BIOLOGIA
FOTOS:ZOEA
Sensibilidad a flor de piel

Las sepias o jibias seducen a su pareja cambiando el color y los dibujos de su piel, y expresan su cariño acariciándola con sus tentáculos y refrescando su frente con una chorrito de agua. Son tan tiernas en el amor como en la boca de sus depredadores, por lo que también utilizan esas habilidades para mimetizarse. Cuando falla el escondite, sueltan tinta, ponen en marcha la propulsión a chorro y desaparecen tras una cortina de humo.
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Nadie diría que estas bailarinas son moluscos, parientes de los caracoles y las babosas, salvo por la textura de su piel. Se sostienen en flotabilidad neutra gracias a una ondulante cortinilla que hace las funciones de aleta natatoria y que rodea todo su cuerpo. Sus ojos, extremadamente evolucionados, aunque no le permitan distinguir colores, son inquietantemente parecidos al logotipo de Batman, y como los vampiros, tiene hábitos nocturnos. Como el resto de su familia, los cefalópodos, tiene tentáculos, en concreto 10, dos de los cuales son más largos y suele llevarlos enrollados. Rodean éstos su boca, que tiene la forma y consistencia de un pico de loro en miniatura con el que desgarra a sus presas: pequeños crustáceos, moluscos y pececillos que atrapa con sus dos tentáculos más largos. Su tamaño va desde los 15 hasta los 40 cm, habiendo ejemplares que pueden llegar a alcanzar unos 70 cm. Suelen rondar por aguas poco profundas hasta un máximo de -150 m. en arenas, piedras y algas, mimetizándose con el paisaje gracias a un original mecanismo de coloración de la piel. Unas células de la capa más superficial de la piel, llamadas cromatóforos y que están llenas de pigmentos rojos, amarillos y negros, pueden contraerse o expandirse a voluntad. Bajo esa capa superficial hay otras células con pigmentación blanca o verde que pueden reflejar la luz. Combinando contracciones y relajaciones de los cromatóforos, las sepias pueden volverse unos auténticos espectáculos de luz y color. Cambian los diseños de su piel, los dotan de movimiento y fluorescencias, imitan las texturas y colores de su alrededor, expresan su género o su deseo de aparearse y la aceptación o el rechazo de sus pretendientes.
Pero no sólo con piel se expresa la sepia. Sus tentáculos y las posturas corporales le ayudan a reforzar con la mímica un discurso eficaz y destinado a reproducirse.

Fieles toda la vida
Una sepia pude vivir un máximo de dos años y medio, pero son fieles amantes que acompañan a su pareja hasta el final. Durante la época de reproducción, que suele ser la primavera, aunque puede alargarse durante el verano, los machos se ponen a lucir sus mejores diseños cebra intermitente, que a las hembras les hace “ruborizarse”, algo que en lenguaje sepia se hace cambiando el jaspeado por un gris uniforme pero que a los efectos significa lo mismo. El macho interpretará que hay plan y se dedicará a entregar su cargamento seminal encapsulado. A las pocas horas los huevos fecundados decoran, en forma de racimos, los recovecos de las rocas. Pueden ser más de 500 por hembra, tienen forma de limón y cada uno tiene un grosor unos 8 mm. Dos meses después, de cada huevo nacerá una mini sepia de 1 cm. pero totalmente desarrollada. Cuando mida 9 cm. al cabo de un año, ya será capaz de reproducirse.
Pero no todo es llegar y reproducirse. También es necesario cortejar a la novia y algo de sensibilidad por parte del novio. Lo primero es impresionarla dando signos de salud, fuerza y potencial genético, para lo cual el tamaño importa, pero también la coloración brillante y ser un peleón. Una vez eliminada la competencia que habrá escapado descolorida y avergonzada, hay que ser detallista: unas caricias con los tentáculos entre los ojos y un refrescante chorrito de agua calmarán a la inquieta novia quien, finalmente, acogerá a su pareja con los tentáculos abiertos.
Si un macho está enfermo y no puede adoptar las coloraciones y gestos de los de su género, puede ser confundido por otros machos quienes intentarán inútilmente aparearse con él.
Las habilidades cromáticas del macho no acaban ahí, y puede mostrar una doble faz simultáneamente. Si otro macho trata de interrumpir en medio del coqueteo, puede mostrar una coloración relajada y agradable de cara a su pareja, y otra agresiva y disuasoria en la parte del cuerpo que ve su contrincante.
Pero la sepia también ha empleado la creatividad en su carrera armamentística evolutiva. Sus contramedidas consisten en nubes de tinta y en un sistema de propulsión a chorro que las catapulta como si fueran unos proyectiles, lo que les permite huir de algunos de sus depredadores naturales: las morenas, los congrios, algunos tiburones y peces de gran tamaño. Sin embargo si su sofisticado sistema de camuflaje ni su valiosa tinta la salvan de ser pescada por el hombre. Además, lo que es un arma defensiva, se vuelve apetitosa salsa o interesante botica en manos de este superdepredador.
La sepia más común es la Officinalis, pero en el Mediterráneo hay dos especies más que son la Orbignyana, que tiene una espina visible en la punta del jibión, y la Elegans, ambas más pequeñas que la Officinalis.

