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BUCEO
TECNICO
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Escalera
de sifones |
En
la provincia de Soria, al oeste de la Sierra de Cabrejas y a poco
más de un kilómetro del pueblo que le da nombre, Muriel
de la Fuente, se encuentra situada una de las surgencias más
profundas de nuestro país: la Fuentona de Muriel. Se alcanza
recorriendo un sendero, en un entorno de excepcional belleza, que
nos conduce a una laguna de unos 30 m. de diámetro, alimentada
por esta surgencia, de la que mana un riachuelo, denominado Abión. |
FOTOS Y TEXTO:
Carmen Portilla |
La laguna
o manadero está rodeada de una gran masa de caliza estratificada,
en la que se observa claramente la abertura de una diaclasa
con orientación S-N y E-O y una inclinación (o
buzamiento) del 25%. Esta diaclasa se interna en la poza y a
una profundidad de 9 m. se abre la boca de una galería
inundada, interrumpida por un gran bloque central, ideal para
iniciar la instalación del cordel guía. Los primeros
20 m. transcurren por una galería más ancha que
alta y muy inclinada que llega hasta los -15 m. En 1977, nuestro
grupo, que por entonces era un grupito incipiente de espeleólogos
de Standard Eléctrica STD que se iniciaban en la exploración
de sifones o galerías inundadas, decide adentrarse
en ésta. Las primeras incursiones dieron muy poco fruto:
20 m. de recorrido longitudinal y -15 m. de profundidad. El
material disponible entonces no nos ayuda mucho (neoprenos de
5mm, linternas con escasísimo alcance) y además,
es de uso colectivo. Esto, unido al frío del agua (9º
C), a la oscuridad y a nuestra escasa experiencia, nos obliga
a desistir. Son tantas las ganas de explorar que uno de nosotros
se pone una camiseta de felpa debajo del neopreno, y se convence
de que ha pasado menos frío. Pero no nos estancamos.
Crecimos, tanto en número de miembros como en experiencia.
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 Durante
estos años los espeleólogos del grupo aprenden a bucear
y se exploran cuevas como el Pozo Azul en Burgos, lo que permite aumentar
bastante el nivel de experiencia y medios técnicos. En 1979
tomamos conciencia de que constituíamos un grupo compacto y
bien coordinado de 12 espeleobuceadores, y retomamos la exploración
de La Fuentona. Fue entonces cuando alcanzamos 100 metros longitudinales
y logramos llegar a la considerable profundidad de - 54 m., alcanzada
en una gran galería a la que bautizamos La Sala,
donde nuestros precarios sistemas de iluminación no nos dejaron
ver las paredes o vislumbrar una posible continuación. En 1979
aún no se han popularizado los ordenadores de buceo y trabajábamos
con tablas. Como la profundidad alcanzada no estaba contemplada en
las clásicas tablas de buceo, tuvimos que ingeniárnoslas
y el cerebro del grupo diseñó un programa
informático que nos permitió calcular nuestras descompresiones
haciendo un recorrido multicota. Cada entrada nos obligaba a trabajar
con varios supuestos, fijando cotas máximas y tiempos. Si por
un casual la profundidad de la galería no se correspondía
con nuestros supuestos, había que salir y volver el siguiente
fin de semana con nueva planificación. Tras varios fines de
semana encontramos la continuación de La Sala.
Se trata de una galería de grandes dimensiones que sube casi
en vertical. De esto nos damos cuenta cuando encontramos el característico
efecto espejo de salida a superficie. Claro, no pudimos
seguir, pues la posibilidad de salir a una galería aérea
no estaba contemplada en nuestros supuestos, así que hubo que
regresar y volver el siguiente fin de semana. Una vez terminado de
explorar el primer sifón, nos encontramos una galería
aérea de grandes dimensiones, con ramificaciones, caos de bloques
gigantes, pasos estrechos descendentes hasta el nivel de las aguas.
La exploración y topografía de esta galería nos
han costado numerosos fines de semana, hasta que llegó el que,
tras descender por un paso vertical ayudados de escalas, apareció
un segundo sifón. Para explorar este segundo sifón,
debimos esperar de nuevo a que el material evolucionase, ya que su
exploración requirió de profundímetros precisos,
trajes de neopreno más gruesos y, lo más complicado
de todo: tiempo continuado. Tuvimos que esperar hasta 1986 y había
pasado tiempo suficiente para adquirir un buen nivel en buceo de profundidad
(algunos de nosotros ya habíamos explorado el Túnel
de la Atlántida en Lanzarote, haciendo alguna inmersión
a -60 m.) y para contactar y colaborar con Organismos Oficiales, los
cuales nos proporcionaron material de inmersión más
sofisticado. Con estas mejoras sí podíamos pensar en
un ataque al segundo sifón con un equipo no muy numeroso, pero
sí experimentado y bien coordinado.
Realizamos dos exploraciones en el segundo sifón, ambas muy
técnicas y avanzadas para la época pues suponían
portear material por el exterior, bucear el primer sifón (-54
m) transportando material extra para el segundo sifón; cargar
con material muy pesado por las galerías aéreas, complicadas,
con pasos de bloques inestables; descender pozos con escalas; bucear
el segundo sifón (1ª sucesiva) con parada de descompresión.
El regreso supuso porteos de material por la galería hasta
el primer sifón; equipamiento y reparto de material; buceo
de nuevo del primer sifón (-54 m. y 2ª sucesiva); salida
y porteos exteriores hasta los coches. Conseguimos alcanzar una cota
de -34 m. en el segundo sifón y en este punto volvimos a interrumpir
las exploraciones, debido a la disminución de personas en el
grupo y a la carencia de medios técnicos. Desde 1995 hasta
hoy han continuado las exploraciones, pero aquel grupito de espeleobuceadores
que empezó en 1977 con mucha ilusión y poca experiencia
se ha desintegrado. Ahora componemos un nuevo grupo más independiente,
con buceadores de diferentes Comunidades Autónomas, cuyo objetivo
común es el gusto por la exploración en espeleobuceo
y la atracción de la profundidad. Este nuevo grupo se consolida
en congresos y salidas comunes para realizar inmersiones a profundidad.
Por esto, las dos últimas expediciones han sido interprovinciales,
una realizada en el año 1999 y otra en el 2000, alcanzando
una cota de -77 m. El segundo sifón no lo hemos terminado de
explorar. Sabemos que se ha hecho una exploración posterior,
alcanzándose una cota de -100 m. y sigue. Nuestro agradecimiento
al pueblo de Muriel de la Fuente especialmente a Dioni y su familia. |
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