El
Club de Actividades Subacuáticas. BUCEO ADAPTADO CANARIAS,
efectuó hace poco una demostración, ante la Jefa de
Protección de Ayuda del Discapacitado de Protección
Civil de Las Palmas de Gran Canaria.
Se trataba de enseñar las diferentes técnicas empleadas
para tratar las discapacidades físicas: técnicas empleadas
de entrada y salida con minusválidos, asistencias en la entrada
y salida, control y sobre todo la seguridad empleada.
Teniendo en cuenta que la piscina era descubierta y en cualquier
momento se hacía pie, declinamos por efectuar la introducción
al agua de una forma secuencial.
Contamos en esta ocasión con Miguel Antonio Rodríguez,
un minusválido físico de 26 años (85% de discapacidad),
quien sufrió una terrible caída que lo dejó
tetrapléjico al saltar desde un muelle y no calcular la profundidad
del fondo.
Nuestra piscina tenía rampa adaptada, de forma que Miguel
Antonio pudo entrar por sus medios hasta los vestuarios y cambiarse
de ropa, nosotros le adaptamos el buceo.
Después de un minucioso briefing de todo lo que íbamos
a hacer, nos equipamos con el equipo pesado en el agua, primero
nosotros, después a Miguel Antonio, ajustando la flotabilidad
a continuación para empezar con un recorrido en superficie
en snorkel. Lógicamente Miguel Antonio no puede aletear,
pero se le colocaron las aletas de igual forma, lo que le ayuda
a mantener un nivel de acuacidad aceptable. En ocasiones, se suele
ajustar un cinto a la altura de las rodillas, a veces se pueden
lastrar los tobillos, pero dependerá de cómo se maneje
en el agua.
En un principio le damos la mano, como remolcándolo, pero
poco a poco es él quien se desplaza con sus propias manos,
limitándonos primero a guiarlo Instructor (Xisco Mascaró)
y Divemaster (Néstor Gómez), mientras Ana (Asistente
de Instructor) a corta distancia vigila los lados no visibles
por nosotros dos. Esto es importante, porque puede ocurrir que sin
darnos cuenta, las piernas no sensibles, rocen el fondo produciendo
con ello rozaduras no deseables o, floten desequilibrándolo
hacia arriba.
Por esa razón usaremos de una forma racional el cinto o plomeras
adicionales en las rodillas. Para el siguiente recorrido, repasamos
de nuevo el regulador y procedemos igual que al principio, sacando
un poco de aire del chaleco para bajarle un poco el nivel de flotabilidad.
Es importante hacer notar, que algo tan sencillo como calcular nosotros
la flotabilidad, para un discapacitado es una tarea, cuando menos
muy difícil. Por ello, nos puede llevar algún tiempo
ajustar su flotabilidad. Navegando, si éste no demuestra
estrés, no se dará cuenta que podemos ir dándole
fondo con la precaución de sus rodillas, recordemos que pueden
rozarse con el fondo, hasta que lleguemos al final del recorrido
y regresando a superficie.
Con esto devolvimos una amplia sonrisa a una persona joven postrada
a una silla, que en un principio como nos comentó, fue en
el agua donde perdió las piernas. Pero el plato fuerte fue
cuando nos dispusimos a navegar con el scooter. A los pocos metros,
apenas le bastó un poco de orientación de uno de nosotros
navegando, en principio juntos, para luego limitarse a guiar por
encima de éste, otro a un lado un poco por debajo y Ana a
corta distancia.
Acabadas las prácticas de agua, procedimos a extraernos el
equipo pesado por turnos, después de Miguel Antonio. Ya sin
equipo pesado, le sacamos la chaqueta de neopreno, para así
subirlo con cuidado cargando con él y, una vez fuera del
agua lo depositamos sobre su silla para que él fuera secándose
y luego dirigirse hacia los vestuarios.
Miguel Antonio quiere seguir con las prácticas, para así
obtener su titulación de buceador. Estamos convencidos que
su historia sacará a otras personas de su monotonía,
aunque sea por una horas en un afán de librarse de esas
barreras que el agua no tiene, bueno saltando los primeros
obstáculos arquitectónicos.
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