BIOLOGIA
 
Apenas quedan ya lobos de mar

La foca monje o foca del Mediterráneo, también conocida como lobo marino y vaca marina, es una de las diez especies más amenazadas. Su voracidad la hizo competir por la pesca con el hombre, quien la ha matado también para quedarse con su piel y su grasa y la ha acosado reduciendo su espacio natural. Las enfermedades, la contaminación y una lenta capacidad de reproducción están acabando el trabajo. Sólo las veremos cuarenta años más si los esfuerzos por salvarlas de la extinción no prosperan.
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La foca monje o lobo de mar poblaba todos los mares con abundantes colonias que iban desde el Caribe hasta Hawai pasando por el Mediterráneo, el Mar Negro y las costas africanas del Atlántico. Colón mencionó en sus cuadernos de viajes a la Monachus Tropicalis, extinguida desde 1952, pero ya Homero, hace 2800 años, hablaba de ella. Se han encontrado huesos de estas focas de unos 12.000 años de antigüedad en cuevas malagueñas que indican que los hombres ya aprovechábamos su carne, su grasa y su piel allá por el epipaleolítico. Hoy, tristemente sólo quedan recuerdos topónimos de lugares donde antaño eran abundantes: Costa de las Focas, Cueva de la Vaca, Isla de Lobos, Punta del Lobo...La especie ha pasado de dominar los mares a necesitar la protección de convenios internacionales: Barcelona, Berna, Bonn, Convenio de Biodiversidad, CITES, Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza... Se considera especie protegida en todos los países de la Unión Europea, pero sólo Grecia y Portugal han destinado áreas específicas para su protección.


En España la foca monje era abundante en Alicante, Almería, Baleares, Cataluña y Murcia. Desapareció definitivamente de las costas peninsulares en los sesenta y el último grupo llegó a vivir hasta mediados de los sesenta en el Cabo de Gata (Almería). En las islas Baleares, donde había sido muy abundante, desapareció de Mallorca ya en 1922, para desaparecer del archipiélago también en los sesenta. En Canarias pasó algo parecido, aunque la caza de focas por parte de pescadores a principios de siglo era habitual en lugares como la Isla de Lobos. Actualmente llegan a nuestras costas algunos ejemplares erráticos procedentes de las pequeñas colonias del Magreb y de la costa mauritana y saharaui.
Los pescadores las cazaban haciéndolas responsables del descenso de capturas sufriendo un acoso paralelo al del lobo terrestre, que en realidad tenía un origen similar: la expansión de la actividad humana les hacía competir por los recursos y el espacio. En definitiva: competencia entre dos depredadores. La explosión turística española acabó por cercar a las focas con puertos, urbanizaciones y desaparición de sus zonas de reproducción. La sobrepesca, la contaminación y la aparición de plagas como la de las algas tóxicas que en 1997 acabaron en unos días con dos tercios de la última gran colonia en Cabo Blanco (Mauritania), son las amenazas que hoy pesan más sobre una magnífica especie que hemos puesto borde de la desaparición.

Una sociedad machista

La Monachus Monachus es un pinnípedo que puede alcanzar los 400 kilos y los 3 metros de longitud en su estado adulto, siendo su rasgo distintivo la cabeza redondeada y una cara ancha recortada por el hocico y sus constantes gruñidos, que le valieron el nombre de lobo marino. Las hembras tiene la piel de color gris y los machos de color negro con una mancha blanca en la región ventral. Tiene uñas en las extremidades anteriores y posteriores, siendo las últimas más cortas.
Su dieta se basa en unas tres cuartas partes de langostas, lubinas, múgiles y otros peces, y otra cuarta parte de pulpos.

Pueden llegar a consumir entre 15 y 20 kilos diarios de alimento, lo que significa que necesitan espacios de gran riqueza biológica y la ausencia de otro tipo de grandes depredadores que, como el ser humano, compitan por el alimento.
Las hembras paren una cría al año, raramente dos. Éstas miden de 80 a 90 cm. cuando nacen y pesan unos 20 kilos. Durante los cuatro meses de lactancia es cuidada sólo por la madre y los machos no ayudan ni siquiera para conseguir comida. El macho dominante tiene a su disposición un harén exclusivo. Los machos se pelean por el espacio de caza pero en tierra firme no se agreden. De hecho, una vez que vencen su instintivo temor a la presencia humana, las focas se muestran curiosas, juguetonas y les gustan nuestras caricias. Se estima que en la actualidad quedan unos 500 individuos en todo el mundo, siendo la colonia más importante la del Atlántico africano.

Proyecto español de recuperación

En España el Proyecto para la Recuperación de la Foca Monje, impulsado en 1995 por Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente de Canarias, pretendía, con fondos comunitarios LIFE, crear un corredor biológico que uniera las colonias de Cabo Blanco (Sahara Occidental-Mauritania) y de Madeira creando una reserva en las Canarias Orientales, que cuentan con suficientes espacios naturales protegidos y reservas biológicas suficientes para soportar el impacto de las focas. De ese modo no sólo se recuperaría la especie para la fauna española sino que se dispersaría el riesgo de tener concentrada a la mayoría de la población en un par de puntos expuestos a cualquier amenaza ecológica. En mayo de 1997, un alga dinoflagelada tóxica (Alexandrium minutum), que produce diarreas y parálisis nerviosas, afectó a toda la cadena trófica de Cabo Blanco y la epizootia acabó con dos tercios de la colonia, de unos 300 individuos. Los trabajos del proyecto se reconducieron entonces a averiguar el número exacto de supervivientes y a volver a valorar la viabilidad del traslado.
En la actualidad, desestimado el traslado de individuos a nuevas reservas, los esfuerzos se centran en la recuperación de la especie en sus últimos refugios naturales y se trabaja en un proyecto internacional de protección de las poblaciones atlánticas, en el que participan España, Portugal y Mauritania. Las evaluaciones más recientes destacan una lenta recuperación del desastre del 97, aunque aún están lejos de alcanzarse las cifras de población anteriores a esa fecha.

 
   
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