Código de señales
Para algunos estudiosos de las sepias, estos cefalópodos no sólo utilizan los cambios de textura y coloración de sus pieles junto con sus movimientos natatorios y de tentáculos para aparearse. Los cambios de color tienen un significado primario que viene complementado con lo que sucede con la disposición de las manchas o los movimientos de los tentáculos. De ese modo pueden llegar a crear frases en un hipotético lenguaje de sepias. Por ejemplo, una coloración brillante puede querer decir “aquí estoy”; si añadimos unos tentáculos alargados, separados en forma de racimo, puede querer decir “aquí estoy, más fuerte que ninguno”; y si le añadimos un parpadeo de manchas, puede querer concluir “...y busco pareja para esta noche”.
Que los cefalópodos son unos seres asombrosamente inteligentes, está demostrado. Pueden resolver problemas que requieren un aprendizaje y evaluación de la situación que sólo un chimpancé podría resolver. Tienen una interesante memoria y han sobrevivido a muchos avatares de la evolución. Pero aun así, probablemente su lenguaje no sea muy complicado porque tampoco lo es su modo de vida. Y es que para vivir tan poco tiempo, con comer, aparearse y no ser comidos tienen bastante trabajo. Así que lo poco que hablan lo hacen, sobretodo, para poder encontrar pareja.


Breves

Diminuto caballito de mar
Una nueva especie de hipocampo se suma a las 32 que hasta ahora estaban registradas tras el hallazgo en Indoneisa se un caballito de mar que apenas mide 16 mm, más pequeño que una uña, y que ha sido bautizada como Hipocampo Denise. Pequeño pero matón, porque comparado con sus hermanos mayores este hipocampo es muy activo. Por esa razón su descubridora, Sara Lourie, lo llamó “Denise” derivado de Dionysus, dios griego del vino y del placer y que significa “salvaje y frenético”. Algo tendría que ver también en la elección del nombre el hecho de que basara sus investigaciones en el increíble trabajo del reconocido fotógrafo submarino Denise Tackett quien ha obtenido un total de 1.997 fotografías del pequeño hipocampo en su ambiente natural.


Cangrejos asesinos
En la Bahía de Sanborombón, a escasos 200 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, las playas rodeadas de pantanos y cenagales se hacen inaccesibles para los humanos y presentan condiciones ideales para los cangrejos. Se mueven por la arena como un ejército de miles alimentándose de todo lo que hay a su paso. Con la marea baja se forman charcas donde quedan atrapados gran cantidad de peces, momento que aprovechan los cangrejos para alimentarse abalanzándose sobre sus víctimas y devorándolas en pocos minutos.
Es normal la presencia en la zona de ganado salvaje que, al llegar a los pantanos se pierde, los cascos de los terneros hacen vacío en el terreno cenagoso y quedan atrapados. Ante los mugidos de auxilio los cangrejos acuden a una velocidad de un metro y medio por segundo y dan cuenta del atrapado animal en una verdadera orgía de sangre y pinzas, hasta que sólo quedan los huesos.


Más espacio para el tiburón ballena

Belice ha creado una nueva zona de protección para el tiburón ballena en las aguas circundantes a la isla Little Water Caye. Esta pequeña isla, ubicada a unos 30km de la costa de Belice, albergará una estación de investigación marina y servirá de central de control para las reservas Gladden Spit Marine Reserve y Laughing Bird Caye World Heritage Site. La mayor parte de la isla fue adquirida por “Amigos de la Naturaleza”, una organización no gubernamental compuesta por 5 asociaciones de Belice con la ayuda financiera de Conservation International. Éste área, rica en biodiversidad, es el hogar de más de 25 especies de peces de arrecife y el único lugar en el mundo conocido hasta ahora donde los tiburones ballena se reúnen cada primavera. Conservation International se encargará de administrar y preservar la flora y fauna de la nueva reserva, así como controlar el eco-turismo que sepractique.

 

 
   
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