ENTREVISTA    
  Mikel Zabala/ Biólogo y responsable del seguimiento de la reserva de las Islas Medas
 

TEXTO: BUCEO XXI
¿Cuáles son los primeros síntomas que nos permiten determinar la recuperación de unos fondos?
En primer lugar hay que reconocer que si los fondos del mar están degradados cerca de la costa, no lo están siempre de la misma forma ni con la misma intensidad. Excepto en las zonas sometidas a una contaminación muy aguda, en general los fondos se conservan bien para todas las especies (vegetales y animales) menos aquellas que son objeto de fuerte explotación pesquera, como los peces, algunos crustáceos como las langostas o en el Mediterráneo el coral. La recuperación de unos fondos previamente sobre-pescados se detecta primero por un aumento de la densidad y del tamaño de los peces objeto de la pesquería. Si la causa de la sobre-pesca ha sido la pesca submarina, tras la recuperación se observa también un cambio de comportamiento; y si la zona es muy visitada por buceadores los peces se vuelven mucho más confiados que cuando eran pescados.



En el caso de las Islas Medas ¿Cómo se consiguió hacer efectiva la protección de la reserva natural?
En honor a la verdad, la protección de las Medas empezó a finales de los años 70, bastante antes de que recibieran algún tipo de protección legal. Aunque entre los practicantes de las actividades subacuáticas de la época, y especialmente entre los clubs locales de Barcelona y del resto de la costa catalana, la pesca submarina tenía muchos adeptos, se estableció un cierto consenso de que las Islas Medas eran demasiado singulares y bellas para ser pescadas, y los pescadores submarinos renunciaron voluntariamente a pescar en ellas. Fueron esos mismos clubs los que lanzaron la idea de crear una Reserva Marina en las Medas (propuesta del doctor Ballester del CSIC presentada en la revista del CRIS, creo que en 1979).

La idea fue recogida por el joven gobierno autonómico de la Generalitat de Catalunya poco después de su creación. En 1983 la Dirección General de Pesca Marítima del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat promulgó una Orden por la que se creaba el Área Marina Protegida de las Islas Medas, lo que constituyó la primera reserva marina del Mediterráneo español. Las limitaciones territoriales, de competencias y poder coercitivo de aquella Orden animaron a la Generalitat a aprobar una Ley en 1990 que ampliaba el ámbito espacial y competencial del área protegida hasta la forma que ahora conocemos. Desde entonces, un esfuerzo sostenido (aunque con altibajos y cambios de responsables) por parte de la administración catalana, pero sobre todo el civismo y la colaboración de los ciudadanos, han hecho posible que las islas Medas se hayan convertido en un referente para el Mediterráneo en cuanto a conservación y en cuanto a resultados, al menos para la mayoría de los peces y especialmente los meros. Sin embargo hay que reconocer que subsisten los problemas con la recuperación de otras especies de animales invertebrados como el coral o las langostas.


Aún quedan furtivos en las Medas, como los que están acabando con las langostas. ¿Se preveen medidas de control complementario? ¿Cómo acabaremos con esa plaga?
Las Medas son como un museo al aire libre: cargado de tesoros, pero sin paredes. Y eso es muy difícil de defender si no es con la colaboración de todos. A medida que el expolio del resto de la costa continúa, el valor patrimonial de las Reservas aumenta y ese aumento en el diferencial patrimonial las hace más apetecibles para los furtivos. Es una plaga contra la que es difícil luchar en términos absolutos, aunque es obligado reconocer que se podría hacer mucho más de lo que se hace en las Medas. Me refiero a servicios de vigilancia más profesionalizados, competentes y efectivos.

