
TEXTO: BUCEO XXI
La ampliación del puerto deportivo de la Condamine, en Mónaco, en
una superficie aproximada de 6 hectáreas, precisaba la construcción
de un dique. Y a sí se hizo, pero en Algeciras. Para la construcción
de este gigante que pesa 165.000 toneladas y tiene 352,75 metros
de eslora, 28 de manga (44 en la losa inferior) y 24,5 de punta,
fue preciso habilitar la dársena sur de los antiguos astilleros
de Crinavis, achicándose 400.000 m3 de rellenos, margas y rocas
hasta alcanzar una profundidad de 14,5 metros, consiguiéndose una
plataforma de 380 x 75 metros, suficiente para trabajar tranquilos.
Terminado el dique se procedió a demoler la ataguía del extremo
oeste y se dragó un canal de acceso para que una vez inundada la
dársena el dique navegara hacia el exterior del puerto ayudado de
dos remolcadores. Y es que el dique tenía que flotar, una vez terminado,
como si de un impresionante buque mercante se tratara, para hacer
una travesía desde Algeciras a Mónaco que duraría 15 días.

Una
vez instalado, el dique flotante hará funciones de muelle para el
atraque de cruceros de más de 200 metros de eslora; albergará una
futura estación náutica con paseos para peatones y calzadas para
circulación rodada. En su interior un parking de 4 plantas para
380 coches ocupará los 192 primeros metros de dique. Los 136 restantes
será para un almacén de dos plantas en la que se guardarán tanto
mercancías como pequeñas embarcaciones. La unión del dique a tierra
se efectuó por medio de una rótula metálica con doble conicidad
de 2m. de diámetro, 7 de largo y 650 toneladas de peso que se alojó
en una pieza hembra situada en el cajón estibo, reforzada por líneas
de cadenas de anclaje a 45º con el eje del cajón. En el extremo
opuesto, las traslaciones del dique se limitarán por medio de ocho
cadenas tesadas, ancladas a pilotes metálicos de 1m de diámetro
y 35m de longitud hincados en el fondo marino. Cinco cadenas, que
miden 300m, están ancladas en el lado del mar y las otras tres,
de 150m, están en el lado del puerto. En total son 1.000 toneladas
de cadenas para amarrar un “King-Kong” que puede ser muy violento
si el mar le empuja a ello.
Importante
actuación de buzos
Miguel Romans, buzo profesional que ha participado en la colocación
del dique comentaba para BUCEO XXI que sus labores han sido la inspección
del hormigón, la colocación de ánodos de sacrificio y tareas auxiliares
de apoyo. El hormigón puede sufrir bastante las consecuencias de
la botadura del dique por los cambios de presión que eso supone,
a pesar de estar construido por medio de láminas especiales que
absorben este tipo de cargas. Los ánodos de sacrificio son unos
parches que se ponen para evitar la corrosión de la armadura ya
que se encargan de desviar la actividad del oxido hacia ellos. Cada
uno pesa 200 kilos y en total se han colocado 150 ayudados de unas
camillas con flotadores. Los ánodos se atornillan primero y después
se sueldan, trabajos estos que tienen que ser realizados por buzos
profesionales. Este es un ejemplo del trabajo de los buzos, quienes
están implicados en casi todas las obras de infraestructuras portuarias
pero que es difícil “verlos trabajar” porque lo hacen a muchos metros
de profundidad.