ENTREVISTA
 
Alberto Vázquez-Figueroa/Periodista, novelista y buceador

“Siempre caminando hacia cosas nuevas”

Novelista, buzo, reportero de guerra, cazador de elefantes, inventor… Alberto Vázquez-Figueroa puede enorgullecerse de tener una biografía de novela. Ha sido pionero del buceo en España y discípulo de Jacques Cousteau; ha sido corresponsal en varias guerras africanas y latinoamericanas para La Vanguardia y Televisión Española; es novelista de éxito con varios best-séllers y, además, inventor: Tiene un sistema para potabilizar el agua de mar por presión que genera a la vez energía eléctrica y un sistema para eliminar mareas negras y vertidos de crudo al mar, que puede acabar siendo la solución a la catástrofe del Golfo de México... Quien desee acompañarle en el relato de su vida puede hacerlo leyendo Siete vidas y media, autobiografía publicada a finales del año pasado.
Natural de Santa Cruz de Tenerife, nació en 11 de Octubre de 1936. Antes de cumplir un año, fue deportado a África con su familia por motivos políticos, y allí permaneció entre Marruecos y el Sahara hasta cumplir los dieciséis años. A los veinte, se convirtió en profesor de buceo a bordo del buque-escuela Cruz del Sur. Cursó estudios de periodismo, que consiguió pagar en parte gracias a su trabajo como instructor de buceo, y en 1962 comenzó a trabajar como enviado especial de Destino, La Vanguardia y, posteriormente, de Televisión Española. Durante quince años visitó casi un centenar de países y fue testigo de numerosos acontecimientos clave de nuestro tiempo, entre ellos, las guerras y revoluciones de Guinea, Chad, Congo, República Dominicana, Bolivia, Guatemala, etc. Las secuelas de un grave accidente de inmersión le obligaron a abandonar sus actividades como enviado especial. Tras dedicarse una temporada a la dirección cinematográfica, se centró por entero en la creación literaria. Ha publicado más de cuarenta libros, entre los que cabe mencionar: Tuareg, Ébano, Manaos, Océano, Yáiza, Maradentro, El perro, Viracocha, La iguana, Nuevos Dioses, Bora Bora, la serie Cienfuegos, La ordalía del veneno, El agua prometida, la obra de teatro La Taberna de los Cuatro Vientos, y Por Mil Millones De Dólares que está disponible gratuitamente en su web personal www.vazquezfigueroa.es. Esta novela trata sobre una supuesta maquinación de las grandes compañías americanas para inventar la existencia de armas de destrucción masiva que desató la guerra de Irak. Su última obra, Garoé, ambientada el la isla de El Hierro, ha ganado el Premio de Novela Histórica 2010. Vázquez-Figueroa ha vendido a lo largo de su vida más de 25 millones de libros, nueve de sus novelas han sido adaptadas al cine, y como dato curioso es, junto a Pérez-Reverte, el autor más leído entre los presidiarios españoles.

¿Es cierto que se pagó los estudios de periodismo gracias al buceo?
Exactamente no. Lo que pasa es que me sirvió para librarme de hacer el servicio militar. Lo hacíamos todo en verano, porque entonces no había trajes como ahora. Estaba en el buque-escuela Cruz del Sur y allí ganábamos un poco de dinero. En aquel tiempo un poco de dinero me ayudaba mucho a pagarme los estudios. En el Cruz del Sur creamos la primera escuela de buceo que hubo en España e impartíamos cursos para la Marina, Fuerzas Especiales, Bomberos, etc. El hecho de haber sido el jefe del equipo de buceadores que rescató los cadáveres de la tragedia del Lago de Sanabria me proporcionó la oportunidad de promocionarme en el periodismo. Eran años de mucha miseria, y el simple hecho de que en el barco nos daban de comer maravillosamente ya compensaba. Estamos hablando de finales de los años 50. Luego me fui a dar la vuelta al mundo buceando y en 1960 representé a España en el I Congreso Mundial de Actividades Subacuáticas que se celebró en Barcelona junto con Ametlla, Padrol y los hermanos Manglano e investigadores de la categoría del Comandante Cousteau, Taillez, Dumas, Roggi, Romanosky y Conrad Limbaugh, representando a los EE.UU. que murió buceando unos días después en unas cuevas de Cassis, Francia.

