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BIOLOGIA
Pólipos Sociedad Cooperativa FOTOS: ZOEA

No sólo no se trata de una plantita decorativa, aunque pueda parecerlo, sino que es una sociedad de animales carnívoros que se juntan para cazar y se distribuyen la comida del modo más justo que jamás nadie hubiera imaginado: comparten el mismo estómago. ¿Seres de otro planeta? ¿Engendros de mutaciones radioactivas? No, los ves en cada inmersión y sin querer te habrás cargado a más de uno, porque son más frágiles que el coral. Nos referimos a las gorgonias.
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Lo primero que llama la atención de esta especie de cnidaria, emparentada con el coral, las anémonas y las medusas, es su forma de abanico ramificado (gorgonia roja) o de arbusto (gorgonia blanca). Son bastante flexibles y a diferencia del coral duro, la colonia de pólipos que la forman está sostenida por un esqueleto córneo extremadamente frágil. Tanto es así que si tenemos tentaciones de llevarnos una de recuerdo, al sacarla a la superficie y morir su parte orgánica (pólipos y algas zooxantelas con las que mantienen una relación simbiótica), pierden el color y se quiebran con mucha facilidad. Tanto la gorgonia roja como la blanca despliegan sus ramas contra corriente para atrapar en ellas el máximo de alimento posible que se compone de plancton, especialmente larvas y huevos, a la deriva. Sus formaciones pueden alcanzar hasta los 50 cm de altura; prefieren los fondos rocosos o detríticos, moderadamente iluminados y con suaves corrientes; se fijan al sustrato con una amplia placa basal de la que parte un pequeño tronco principal que se ramifica abundantemente y eligen profundidades de entre -10 m a -100 m. En lo que no hay consenso es en lo de sus colores. Por ejemplo, la gorgonia roja presenta una coloración amarilla en las partes más jóvenes de las ramas. Pero algunos científicos clasifican también gorgonias púrpura. Puede que en realidad no dispusieran de un buen foco y perdieran el color con la profundidad, ya que el rojo es el primero que dejamos de percibir allí abajo.

Solidarios, tranquilos y frágiles
Los pólipos se unen para formar colonias. Son bastante grandes, de entre 6 a 10 mm . No sólo son solidarios entre ellos compartiendo esqueletos y estómagos, sino que también mantienen alianzas con algunas algas. Sus ocho tentáculos urticantes los despliegan desde sus espículas con el fin de atrapar a sus presas ayudados de la corriente. No compiten ni siquiera en eso de buscar pareja ya que su reproducción mayoritariamente es asexual que se refleja en el crecimiento de las ramas. No tienen prisa en crecer y su desarrollo puede llegar a ser de sólo un centímetro al año, alcanzando su plenitud entre los 15 y 20 años, eso si las condiciones ambientales son buenas.Pero cuando quieren expandirse y formar bosques o colonizar otras zonas, entonces sí tiene lugar la reproducción sexual. Se producen unas larvas nadadoras que formarán parte del plancton hasta que finalmente se fijen a la roca y una nueva colonia comience a surgir poco a poco. Las larvas libres se dispersan evitando que las nuevas colonias no entren en competencia con sus progenitoras por el espacio o el alimento. Este lento crecimiento es hoy su mayor limitación y las pone en peligro frente a la continua agresión que sufren de los humanos. Las mayores amenazas para estos bellos animales, que no pueden salir corriendo cuando nos detectan, son los fondeos, las redes de trasmallo y nosotros, los submarinistas, sobretodo los que aletean sin control.
Las gorgonias, por su fragilidad y su lento crecimiento, son un buen indicador biológico sobre la presión que el buceo ejerce en las diferentes reservas marinas. Además de la presión humana, las gorgonias, esas excelentes sociedades cooperativas, tienen sus depredadores naturales. Se trata de algunos gaterópodos como el Simnia Apelta o las “porcelana” que se alimentan del tejido vivo de las gorgonias. No son consideradas especies en peligro de extinción, pero dada su fragilidad y el crecimiento exponencial de la actividad de los usuarios del mar, las van a poner rápidamente dentro de las especies que habrá que proteger si queremos seguir disfrutando de ellas. Afortunadamente para ellas, comparten algunos espacios que se encuentran bajo la protección del Consejo de Europa como: la comunidad infralitoral de Algas Esciáfilas; la comunidad de Rodófitas Calcáreas Coralígeno; Comunidades de Grietas y Cuevas Oscuras y Pradera de Posidonia. En todas ellas es frecuente la presencia de gorgonias, cigarras de mar, meros, corvallos y fanerógamas, entre otras especies.

Declive espectacular
La mortandad de gorgonias en el Mediterráneo Occidental, hasta en proporciones de 10%, ha hecho saltar la alarma. El mal comenzó a detectarse en el sur de Francia y se extendió desde Córcega hasta el norte de Italia, llegando a la Liguria, afectando también a las costas catalanas. Es un mal que afecta a los cnidarios en general, esponjas, coral rojo, madréporas y gorgonias de todos los tipos y colores. Mueren los pólipos y sólo quedan los esqueletos sin tejido vivo. La enfermedad se extiende con rapidez y puede diezmar la población de una zona en cuestión de dos meses.
Parece que se trata de un problema global ya que afecta a poblaciones alejadas entre sí, por lo que se barajan como causas más probables el cambio climático y la polución orgánica. Un aumento de la temperatura media del agua con temperaturas constantes de 24º C a profundidades de -20 m durante todo el verano unido a al inmenso aporte de fertilizantes y polución orgánica que sufre el Mediterráneo, pueden ser la causa de una proliferación desmesurada de virus y bacterias que el mar no es capaz de asimilar y depurar de forma natural y que acaban afectando a todos los seres vivos que en él habitan, especialmente a los más sensibles. Además del daño ecológico, la pérdida de uno de los mayores atractivos para el turismo subacuático, puede traer consecuencias económicas muy negativas para los centros de buceo del Mediterráneo.

 
 
   
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