MEDICINA
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Ortigas de mar
 

Las medusas son unos animales invertebrados, transparentes y gelatinosos cuyo cuerpo esta constituido por un 99 % de agua. Pertenecen al filo cnidarios (“cnida” del griego, ortiga) que incluye además de a las medusas a organismos tan diferentes como las anémonas, los corales o las gorgonias. Todos ellos tienen una característica común: la presencia en la epidermis de unas células urticantes llamadas cnidocitos que son capaces de disparar un dardo microscópico pero venenoso. Estas células se concentran en los tentáculos del animal y las utilizan para cazar y para defenderse.

La intensidad de la picadura de una medusa depende de la especie y puede ir desde un ligero escozor a un dolor intenso. También depende de la zona del cuerpo que roce. La cara, por ejemplo, tiene una piel muy fina y es más sensible que las palmas de las manos. Cuando los tentáculos de la medusa rozan nuestra piel se produce enrojecimiento, escozor y una leve inflamación de la zona. En casos excepcionales, la picadura puede desencadenar una reacción alérgica severa que provoca un choque anafiláctico.

Cuando esto ocurre se aconseja neutralizar el veneno con vinagre o alcohol durante aproximadamente 30 minutos y a continuación limpiar la zona con suero fisiológico o agua de mar. Nunca con agua dulce porque se pueden romper más células urticantes. Para aliviar el escozor se puede aplicar una crema con hidrocortisona al 1 % que se vende en farmacias. Resulta efectivo aplicar frío en la zona afectada porque se consigue que la toxina deje de actuar aliviando el dolor. Al tratar la picadura debemos comprobar si ha quedado adherido a la piel algún tentáculo y quitarlo con ayuda de unas pinzas. Podemos administrar un antihistamínico para la inflamación y un analgésico para el dolor. Si el dolor persiste, lo mejor es acudir a un centro médico.

Cuando buceamos solemos llevar un traje de neopreno que no sólo nos protege del frío sino de cualquier contacto con la vida marina. Su uso es aconsejable sobre todo en zonas tropicales donde existen algunas especies de medusas, como la avispa de mar, cuya picadura puede tener graves consecuencias.
Las medusas verdaderas son animales solitarios y errantes que pertenecen al grupo escifozoos. En el Mediterráneo la mayoría de los casos de picadura se produce por Pelagia noctiluca, como veis en la foto es una bonita y pequeña medusa que sin embargo es aborrecida e insultada por muchos bañistas. La Rhizostoma pulmo y la Cotylorhiza tuberculata, que se conocen como aguamala y huevo frito, son grandes y carnosas, pero no pican. Sin embargo, la carabela portuguesa Physalia physalis es un hidrozoo colonial. Su picadura puede ser peligrosa. Posee un flotador que queda por encima de la superficie del agua del que cuelgan gran cantidad de tentáculos que en realidad son individuos con distintas funciones: defensa, alimentación, etc. Se llama así, porque se desplaza arrastrada por el viento y las corrientes.

La mejor prevención es identificar a este tipo de medusa en la zona donde nos bañemos o tengamos previsto bucear y no aproximarnos, teniendo en cuenta que aunque el animal este alejado sus tentáculos pueden medir varios metros de longitud. Llevar una prenda de protección también es buena costumbre.
Podéis encontrar información útil sobre las medusas más comunes en el Mediterráneo en la página del Instituto Español de Oceanografía de Murcia, www.mu.ieo.es/medusas.


 
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