¿Cómo se introdujo en el mundo del buceo?
Yo había sido nadador del equipo canario y también del español. Cuando empezaban a conocerse las escafandras autónomas en España nos ofrecieron hacer un primer curso de buceo. Hubo una primera selección de la que salimos un grupo de 15 y al final aprobamos el curso 3: dos hermanos de valencia, los hermanos Manglano y yo. Después vino Padrol y compañía y juntos formamos la escuela de buceo del Cruz del Sur que era un barco muy bonito, una especie de Juan Sebastián Elcano en pequeñito, donde estuve dos temporadas, que comenzaban a finales de abril y terminaban en septiembre, porque el agua estaba ya muy fría.

¿Cómo se buceaba entonces? ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
Con mucho frío. Sobre todo los profesores, que teníamos que estar en el agua varias horas. Un alumno tenía su clase de 20 minutos por la mañana y 20 minutos por la tarde, pero los profesores estaban sumergiéndose constantemente. Buceábamos con traje de baño. Ahora cuando voy a bucear lo que me molesta es toda la parafernalia del equipo. ¡Parece uno un astronauta! Nosotros nos tirábamos al agua en traje de baño y además teníamos que ponernos el equipo dentro del agua: gafas, aletas, cinturón, escafandra... Yo, a veces dejo de ir a bucear cuando me lo proponen los amigos sólo por no tener que vestirme con todo ese equipo. A pulmón libre aun buceo a 12 metros, a pesar de los años. También es cierto que nosotros pagamos el ser unos conejillos de indias con muchos accidentes de buceo. No había medicina submarina. Teníamos una cámara de descompresión del tamaño de un ataúd y si te metías ahí, aunque fuera en broma, te morías del susto.

¿Qué inmersión le ha impresionado más?

La polinesia es maravillosa. El Mar Rojo es fabuloso. La Gran Barrera es espectacular...Depende también del tipo de inmersión. Hay otras inmersiones especiales que uno recuerda, aunque no sea en lugares maravillosos. Recuerdo una inmersión de esas en la que tuvimos que volar un barco hundido en Goa, en la India, que obstaculizaba la salida de la bahía. No teníamos ninguna práctica en explosivos, éramos tres amigos que estábamos allí buceando por el mundo, pero fue muy emocionante. Cada inmersión tiene algo. En las Galápagos, por ejemplo, me atacó una orca. Y tuve que pasar toda una noche subido a una roca. Ese día sólo estaba con las gafas, el tubo y las aletas mirando la diversidad de fauna que allí había. Mis compañeros que estaban en un barquito pequeño no se atrevían a ir a rescatarme con el bote auxiliar, que era una lanchita de metro y medio. Como la temperatura era buena aguanté bien hasta que la orca se cansó y abandonó el acoso.

Este año celebramos el centenario Cousteau ¿Cómo fue su experiencia con el Comandante?
El era un genio. Tenía mala leche, un carácter muy duro. Pero mas que mal carácter, era un hombre estricto. Él sabía que lo que había inventado era peligroso. Muchísima gente ha muerto usando su aparato, por distintas razones, y él era conocedor del riesgo y por eso era muy estricto. Lo que lamento es que cuando murió su mundo murió. No ha habido nadie que haya heredado su capacidad. Los que estaban con él en aquel tiempo no estaban a la altura, y su hijo murió en un accidente. Con Cousteau despareció esa magia del fondo del mar. Nadie ha heredado esa capacidad de llevar a la gente el mensaje del fondo del mar. Ahora hay más medios y se hacen excelentes documentales, pero lo que él transmitía hoy nadie lo transmite.

