventilación mecánica
con cuadros de evolución positiva en 6 o 12 horas. Si hay
hipotensión severa habrá que administrar sueros endovenosos
y naloxona a 2-4 mg en adultos i.v. diluida en suero. No existen
sueros antivenosos ni antídotos específicos. Ante
todo lo importante es mantener la calma, inmovilizar lo más
posible la zona afectada y realizar un torniquete para relantizar
la dispersión del veneno en la sangre y pedir ayuda. Es importante
conservar el cono que ha ocasionado la picadura para mostrarlo a
los médicos. En todos los casos, incluso si el dolor no es
fuerte y la picadura no parece peligrosa, hay que avisar a un médico.
Precauciones
La búsqueda de conchas y conos en mares cálidos debe
hacerse con prudencia. En primer lugar, lo deseable es no llevarse
nada del mar para no impactar negativamente en el medio ambiente,
pero si nos empeñamos en buscar recuerdos jamás
debemos rebuscar en la arena o entre las piedras sin contar con
unos guantes. Si se encuentra un cono debe cogerse por la base y
hay que mantenerlo vigilado. En algunos casos su dardo puede atravesar
el traje de buceo. La identificación de las distintas especies
puede ser engañosa ya que como ocurre con las setas, nada
se parece más a un cono inofensivo que otro venenoso con
incrustaciones calcáreas. A pesar de su peligrosidad potencial,
el número de accidentes es escaso y como mucho sólo
unas docenas de casos han sido mortales. Son especies nocturnas
por lo que sólo si las buscamos cuidadosa y deliberadamente
las encontraremos entre las piedras o enterradas en la arena.
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