TEXTO: Jose Barrera Artiles
FOTOS: J.Massot

BUCEO TECNICO
Seducidos por el pasado
El
zzzz

Entre las múltiples emociones que reserva cualquier inmersión, sin lugar a dudas una de las mayores es la visita a un pecio, como se denomina en el mar a todos los barcos que yacen en los fondos.
Los pecios esconden la leyenda, el mito, la sensación de una maniobra inevitable, el terror en muchas ocasiones de todo un pasaje, el crac en pocos segundos de años de trabajo en un varadero.
La visita a un pecio supone asimismo el misterio, y pasar la mano por cualquier lado de un barco hundido produce una sensación escalofriante de cómo sería el final de sus ocupantes, el año en que se produjo el suceso y otras serie de incógnitas inenarrables.
Si bajo el mar, tener un techo sobre la cabeza supone el miedo a no saber qué va a pasar, la visita a un barco hundido es, en muchos de los casos, lo imprevisible. El crujir de las maderas bajo el mar, la puerta que suena, son ruidos que se antojan estremecedores y que confunden a los buceadores, cuando no los desesperan los monótonos tintineos, que continúan aún cuando se está fuera del agua.
El rastro de un pecio, maderas, palos rotos, anclas de cientos de kilos enterradas en la arena u objetos personales del pasaje en cada momento, hacen que cada una de estas inmersiones sean una sorpresa y un misterio. La abundancia de especies animales y vegetales que viven al amparo de los restos de un barco constituyen además un lugar atractivo para la inmersión.

 

Copyright (c) 2001 BUCEO XXI - S.G.I. Asociados - Todos los derechos reservados