Felipe
Ezquevo buceaba en apnea a los 14 años y a los 16 aprendió
a hacerlo con escafandra autónoma. Un accidente de tráfico
a los 20 años le hizo perder el brazo y la pierna izquierda.
Este vecino de Rentería, localidad de Gipuzkoa, lleva más
de 20 años buceando, con más de 500 inmersiones
a sus espaldas, no ha encontrado impedimento alguno para seguir
buceando y para decidirse a formarse como instructor de buceo.
A pesar de lo que podamos imaginar los que no contamos con ningún
tipo de discapacidad, la mayor dificultad de Felipe ha sido hacerse
con todo el equipo para acceder al agua. Él mismo adapta
los trajes al brazo y la pierna y el resto del equipo es estándar.
Según declaraciones suyas, una vez hecho el curso de discapacitados
y proporcionarle las adaptaciones necesarias para su equipo, dentro
del agua no hay ningún tipo de diferencia. Donde si la
hay, es hasta llegar al agua. No olvidemos que hay buceadores
que siempre necesitan de un compañero que sea especialista
en buceo adaptado, del mismo modo que hay buceadores estándares
que necesitan la compañía de un buceador con mayor
titulación o con mayor experiencia.
Aunque Felipe prefiere salidas en barco por comodidad para él
si el punto a bucear se planifica desde tierra no se lo piensa
dos veces para sumergirse.
BUCEO XXI realizó
una inmersión con Felipe, a la que nos acompaño
el fotógrafo Txomin Ribera. Si esta inmersión fuera
una prueba de control y seguridad, Felipe se encontraría
entre los primeros clasificados. El control que demostró
para moverse entre dos paredes verticales y para poder traspasarlas
sin rozar y sin levantar el fondo de arena, nos dejó atónitos.
Felipe Ezquevo, de 40 años casado y con dos hijos no solamente
es un buceador que se esfuerza para vencer sus dificultades sino
que es un excelente deportista que además de practicar
la natación como mantenimiento de su forma física
también practica el esquí alpino deporte en el que
compitió el año pasado.