BUCEO TECNICO
Dos buceadores vascos realizaron una inmersión de 120 metros con equipos autónomos en aguas del Cabo Matxitxako, para explorar un pecio del la Guerra Civil del que no se tenía noticia.

TEXTO: BUCEO XXI FOTOS: UR-SUB

Una productora de televisión rastreaba los fondos de Bermeo en busca del Bou Navarra, hundido frente al Cabo Matxitxako, durante la Guerra Civil. Ángel, un pescador de Armintza, les puso sobre la pista de lo que podría ser el pecio que buscaban. Pero lo que encontraron fue un carguero, hundido allí hace unos cincuenta años, del que no se tenía noticia y que reposaba a 120 metros de profundidad. Unai Artaloitia y Daniel Santamaría, de Ur-Sub, que llevaban tres años realizando inmersiones de buceo técnico, impulsados por su curiosidad y su espíritu innovador pensaron que ese pecio les estaba retando a vencer los 120 metros sólo con equipos autónomos de buceo... y mucho valor.

Consiguieron que la empresa Carburos Metálicos financiara los gases empleados en la inmersión valorados en 420 euros (70.000 ptas.-), cuyo consumo en este tipo de aventuras es brutal y costoso, si se desea guardar las proporciones de seguridad, las concentraciones de helio, etc.

En la superficie se montó una estructura para poder afrontar cualquier tipo de emergencia. Cada uno de ellos llevaba todo el equipo necesario para ser autosuficiente. La planificación fue meticulosa, detallista y exhaustiva, tratando de preverlo todo, incluso lo improbable. No se lo pensaron más y sobre sus espaldas se colocaron los más de cien kilos de equipo que les acompañarían en su descenso: 2 botellas de 18 litros con gas de fondo Trimix 10/62; en un lateral una botella de 15 litros con Nitrox 50 y en el otro lateral otros 15 litros de Trimix a 21/35. También en la superficie 50 litros de oxígeno para la última parada de descompresión, a 6 metros, completaban su reservas de aire. Dos buzos de apoyo situados a -40 metros visualizaban cómo iba todo allí abajo. Otros dos buzos de apoyo sacarían la línea principal. Tres embarcaciones, una de ellas de Cruz Roja Mar y una patrullera y un helicóptero de la Ertzaintza, así como la cámara hiperbárica del hospital de Valdecilla, que se encontraba preparada para cualquier emergencia, completaban el equipo.

6 grados y nada de luz
El cabo guía estaba bien tensado gracias a los lastres lo que permitió un rápido descenso de poco más de 2 minutos. Es fundamental tener todo el equipo bajo control, cada cosa en su sitio, porque en un descenso de estas características cualquier distracción puede añadir estrés y acelerar el consumo, rompiendo las previsiones. Entre los 30 y los 80 metros el agua estaba muy turbia. Tanto que no dejaba pasar la luz hasta el fondo, por lo que a partir de ahí la inmersión fue, prácticamente, una nocturna. Gracias a una minuciosa preparación de las mezclas, a 120 metros Unai y Daniel tenían una narcosis equivalente a 35 metros, por lo que la sensación no era diferente a la de cualquier otra inmersión, salvo que su consumo era brutal y que la relajación era una clave fundamental para ahorrar mezcla de gases.

También había una constante preocupación al llegar abajo y comenzar la exploración: no perder de vista el cabo guía del ancla, el cual había sido iluminado para a tal efecto. En el fondo hubo 12 minutos para explorar el pecio que no fueron suficientes para recorrerlo entero, además la falta de luz hacía que el campo de visión se limitara al que proporcionaba el haz de luz de sus focos. El buque tenía de 10 a 12 metros de manga y unos 80 de eslora. Reposaba sobre su quilla 12 metros de puntal y sus bodegas no mostraban restos de carga alguna. Parecía un buque construido hacia 1900 y aunque llevaba hundido unos 50 años y estaba partido por la mitad se encontraba en buen estado de conservación.

La subida fue, sin duda, la parte más compleja de la inmersión. Había que engañar a la presión, verdadera guardiana de los secretos del fondo del mar. Para ello fueron necesarios 105 minutos y una paciente y meticulosa secuencia de paradas de descompresión.

La última de ellas, a 6 metros, duró una hora en la que utilizaron oxígeno puro, que combinaban cada 20 minutos con mezcla de fondo para evitar una serie de efectos secundarios. Esta larga parada se vio complicada por un mar que, después de estar como una balsa de aceite durante días, decidió encabritarse gracias a la ayuda del viento del Noroeste. Fue el único imprevisto en una inmersión singular que ha traspasado límites que pocos se han atrevido a intentar.


Tiempo total de inmersión: 2 horas
Descenso: 2 horas 30 minutos
Fondo: 12 minutos
Ascenso: 1 hora 45 minutos
Mezclas:
Descenso
Desde -0m. a -60m. Trimix 21/35 Desde -60m. a -120m. Trimix 10/62
Ascenso Desde -120m. a -60m. Trimix 10/62 Desde -60m. a -20m. Trimix 21/35 Desde -20m. a -6m. Nitrox 50 Desde -6m. a -0m. Oxígeno puro + Trimix 10/62 (cada 20 minutos)
Paradas: 1ª-82m. 2 minutos Cada 3 m. 1 minuto A los -30m. 2 minutos Cada 3 m. 2 minutos A los -20m. 4 minutos A los -18m. 8 minutos A los -6m. 60 minutos

 
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