
El delfín mular (Tursiops truncatus) se encuentra incluido
en el anexo II de CITES (tratado Internacional de especies amenazadas)
desde 1973, aunque la UE lo incluye en el anexo 1 dándole
una mayor protección. Están amenazados por las redes,
que al estar hechas de plástico son invisibles al sonar de
los delfines; por las artes de pesca para grandes pelágicos
como el atún; por la distorsión de los campos magnéticos
por parte de cables eléctricos submarinos que provocan varamientos;
por la contaminación acústica que los deja sordos;
por ser pescados por parte de ciertas culturas que consideran ciertas
partes de su anatomía mágicas y curativas; por el
exceso del turismo, también el turismo de avistamientos;
por la acumulación de metales pesados en la cadena trófica
y por algunos pescadores que les hacen responsables de agotar algunos
caladeros. Pero además, la sobreexplotación de los
recursos pesqueros ha disminuido su capacidad de alimentarse y fomenta
la aparición de enfermedades por debilidad de los animales,
especialmente de parásitos que instalados en sus oídos
y órganos del equilibrio que provocan varamientos.
Además, estos animales son muy sociables y mantienen una
gran cohesión social, por lo que a veces es suficiente con
que un animal esté enfermo para arrastrar a la orilla al
resto de la manada que no son capaces de dejarle sólo.
Estos magníficos animales pertenecen a la familia de los
cetáceos en la que hay dos grandes divisiones: los Misticetos
y los Odontocetos. Los primeros tienen barbas o ballenas que filtran
el alimento, cráneo simétrico y dos aberturas nasales
externas. Los Odontocetos tienen dientes en vez de barbas -generalmente
todos iguales y con anillos de crecimiento- cráneo asimétrico
y una abertura nasal externa.
Alta tecnología biológica
La frente del delfín no coincide con su cráneo, sino
que se trata de un auténtico sónar biológico:
el melón. Se trata de una estructura mediante la cual consiguen
lo que se denomina ecolocalización. Emite unos chasquidos
de alta frecuencia (ultrasonidos). El aire inspirado es conducido
por un complicado sistema compuesto de cámaras de resonancia
y solapas vibrátiles que producen ultrasonidos y los mandan
a través del melón en cuyo interior hay una grasa
especializada que actúa como una lente, enfocando el sonido
hacia un objeto determinado en el que rebota, regresando al delfín
por su mandíbula inferior, que también tiene un tejido
graso especializado. De ésta pasa al oído medio y
de ahí al oído interno donde se transforma en impulsos
nerviosos. Sus oídos externos, por el contrario, carecen
de pabellón auditivo y apenas son sensibles.
El orificio nasal o espiráculo se desplazó a una zona
dorsal para facilitar la toma de aire con sólo rozar la superficie.
No hay conexión entre la tráquea y el esófago
por lo que pueden tragar alimento y respirar a la vez. A penas pueden
oler, pero sus pequeños ojos ven bastante bien fuera y dentro
del agua. La lengua tiene papilas gustativas, por lo que tienen
sentido del gusto, y está rodeada por 80-88 dientes de forma
cónica, todos iguales.
Poseen una gruesa capa de grasa bajo la piel (panículo adiposo)
que proporciona flotabilidad, reservas y aislamiento térmico.
Su escasa irrigación y su forma voluminosa le ayudan a conservar
el calor. Su cuerpo es hidrodinámico y poco flexible, con
alguna movilidad en el cuello y aletas. Ni los genitales, ni el
pabellón auditivo, ni siquiera las glándulas mamarias
sobresalen del cuerpo. La aleta caudal con movimientos de arriba-abajo
les permite alcanzar unos 40 km/h. Se dirigen y estabilizan con
las dos aletas pectorales y la dorsal que está formada de
piel y tejido conjuntivo.
Sus riñones eliminan la sal marina que ingresan con la alimentación.
Consiguen el agua a través de la ruptura metabólica
de las sustancias alimenticias.
Apneas de 20 minutos
Los cetáceos son unos verdaderos maestros de la apnea. Algunos
como la foca de Weddell pueden bucear hasta una hora y llegar a
los -400m con presiones de 40 atm. Un delfín mular puede
aguantar 20 minutos bajo el agua si está muy relajado. Combinan
una serie de elementos para conseguir administrar al máximo
el oxígeno y evitar al máximo el CO2. Sus tejidos
son más tolerantes a la hipóxia (falta de oxígeno);
la sangre (con 2 a 8 veces más de mioglobina que los mamíferos
terrestres) tiene unas características que les permite evitar
bajadas del ph provocadas por el ácido láctico y el
CO2 así como retener el oxigeno más tiempo; renuevan
el 80-90% del aire en cada respiración (nosotros sólo
lo hacemos en un 15%); les afecta menos la presión porque
el volumen pulmonar es pequeño (0,9% del peso corporal) evitando
también concentraciones de N2 peligrosas en la descompresión
y facilitando el colapso de los alveolos, evitando el intercambio
gaseoso y reforzando el efecto de la vasoconstricción, que
reduce el número de tejidos a los que llega el N2. Además,
al bucear son capaces de hacer llegar el oxígeno con más
eficacia que nosotros: sólo mantienen el 9% del oxígeno
en los pulmones, desplazando el 40% a la masa muscular y el 41%
a la sangre, mientras que nosotros conservamos el 34% en los pulmones,
el 41 % en la sangre y sólo el 13% en los músculos.
Pueden llegar a pesar entre 130 y 300 kg, y vivir entre 40 y 50
años.
Normalmente paren una cría tras 10-12 meses de gestación.
Las hembras ovulan una o dos veces al año y suelen ser ayudadas
en el parto por otras hembras llamadas parteras o tías.
La leche que inyectan en la boca de la cría, entre el paladar
y la lengua, cuenta con un alto contenido en grasa y tiene 6 veces
más proteínas que la humana. La lactancia dura entre
12 y 18 meses y la alternancia con pescado comienza a los 4 o 5
meses. Alcanzan su madurez sexual a lo 10-12 años.
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