La suerte de las Medas es que se han ganado un respeto en la opinión colectiva, y el nivel de furtivismo actual es muy limitado. Pero también soy consciente de que ese estado de opinión es muy delicado y me preocupa que podría invertirse fácilmente.
Hay otro aspecto que juega en contra. Con los actuales niveles de frecuentación incluso un furtivismo estrictamente residual puede resultar fatal. Veamos el ejemplo que citabas de las langostas. Después de más de diez años de seguimiento científico podemos afirmar sin lugar a dudas que la Reserva no ha sido eficaz para recuperación de las langostas. La población de langostas de las Medas ronda un poco por encima de los cien ejemplares ( sin llegar en ningún caso a las dos centenas) en unos fondos que podrían albergar varios miles de individuos; la tendencia es descendente y la mayoría son jóvenes del primer o segundo año, es decir inmaduros sexualmente. Sin afirmar que el declive sea responsabilidad de los escafandristas (porque también podría ser una consecuencia indirecta de la recuperación de los peces que son sus depredadores naturales) que diríais vosotros de un colectivo en el que sólo uno de cada mil visitantes cediera a la tentación de llevarse una. Ejemplar ¿no es así? Pues aún en ese caso, tras los más de 60.000 buceos que se realizan en las Medas cada año, esa pequeña tentación sería anualmente responsable de la desaparición de la mitad de la población. Creo que esos números dan mucho que pensar.

Pero por suerte hay un aspecto que juega a nuestro favor: en los “museos” de Patrimonio Natural que son las reservas marinas, y a diferencia de los Museos de Arte, los tesoros crían; nuestros “cuadros” crían “cuadritos”. Mientras el balance entre el furtivismo y la capacidad reproductora de la Naturaleza sea favorable a esta última, siempre apreciaremos una mejora con el tiempo. Aunque el argumento que acabo de esgrimir no pueda ser declarado públicamente, los biólogos que trabajamos en la gestión del Patrimonio Natural de las Reservas Marinas contamos con él como el mecanismo que mejor explica el éxito de las reservas; porque con el furtivismo es muy difícil acabar de forma tota

¿Qué especies se han recuperado mejor? ¿Ha actuado la Reserva como reclamo para nuevas especies?
Ya he dicho que las especies que mejor responden son las que sufrían mayor nivel de explotación, por ejemplo los peces. Y dentro de éstos, las más “agradecidas” son las especies muy sedentarias, de vida larga y de dinámica poblacional parsimoniosa, como por ejemplo los meros. En cambio, para muchas especies de animales invertebrados que viven fijados en el fondo, como el coral o las gorgonias, el beneficio no ha sido evidente porque la falta de expolio activo se ha visto substituida por una erosión pasiva, involuntaria pero igualmente lesiva, por parte de los visitantes submarinos.

Es muy difícil afirmar que la Reserva haya actuado como un reclamo para nuevas especies. Actualmente nuestro conocimiento de los desplazamientos y límites de distribución de las especies es muy imperfecto excepto para algunas especies invasoras, como el alga Caulerpa taxifolia. Pero esas vale más que no lleguen nunca. La mayor parte de los organismos marinos sacan provecho de las corrientes marinas para dispersarse pasivamente a grandes distancias. De forma que todos los fondos tienen la posibilidad de ser colonizados, supuesto que en la región existan suficientes reproductores como para que se disponga de un número adecuado de larvas. Lo que pueden mejorar las Reservas es la supervivencia de los organismos una vez llegados.

¿Cuál es el impacto de las actividades subacuáticas?
Como podéis suponer Las Medas son un excelente laboratorio para estudiar ese impacto y nosotros llevamos años estudiándolo. No hay ningún problema con los peces; al contrario, hemos observado una correlación positiva entre la frecuencia de buceo y la densidad de peces, quizás porque los escafandristas alejan a los pescadores, sean submarinos o de otro tipo. En cambio si hemos podido observar efectos nocivos sobre la fauna fijada. Es el caso de las especies de invertebrados que presentan esqueletos rígidos pero frágiles, como algunos corales, gorgonias o briozoos. En un experimento realizado en las Medas observamos que la apertura de una nueva zona al buceo redujo en un año a la mitad la población del briozoo Pentapora fascials ( a veces conocida como rosa de mar). Las tasas de mortalidad por arranque de la gorgonia roja Paramuricea clavata, uno de los animales más emblemáticos de los paisajes submarinos mediterráneos, se multiplican por cinco en las Medas respecto a los valores observados en lugares de control poco buceados de la costa inmediata. El impacto sería poco apreciable excepto cuando la frecuencia de las visitas es tan enorme como ahora lo es en las Medas.

