MEDICINA
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Con un nudo en el estómago
 
 

Existen numerosos trastornos y afecciones digestivas que no se deben tomar a la ligera y que pueden, en determinadas circunstancias, afectar considerablemente no sólo a la comodidad de la inmersión sino también a su seguridad. La hernia de hiato destaca entre ellas.
El tórax se encuentra separado del abdomen por un músculo plano que recibe el nombre de diafragma y el aparato digestivo penetra en el abdomen a través de una abertura o hiato. Por tanto, una hernia de hiato se produce cuando una parte del estómago se introduce en la cavidad del tórax a través del hiato del diafragma, ocasionando molestias torácicas y ardores.
Los motivos sugeridos para que se produzca este tipo de hernias incluyen: toses violentas, vómitos repetitivos, gran esfuerzo repentino, obesidad, embarazo, etc.
Nadie está libre de padecerla, ni niños ni adultos, aunque es frecuente en personas de más de 50 años, y ocurre, bien por un defecto de la membrana responsable del nexo de unión del esófago al hiato, o bien por un defecto en la estructura del esófago. En ambas situaciones se genera una excesiva movilidad en la unión entre el esófago y el estómago, por lo que este último tiende a ascender al tórax.

Las hernias de hiato pueden ser de dos tipos:
- Hernia por deslizamiento. La porción superior del estómago tiende a ocupar el lugar del esófago ascendiendo y desplazándose hacia arriba. No supone una contraindicación para la práctica de buceo.
- Hernia paraesofágica. En esta situación, la sección del estómago sobresale por una apertura distinta del diafragma. Esta hernia supone una contraindicación absoluta para el buceo puesto que la estrangulación de una parte del estómago, puede desembocar en un desgarro durante el ascenso a superficie.

Los síntomas, que en la mayoría de las situaciones no se experimentan, pueden variar, pero básicamente se producen: eructos, reflujos gastroesofágicos (regurgitación de los ácidos del estómago hacia el esófago), posibles vómitos, estreñimiento o diarrea, ardor de estómago, dificultad para tragar, etc. Éstos empeoran al tumbarse o al agacharse.
Aunque en general las hernias de hiato no necesitan tratamiento, éste puede resultar imprescindible si la hernia se encuentra retorcida de tal forma que esta estrangulación pueda provocar cortes en la distribución de la sangre, así como si se complica con la inflamación del esófago o esofagitis, o por una situación grave de reflujo gastroesofágico. En estos casos, se aconseja cirugía para disminuir el tamaño de la hernia.

En condiciones habituales, el tratamiento es conservador. Se intenta reducir la regurgitación gastroesofágica mediante medicación específica para neutralizar los ácidos, como ranitidinas y cimetidinas (inhibidores de la bomba de protones), se deben evitar las comidas pesadas y copiosas, se aconseja una alimentación fraccionada en 5 ó 6 veces al día que incluya alimentos fáciles de digerir y no irritantes, comer despacio, masticar bien, bajar de peso, así como dejar de fumar, que es un factor de riesgo, porque el tabaco irrita la mucosa gástrica y aumenta la acidez. Es decir, que en general, con unas pautas básicas, se sobrelleva bien.
Antes de bucear debe tratarse el reflujo gastroesofágico, puesto que al adoptar posturas invertidas o boca a bajo, puede producirse ardor en la parte superior del abdomen o regurgitación de los alimentos. También se deben evitar trajes de neopreno o cinturones de plomos demasiado ajustados.

Las personas operadas de una hernia de hiato pueden sufrir retención de gases, lo que daría lugar a una distensión estomacal. Esta distensión, durante el ascenso podría provocar un barotrauma digestivo. Los síntomas suelen remitir en unas semanas, por lo que no es aconsejable, por tanto, bucear mientras perdure la distensión.

Por tanto y resumiendo, hay personas que viven ignorando que padecen este trastorno mientras que otras sufren sus síntomas con mayor intensidad. En ambos casos, la solución consiste en un buen control médico, una buena alimentación, y cuidarse. Sumergirse con cualquier trastorno gastrointestinal, a pesar de no ocupar un lugar tan destacado como otras dolencias, no debe permitir que nos confiemos ya que puede afectarnos seriamente bajo del agua.

 

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