BUCEO PROFESIONAL
La soldadura bajo el agua
 
La soldadura es una especialidad dentro del campo del buceo profesional. Como toda especialidad requiere superar un curso y aprobar un examen. De todas maneras, aprobar un examen no significa que seas ya un soldador; será la práctica, el tiempo y sobre todo las ganas de superarse y perfeccionarse las que hacen que consigas ser un buen soldador y un buen buceador profesional.
Para poder tener la especialidad de soldadura submarina, primero debes tener la titulación de buceador profesional de segunda clase.
Para tener soltura cuando estás soldando debajo del agua, es recomendable hacer muchas prácticas en tierra. Los buzos que han trabajado como soldadores antes de ser submarinistas profesionales son los que mejor desempeñan la práctica de soldadura submarina y, por tanto, poseen una gran ventaja respecto al resto.
Este es el caso de Domenec Solé, quien practicó la soldadura en tierra tres años, y, cuando decidió ser un buzo profesional, fue la soldadura la primera especialidad que obtuvo.
Conviene remarcar que la práctica en tierra ayuda en el manejo y entendimiento de la soldadura en el agua, pero los resultados la calidad y garantía de la soldadura submarina están muy por debajo de la soldadura en tierra. Esto es debido, principalmente, al rápido enfriamiento de la soldadura por el agua.

Al trabajo
Domenec, en su carrera como buzo profesional, ha participado en diferentes trabajos de soldadura, unos sencillos y rápidos, y otros más complicados.
Uno de esos trabajos consistió en un barco que tenía serios problemas de gobernación. Domenec inspeccionó la hélice y el timón. El flap del timón (similar al flap de las alas de un avión) estaba desencajado y se movía a su antojo.

Después de debatir la situación, se propuso al capitán que una solución podría ser la de fijar el flap al timón, para que trabajara todo como una sola pieza. El capitán dio su aprobación. De esta manera podría llegar a Marsella, donde los astilleros restablecerían el normal funcionamiento del timón y el flap.
Recibida la aprobación, el equipo puso manos a la obra y empezó a traer todos los equipos y a preparar unas traviesas de hierro. Estas traviesas serán las que, una vez soldadas, unirán el flap con el timón y dejarán el flap fijo. Una vez cortadas las traviesas a un metro de longitud, se les dio la forma del lugar a donde irían soldadas. Las traviesas tenían cuatro centímetros de espesor por un metro de largo y veinte centímetros la parte más ancha. Se hicieron ocho traviesas, todas eran de diferente forma y dos de ellas eran sólo de recambio en caso de que alguna cayera al fondo.
Después de cuatro horas cortando y moldeando las traviesas, había llegado la hora de soldarlas, Domenec dio las indicaciones a su compañero para que limpiara la pintura y el óxido del lugar donde iban las traviesas. Y, a la vez, puso a punto el grupo de soldadura, comprobó el estado de los electrodos e hizo algunas soldaduras en tierra para verificar que todo funciona bien. De esta manera pudo decidir con qué intensidad empezaba a soldar en el agua, teniendo en cuenta que una vez sumergida la pinza de soldar, necesitará mas intensidad.

Protección
Si importante es tener el equipo a punto, aún lo es más que la zona donde se vaya a soldar esté bien limpia. Cuando el compañero acabó su limpieza, Domenec se puso el traje seco (equipo indispensable para reducir al máximo las enrampadas de corriente, aunque alguna que otra no podrá ser evitada). También se puso un par de guantes que guarda y prepara con cuidado, pues son las manos las que más sufren los calambres de corriente.
En esta ocasión utilizó un narguile (manguera de aire atóxica y anticoca) para mantener la distancia respecto al arco eléctrico de la soldadura y evitar cosquillas en los labios. Finalmente recibieron la señal del jefe de equipo y se introdujeron en el agua nuevamente.
Eran las once de la noche cuando empezó a soldar y a las siete de la mañana se dio el trabajo por terminado. Fueron ocho largas horas contrareloj, donde pasó de todo: frío, hambre, sueño, calambres, e incluso cayó al fondo una de las traviesas inferiores al intentar situarla. En total se realizaron unos doce metros lineales de soldadura, ya que las traviesas iban soldadas por la parte superior y por la parte inferior. Todo el trabajo estuvo supervisado por una compañía inspectora, Lloids Register, para la cual tuvieron que hacer una filmación al terminar el trabajo. Dicha compañía les felicitó por el trabajo realizado.
Cuando el buque llegó a Marsella, otra compañía de submarinismo inspeccionó el estado en que había llegado el timón. De nuevo volvieron a recibir elogios por el trabajo realizado, ya que las soldaduras habían llegado intactas.



 
Copyright (c) 2001 BUCEO XXI - S.G.I. Asociados - Todos los derechos reservados