La
historia nos revela que la campana de buceo fue inventada
antes de Alejandro El Grande. En su problemata,
escrita el 360 a.C., Aristóteles menciona su uso por
pescadores de esponjas griegos. Con objeto de que estos pescadores
de esponjas pudieran respirar mejor, se les arriaba una caldera,
no llena de agua sino de aire del cual respiraban de vez en
cuando los hombres sumergidos. Es necesario mantener boca
abajo y derecha en su descenso, con objeto de evitar que el
aire se escape y se llene de agua.
El renacimiento tuvo la contribución al uso de las
campanas de buceo. En 1531 se emplearon en el lago Nemi, cerca
de Roma, en un intento de localizar dos galeras de recreo
del emperador Caligula, hundidas en dicho lago cargadas de
oro. La campana de buceo en forma de barril, inventada por
el físico italiano Guillermo de Lorena, cubría
el torso del buzo y su cabeza. La campana se arriaba y se
izaba por medio de cabos y el buzo podía andar de un
lado para otro en el fondo del lago durante casi una hora
antes de que se le terminara el suministro de aire.
En 1538, dos griegos diseñaron una campana de buceo
con la cual hicieron una demostración en el río
Tajo, en Toledo, ante el Emperador Carlos V y varios miles
de espectadores. Más grande que la de Lorena, ésta
campana era lo suficientemente espaciosa para alojar dentro
a los dos inventores, que sentados en un banco de madera,
efectuaron la inmersión. Ante el asombro del Emperador
y de todos los asistentes a tan inaudita demostración,
la vela que habían llevado encendida cuando se sumergieron,
todavía ardía cuando llegaron a la superficie.
Las noticias sobre la campana de Toledo se extendieron rápidamente
por Europa, estimulando a la construcción de muchas
más.
Las campanas de buceo estuvieron en uso durante muchos años.
Prácticamente hasta que se invento el traje de buzo
con casco en el Siglo XIX.
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