En el caso de las gorgonias ¿Cómo podemos evitar su deterioro?
Evidentemente se pueden tomar medidas. La primera norma es bucear correctamente lastrado para no arrastrarse por el fondo y mantenerse a una distancia prudencial de las gorgonias. En segundo lugar, nunca debemos sujetar las gorgonias como punto de agarre contra las caídas o las corrientes. Una forma de conseguir eso es buceando en grupos pequeños y en el caso de las Medas esos grupos deberían ser acompañados bajo el agua por un guía de la reserva que vigilara primariamente de la integridad del Patrimonio natural. Pero como los daños ya se han producido y desgraciadamente se repetirán en el futuro, estamos trabajando en técnicas de trasplante que permitan recuperar y “replantar” las colonias arrancadas involuntariamente. Teniendo en cuenta que las gorgonias no tienen raíces ni necesitan extraer nada del fondo sino un punto de soporte, la viabilidad de esos trasplantes no parece ninguna quimera y los resultados provisionales son muy positivos.

Además de los beneficios en conservación ¿qué otros aspectos han mejorado en las Medas y su entorno? (investigación, turismo, economía....)
En ese sentido yo sería muy categórico: el beneficio más evidente no ha sido de conservación sino económico. Actualmente las Medas no son una Reserva que se gestione por criterios de conservación de la fauna y flora (a pesar de lo que rece la Ley), sino que se acerca mucho más a lo que puede ser un parque acuático de atracciones o un parque temático con animales marinos. Las Medas han representado un éxito sin precedentes de promoción del turismo subacuático y de los cruceros turísticos de exhibición de sus fondos y actualmente son víctimas de su propio éxito económico. El principal peligro actual para la conservación de las Medas es el poder que han alcanzado las empresas turísticas que operan en ellas y que deciden la política a seguir exclusivamente en función de sus intereses económicos. En más de diez años de asistir a las reuniones de su Consejo Asesor, no he oído hablar más que de cupos, concesiones, respeto del mercado turístico, etc.... Una vez aprobada la Ley, nunca más se ha tomado una sola decisión atendiendo a los intereses de conservación de tal o cual especie o ecosistema.

Donde la creación de la Reserva ha supuesto también una mejora es en el aspecto científico. Además de, o arropando a, los estudios de monitorización iniciados en 1990 alrededor de la Reserva se han realizado numerosas tesis doctorales y trabajos científicos de la más diversa índole : corrientes, sedimentación, plancton, praderas de Posidonia, alimentación de los invertebrados filtradores, biología de las gorgonias, dinámica y estructura del coralígeno, interacciones entre peces-erizos-algas..... Esos estudios ayudan a comprender el funcionamiento de los fondos marinos y aportan criterios de gestión muy importantes.

¿Se ha pensado aumentar la superficie de la reserva para evitar una “superpoblación” en un espacio reducido como las Medas?
En primer lugar, el riesgo de “superpoblación” creo que es inexistente, al menos para las especies que hemos deseado recuperar. Entre los peces, quizás un día se demuestre que en las Medes se ha llegado a rebasar la capacidad de carga para sargos (Diplodus sargus) o salpas (Sarpa salpa). Pero no existen precedentes de que ninguna reserva se haya acercado a esos valores de capacidad de carga; y en todo caso, los peces se mueven fuera de las Reservas por sí mismos sin pedir permiso a nadie. Ese “spill over” o rebosamiento de la biomasa de peces excedentaria es uno de los efectos predichos y más deseados de la reserva; pero hasta la fecha ha demostrado ser uno de los más difíciles de probar.

Es cierto que hay planes de ampliar la extensión de la zona protegida de las Medas a la costa adyacente del Montgrí. Pero esos planes se hacen para aumentar la oferta turística y para satisfacer las ambiciones expansionistas de las empresas que han medrado a la sombra de la reserva. Los criterios biológicos y conservacionistas sólo se utilizan de forma retórica y como tapadera. Probablemente, si hoy se hiciera una ampliación, tendría más sentido situar en régimen de reserva fondos blandos de la plataforma (donde nadie irá nunca a bucear) para protegerlos de la excesiva presión de la pesca de arrastre.




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