MEDICINA
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Silencio en el mundo del silencio
 

¿Puede una persona sorda bucear? La respuesta inmediata a esta pregunta es que sí pero prestando especial atención a algunas consideraciones que veremos a continuación.

La sordera se puede definir como la dificultad o imposibilidad de usar el sentido del oído debido a una pérdida parcial o total de la capacidad auditiva. Esta pérdida puede ser unilateral o bilateral dependiendo si esto ocurre en uno o en los dos oídos. Una persona puede ser sorda por causa genética, por enfermedad o traumatismo, por una exposición prolongada al ruido o por alteraciones del nervio auditivo u otras estructuras neurológicas.

Además de la causa desencadenante, la sordera se puede clasificar en función de la zona del oído donde se localiza la lesión, el grado de pérdida auditiva o la edad en que ha comenzado la perdida de audición.

Estamos hablando de una de las afecciones sensoriales más frecuentes. Tanto es así, que se estima que casi un 20 % de las personas mayores de 18 años presentan alguna forma de sordera y que 1 de cada 1.000 niños nace con una carencia auditiva severa.

Desafortunadamente, estas cifras están aumentando, sobre todo en los países desarrollados.

El oído no es muy fiable durante una inmersión, ya que en el agua las ondas de sonido se propagan a mayor velocidad que en el aíre y por esta razón, los buceadores no son capaces de identificar la dirección de una fuente sonora. El cerebro interpreta que el sonido llega a la vez a los dos oídos y por tanto sitúa la fuente emisora siempre en la vertical, sobre su cabeza.
Si somos sordos o buceamos con un compañero que lo sea debemos agudizar la vista, no separarnos del compañero o si lo hacemos comprobar con más frecuencia donde se encuentra en todo momento y si desea establecer comunicación, ya que no podremos usar el sonajero para avisarlo. Al ascender a superficie, el buceador sordo, debe extremar la precaución de subir girando 360º, mirando hacia arriba para comprobar que no existe ningún peligro.
Los implantes cocleares no impiden la práctica del buceo, aunque son importantes algunas recomendaciones para evitar complicaciones médicas. Dedicaremos un capítulo específico de esta sección para personas que lleven este dispositivo.

Por lo demás, la práctica del buceo será normal o mejor incluso, en el caso de conocer el lenguaje de signos porque nos comunicaremos de una forma más fluida de lo que es habitual en un medio que no es el nuestro. Además, una persona con menor o ninguna capacidad auditiva cuenta con los sentidos de la vista y el tacto más desarrollados y con toda probabilidad sacará mucho provecho de cada inmersión disfrutando las sensaciones táctiles, los matices de colores y la ingravidez.

Para iniciarse en el buceo, las personas con sordera severa pueden acudir a organizaciones de buceo adaptado que imparten cursos específicos para discapacitados sensoriales, incorporando las variaciones necesarias de material, logísticas o técnicas de manera que el proceso de aprendizaje se realice con la misma seguridad que en los cursos para alumnos oyentes.
Personas con sorderas menos graves o capaces de leer bien los labios pueden seguir cursos convencionales, aunque deben extremar las precauciones siempre que salgan a bucear, pues en los barcos se realizan recomendaciones a los buzos que pueden ser de vital importancia. Los sordos deben estar más atentos que otras personas.

 
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