Los
buzos son imprescindibles en todas las tareas profesionales que
deben realizarse bajo el agua. Estos trabajos entre otros son, construcción
y reparación de puertos, diques, emisarios, saltos de agua,
salvamento de barcos, limpieza de turbinas y un largo etcétera,
en el cual realizan trabajos de albañilería, soldadura,
mecánica, desplazamiento de piedras, etc.
Los buceadores realizan una labor difícil, casi siempre en
un ambiente hostil, dependientes del aire que se les suministra
y trabajando en un medio con riesgos propios añadidos a los
de cualquier otro trabajo que implique un esfuerzo físico.
Además, necesitan unos conocimientos muy amplios dada la
complejidad técnica de algunos trabajos que tienen que realizar,
y precisan, en muchas ocasiones, de complejos utensilios como taladros
y martillos de aire comprimido, sierras y punzones hidráulicos,
sopletes y soldadura, y hasta explosivos.
La formación del buzo se logra a lo largo de una vida profesional
sacrificada en la que se juegan la vida constantemente, luchando
con elementos adversos como la falta de visibilidad, las corrientes,
la fragilidad de las mangueras de aire que pueden partirse o bloquearse
en cualquier momento por una roca y una seguridad escasa que se
resume en la dependencia total del compañero.
Para conseguir el título de buceador oficial de primera de
la construcción, tienen que someterse a un reconocimiento
médico, cuyas pruebas son las mismas para un joven de 26
años como para una persona de 60, tienen que realizar un
examen de evaluación psicológica y además tienen
que superar las pruebas específicas reglamentas para la práctica
del buceo profesional.
El trabajo del buzo depende también de la capacidad de los
compañeros de trabajo que se encuentran en superficie, de
la compenetración y de la comunicación con ellos,
y de de manera que así conozcan las dificultades y riesgos
del trabajo subacuático. No obstante, aunque se trabaja al
límite, después de haber estado horas bajo el mar,
en ocasiones continúan trabajando en tierra, lo que resulta
realmente difícil tras grandes paradas de descompresión.
Aún así, algunos buzos profesionales cobran por día
de trabajo. No hay inspectores de trabajo que entiendan del tema
ni sindicatos que les defiendan.
Frecuentemente son puestos de trabajo inseguros, que además
en muchas ocasiones utilizan materiales que no reúnen unas
condiciones mínimas ni de calidad ni de higiene, y en los
que no está estipulado ni el tiempo de trabajo ni el desgaste
físico de estos hombres.
Los incidentes que provocan escapes libres son cotidianos en esta
profesión, a la mínima que sienten una falta de aire,
sueltan los plomos y buscan el aire de superficie, a pesar de ser
conscientes del peligro que conlleva. Por ejemplo, el pasado mes
de junio, un joven buzo de Castro Urdiales estaba trabajando y al
realizar un desplazamiento de una piedra de varias toneladas, un
error produjo el desplome de ésta cayendole encima y provocando
su muerte.
Si hoy se encuentran grandes construcciones portuarias en todas
las costas es debido al esfuerzo de estos hombres silenciosos.Todo
esto lo realizan en condiciones deficientes, que en la mayoría
de los casos pueden ser mejoradas.
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