MEDICINA
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Dientes con respiraderos
El aire puede penetrar en un diente a través del agujero provocado por una caries
 

“Me han dicho que si tengo una muela picada puede estallarme durante una inmersión”. Afirmaciones de este estilo son una constante entre las personas que acuden a los clubes y escuelas para informarse por los cursos de buceo. ¿Por qué ese falso rumor circula por ahí sin que podamos acabar con él?. Para la tranquilidad de todos diremos que las muelas con caries no van estallando a diestro y siniestro después de una inmersión. Si ese hecho se ha producido alguna vez, es la excepción que confirma la regla.
Son raros los casos de dolor dental tras una inmersión. Si tenemos en cuenta que, durante una visita de exploración odontológica, un alto porcentaje de la población española, entre el 80% y 90%, tiene alguna caries o fractura de esmalte, se puede sacar la conclusión de que solo una pequeñísima proporción de las caries dan problemas tras la inmersión. Sin embargo, a pesar de ser un problema muy poco frecuente, sigue siendo una preocupación presente en una buena parte de los buceadores, magnificando el problema más allá de lo razonable.
Las piezas dentarias constan de cuatro tejidos. El más externo es el esmalte que rodea toda la corona y que está compuesto por cristales de hidroxiapatito. Se trata de una capa impermeable y de alta dureza en la que además se dan procesos de remineralización continuada gracias a los iones fosfato, calcio y flúor de la saliva.
La siguiente capa es la dentina, compuesta por un material muy parecido al marfil. Posee unos canales por los que discurren las prolongaciones de unas células (odontoblastos) que transmiten las agresiones al diente hacia la pulpa en forma de dolor. Rodea todo el diente.
El cemento es el tejido en el que se insertan los ligamentos que sujetan el diente. Rodea toda la raíz y se haya cubierto por hueso alveolar y la encía. Por último, nos encontramos con la pulpa, formada por venas, arterias, vasos linfáticos y nervio. Es lo que duele cuando nos duele una pieza dentaria.
El esmalte es tan duro que cuando se inicia una caries, el proceso es bastante lento y restringido. Sin embargo, una vez que ha conseguido perforar esta resistente capa, la dentina y el cemento son fácilmente agredidos, aumentando enormemente el área lesionada. Por tal motivo las caries suelen tener una entrada insignificante pero una oquedad más o menos grande.
Y ahí radica la causa de una odontalgia tras una inmersión. Durante la inmersión la caries queda llena de aire a presión; al ascender, este aire aumenta de volumen, pudiendo ocurrir que no salga con la suficiente rapidez. El aire presiona entonces contra las terminaciones de las células que están en contacto con la pulpa, produciendo el dolor. Por tanto sólo una tipología de caries muy específica es susceptible de generar este tipo de fenómenos tras una inmersión.
En el improbable caso de sufrir un bloqueo inverso de este tipo, el buceador debe detener el ascenso, permitir la lenta salida del aire desde la caries hacia el exterior y ganar la superficie más despacio de lo habitual, no debe olvidar después visitar al dentista a la primera oportunidad.


El tratamiento de una caries consiste en la limpieza de la cavidad y su obturación; lo que popularmente conocemos como empaste. Tradicionalmente se usaba para ello la amalgama de plata, que ha sido sustituida en la actualidad por la resina compuesta y los compómeros.
El mayor problema de los empastes de plata es que al ser una metal y noble, es muy conductor del frío, pudiendo producir dolor en pulpa si el empaste es grande y cercano a la misma. Su ventaja es que con el paso del tiempo se expande y disminuye la recidiva de caries por infiltración.
Las resinas y compómeros tienen la ventaja de ser buenos aislantes térmicos y presentar un acabado más estético. Con ellos se puede conseguir la misma tonalidad del diente reparado. Su mayor desventaja es que con el paso del tiempo se contraen aumentando la posibilidad de caries por infiltración entre el diente y el material de restauración.
Para mantener en buen estado la dentadura, es aconsejable acudir al odontólogo con una periodicidad de entre seis meses y un año. El hecho de practicar el buceo no exige tomar medidas adicionales al respecto.
 
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