Federico
Pinilla Marchini es licenciado en empresariales, tiene 25 años
y desde los 22 es invidente. Desde siempre ha sido un gran deportista:
jugaba mucho al fútbol, fue campeón de squash juvenil
en un torneo entre gimnasios, practica ciclismo en una bici tándem
y hasta ha llegado a tirarse en paracaídas.
Cuando se quedó ciego, empezó a esquiar con la ONCE,
pero ésta no ha sido su última experiencia deportiva.
La última frontera para Federico Pinilla era poder practicar
el buceo a pesar de su ceguera. A través de un amigo se
enteró de la oportunidad de realizar un cursillo, subvencionado
al 50% por la Escuela Superior de Empresa y Relaciones Públicas
(ESERP).
Sin dudarlo se apuntó a este curso de buceo PADI junto
con otros compañeros videntes. Al principio estuvieron
varios días, y durante horas, en la piscina, asistiendo
a todo tipo de explicaciones. Una vez dominadas las técnicas
básicas, hicieron cuatro inmersiones en el mar vigilados
por el instructor. El curso se completaba con una hora y media
de teoría cada día que iban a la piscina.
Fue increíble
Según él mismo declara a BUCEO XXI, me manejé
muy bien, estaba como pez en el agua y me divertí muchísimo.
Es una sensación como la de volar. Me encontré a
gusto, quizás por la seguridad que me daba el monitor y
el ambiente tan divertido que había. La sensación
fue increíble.
Comenta también que conectó desde el principio con
su instructor, quien le transmitía confianza por la forma
de describir y explicar las cosas y por la seguridad en que lo
hacía. Federico asegura que la sensación de flotabilidad
neutra era parecida a la de volar y que le entraban ganas de aletear
rapidísimo y perderse, de modo que sus compañeros
tenían que ir detrás de él.
Al principio una de las cuestiones que más le costó
fue la flotabilidad, sin embargo él nos confiesa que nunca
ha sentido miedo porque el miedo es mal compañero.
Eso le hizo disfrutar desde el principio de la formidable sensación
de libertad que tienen todos aquellos que alguna vez han dado
volteretas entre dos aguas.
Me gusta sentir cosas fuertes
El cursillo lo realizó en Mazarrón, en el club Marina
del Este, y destaca el buen trato que recibió, tanto él
como sus amigos. Mi madre dice que estoy loco por bucear.
El día en que me tiré en paracaídas por poco
le da un síncope. Las sensaciones que tenía cuando
iba a 200 en una moto o en un coche, las tengo que buscar en otras
cosas, si no estoy muerto. Me gusta sentir cosas fuertes y las
intento buscar donde pueda. Después del curso he hecho
cuatro inmersiones, todas ellas en La Herradura (Granada), donde
mi familia tiene un caserío explica Federico entre
sonrisas.