¿Qué le sucedió en ese accidente de inmersión?
Sucedió haciendo pesca submarina y fue culpa mía, porque pescaba muy profundo y me metí en una cueva, a veintitantos metros, y me quedé sin aire siguiendo a un mero, en la época en la que había grandes meros en el Mediterráneo. Al salir disparado hacia arriba, con veintitantos metros de agua y seco de aire, por contenerme tanto, me reventó totalmente el oído izquierdo, del que me quedé sordo para siempre. Eso no me impidió seguir buceando y he buceado en casi todos los mares del mundo, pero tras el accidente dejé de ser profesional del buceo y me dedique al periodismo, a escribir y a inventar.

Háblenos de su sistema para acabar con los escapes de crudo
Estoy tratando de resolver el problema de todos los aceites y petróleos que flotan en el mar. Acabo de estar reunido con una de las compañías más importantes y le he expuesto el proyecto que les ha interesado ya que tiene una lógica aplastante. Si el petróleo flota en el mar porque es menos denso que el agua, la solución lógica es hacerlo más denso para que se hunda. En cuestión de 45 segundos podemos convertirlo en una piedra inerte que se posa en el fondo. Muchos protestan diciendo que vas a matar a la fauna del fondo marino, pero deben entender, porque parece que nadie lo sabe o quiere saberlo, que grandes extensiones de los fondos de los océanos están compuestas precisamente de alquitranes y breas. Superficies gigantescas a grandes presiones, donde curiosamente han mucha vida. Todo buceador sabe que en los fondos de arena y de fango no hay casi vida. La vida de los fondos es abundante cuando hay rocas, corales o alquitrán endurecido. Entonces, esa es la idea, coger todo ese petróleo que flota y que es una amenaza y mediante un proceso de mezcla natural con cementos rápidos transformarlo en un hábitat submarino de roca dura que no va a perder nunca su composición. Esta solución también es aplicable a los residuos que provocan los escapes accidentales y rutinarios (por limpiezas) de los petroleros, que se producen a diario, y que sumados equivalen a un Prestige semanal. En vez de echar ese petróleo de la limpieza de los depósitos al mar, que luego flotando llegará a la costa en forma alquitrán, coja usted eso, échele cemento, mándelo al fondo y se acabó el problema. No me diga usted que la solución es disolverlo con disolventes tóxicos para “que no se vea”. No se ve, pero está, y se está introduciendo en la cadena trófica y acabará envenenando al ser humano. Pero si es roca, a ningún pez se le va a ocurrir comerse un pedazo de roca.

Conoce bien los entresijos de las guerras modernas: ¿Cree que bajo otras apariencias tienen todas un origen económico?
Todas. O económico, o religioso. Esa es la base. Algunas ha habido por la búsqueda del agua. Pero la necesidad del agua, al fin y al cabo, es también un motivo económico. También ha habido guerras ideológicas. Acabo de hacer un estudio sobre las Canarias y cómo en las islas no hubo enfrentamientos entre ellas hasta la llegada de los españoles. Pero por una sencilla razón: económicamente todos tenían lo mismo, no había enfrentamientos religiosos, todos tenían más o menos la misma agua (menos las más occidentales, Lanzarote y Fuerteventura, que son un caso a parte) y tampoco había problemas de superpoblación. Por lo tanto, no había ningún motivo para pelearse los unos con los otros.

¿Está escribiendo algo en estos momentos? ¿Tiene algún proyecto en mente?
Yo siempre estoy escribiendo, pero ahora estoy muy liado con todo esto de los vertidos de petróleo que es lo que más me interesa.

¿Hay algo en su vida que echa de menos, algo que le hubiera gustado hacer y no ha hecho?
Siempre he hecho lo que he querido. Unas cosas me han salido bien y otras mal. Me alegro de las que me han salido bien y no me quejo de las que me han salido mal, porque si todas me hubieran salido bien no me hubiera esforzado en mejorar. La vida es así, siempre caminando hacia cosas nuevas.

 

 

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