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BUCEO
TECNICO
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El
guardián de la cueva |
FOTOS
Y TEXTO:
Salvador Luque
Centro Excursionista de Alcoy
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La Cueva
de los Chorros de Riopar es una gigantesca formación
de galerías con decenas de kilómetros, algunos
aún sin acabar de explorar, que albergan sifones y antiguos
cauces de ríos subterráneos. Uno de estos sifones
es el de Mateo Martín, el último completamente
explorado. Todos los secretos que esconde el paso del tiempo
y del agua se ocultan celosos en sus oscuras entrañas,
protegidos por un guardián muy especial: un lince que
lleva allí más de 10.000 años. |
El sifón
de Mateo Martín es uno de los muchos que tiene la Cueva
de los Chorros, que es el nacimiento del río Mundo en
Riopar, Albacete. Hasta hace bien poco era considerado el sifón
terminal, pero se ha traspasado y ahora se están haciendo
trabajos de espeleología al otro lado del sifón.
Tiene aproximadamente unos 300 metros, aun sin cartografiar,
y una profundidad máxima de casi 30 metros. La cueva
tiene más de 20 kilómetros de galerías
topografiadas, muchas de ellas superpuestas. Algunas galerías
son fósiles y otras están activas y son por las
que discurre el río en la actualidad. Esto da lugar a
un gran número de sifones. |
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El inconveniente principal
de bucear en este sifón de Mateo Martín, son los
accesos. Para empezar, hay que pedir permiso para acceder a
la cueva, puesto que La Consejería de Medio Ambiente
de Castilla La Mancha así lo requiere. Pero eso es lo
más sencillo.
Lo más complejo es que, antes de llegar al sifón,
tienes que atravesar una entrada que es una gatera por la que
hay que arrastrarse unos 20-30 metros, con unos charquitos inevitables.
Después, pasas a una sima de unos 20 metros que hay que
descender y que da paso a unas galerías fósiles
que te conducen a una nueva sima de otros 30 metros de bajada.
Acto seguido, hay que atravesar unos lagos. Para un espeleobuceador,
que tiene que llevar una importante cantidad de material, esto
supone más de 4 horas de esfuerzo hasta alcanzar el sifón.
Hay que tener muchas ganas de cueva, a pesar de que el sifón
merece la pena. Por estas especiales características
de difícil acceso es un sifón reservado a espeleólogos
que cuenten con un equipo importante de gente para hacerlo.
Un ejemplo de ello es que a finales de octubre de 2002, en una
expedición en la que dos buzos atravesaron el sifón
y topografiaron algunas galerías detrás del mismo,
transcurrieron 26 horas de trabajo ininterrumpido desde que
entró la primera persona en la cueva hasta que salió
la última. Sólo 6 horas se emplearon detrás
del sifón que se atraviesa en unos 20 minutos. |
A pesar de estar a 1.250 metros
de altitud, con una temperatura del agua de 10 grados,
precederle un importante esfuerzo para llegar a él
y salir en el otro extremo al límite de la descompresión,
se atraviesa sin necesidad de mezclas.
En la Cueva de los Chorros hay un fenómeno que
llaman el reventón consistente en que
la cueva entra en carga por lluvias o deshielo. Por ello,
la mejor época para recorrerla es el verano, cuando
menos llueve.
La visibilidad del sifón es buena siempre que no
se revuelva el fondo, que es de arcillas. Pero dadas las
dimensiones del sifón, con anchuras que van de
10 a más de 20 m de ancho, se puede bucear con
suficiente comodidad. El sifón se abre en un lago
y enseguida coge fondo y discurre por una tubería
que va zigzagueando suavemente haciendo meandros hasta
acabar en una poza de más de 10 m de diámetro
que sube desde los 25 m en vertical hasta la zona seca
del otro lado. |
Hay hilo instalado
que hay que intentar no tocar porque está allí
desde la primera exploración que se hizo y, dada
la dificultad de acceso, no se ha planteado la sustitución
por otro nuevo. La expedición de octubre de 2002,
en la que participaron Marc Nadal y Salvador Luque del
Centro Excursionista de Alcoy, acompañados por
personal del Grupo Excursionista Ayora, el Grupo Excursionista
Penya Roja de Bañeres, el Club Espeleológico
de Burriana, el Grupo Galtzagorri y el Grupo Amics de
les Muntanyes, con el apoyo de Deportes DSR, acabaron
por realizar un importante descubrimiento: al otro lado
del sifón aparecieron los restos de un lince concrecionados
en la calcita que pueden tener más de 10.000 años
de antigüedad. Se trata de un esqueleto completo
atrapado dentro de la roca. La cueva continua con otro
sifón inexplorado. Esta Semana Santa, si el tiempo
lo permite, el grupo que realizó la última
expedición volverá para continuar la exploración
de la cueva y del nuevo sifón y a topografiar Mateo
Martín que, por su trabajoso acceso, es un sifón
para verdaderos amantes de la espeleología. |
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