Cada vez son más las personas que deciden operarse para solucionar sus problemas de visión. La miopía, la hipermetropía, el astigmatismo, la presbicia o las cataratas tienen solución. Además de ser una cuestión estética, las intervenciones quirúrgicas de la vista mejoran considerablemente la calidad de vida del paciente.
Existen dos opciones:
1: Cirugía mediante láser, indicada para personas que solo tienen defectos refractarios
-relacionados con el enfoque- y cuya edad oscila entre los 20 y los 40 años. Se opera la cornea sin necesidad de acceder al interior del ojo.
2: Implantación de lentes intraoculares, se elige esta opción cuando el cristalino pierde transparencia, se hace opaco, como ocurre en personas que tienen cataratas o cuando, a pesar de conservar su transparencia, ha perdido su capacidad de enfoque para la visión cercana, situación que suele presentarse a partir de los 42 años aproximadamente. Es una operación breve, dura en torno a una hora. El oftalmólogo sustituye el cristalino por un lente artificial realizando una pequeña incisión.
Existe también la cirugía no sustitutiva sino aditiva para el implante de ICL (Intraocular Contact Lens) en la que no se extrae el cristalino sino que se dispone una lente por delante del mismo, es decir, como llevar lentillas pero dentro del ojo.
Existen múltiples variaciones según el lugar donde inserta dentro del ojo, el tipo de lente: flexible o rígida, monofocal o multifocal (que permite enfocar tanto de lejos como de cerca), etc.
Aunque cada paciente y cada operación es un caso concreto, no esta contraindicado el buceo después de un implante de lente intraocular. Si no existe otra patología asociada, es solo cuestión de tiempo para que la zona intervenida cicatrice y se pueda volver a bucear tras la operación. Nuestro oftalmólogo nos dará el visto bueno en un periodo aproximado de unos 3 meses.
En casos en los que además de la introducción de una lente en el ojo exista también una patología de desprendimiento de retina -el epitelio interior del ojo en el que se encuentran las células sensibles a la luz y al color- puede estar indicado la insuflación de gas en el interior del ojo operado para presionar la retina desprendida y favorecer su adherencia. En estas situaciones lo que menos se plantea el paciente es ir a bucear, ya que estará preocupado en seguir las indicaciones médicas de reposo y posición de la cabeza para recuperar su visión o no perder la que le queda.
No tiene sentido por tanto comentar la influencia de los cambios de presión en el gas introducido en el ojo durante una inmersión, pues el paciente solo recibirá el alta médica para bucear tras una recuperación completa de la funcionalidad de la retina y cuando el gas interior haya sido totalmente reabsorbido y sustituido de modo natural por los líquidos propios del ojo.
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