MEDICINA
TEXTO Y FOTOS:
¡No te hernies!
¿Quién de nosotros no se ha quejado alguna vez del excesivo peso del equipo de buceo?.
De forma habitual un buceador transporta alrededor de 20-25 kilos entre la botella, los plomos y el resto del equipo, lo que puede suponer un alto riesgo para padecer lesiones de espalda. Si no se toman las medidas preventivas adecuadas, el buceo puede plantear problemas a cualquier buceador y en especial, a aquellos con hernias discales previamente diagnosticadas.
 

Las vértebras son anillos de hueso que forman la columna vertebral. Tenemos en total 33, y de acuerdo a su localización se denominan como vértebras cervicales (en el cuello, 7), vértebras torácicas (son 12 en la parte superior de la espalda), vértebras lumbares (5 en la parte inferior de la espalda), sacras (son 5, y al contrario que todas las anteriores, se encuentran fusionadas entre sí formando el hueso sacro) y coxis (son 4 en la porción final de la columna vertebral). Entre ellas hay discos de cartílago duro que se comprimen para absorber choques y resistir grandes fuerzas durante movimientos determinados.
La hernia discal es una lesión en la que parte de este disco intervertebral se desplaza hacia la raíz nerviosa, presionándola. Como consecuencia se producen lesiones neurológicas.
Este disco es un amortiguador entre las vértebras de la columna y puede dañarse por diversos motivos:
w Traumatismos de distinta índole.
w Degeneración o envejecimiento articular.
w Movimientos repetitivos y constantes de flexión y extensión del tronco unido a la carga de mucho peso.
w Movimientos de rotación que producen efecto de cizallamiento como podría ser el uso muy frecuente de sillas giratorias, sumado al desplazamiento sobre ellas mediante la propulsión con los pies.
w Sobrepeso; incrementándose el riesgo con abdómenes voluminosos.
w Atrofia de la musculatura.

El disco está constituido por un núcleo pulposo rodeado de un anillo fibroso. Cuando se rompe dicho anillo, provoca la salida hacia el exterior del núcleo y se produce la hernia discal. Si por el contrario, el núcleo empuja al anillo fibroso pero no hay una salida del mismo, tan sólo un ligero desplazamiento, en vez de hernia discal hablaríamos de protusión discal, que se puede considerar como un estado inicial o previo a la hernia. Se puede hablar también de fisura discal en el caso de que se produzca un desgarro interno del anillo fibroso del disco.
Según su localización las hernias se denominan de forma diferente, siendo las más frecuentes las hernias lumbares, después las cervicales y en mucha menor medida las dorsales.
En función del grado de presión que se produzca en la raíz nerviosa y de las vértebras implicadas, los síntomas pueden ser muy variables: sensación de pinzamiento en el área de la columna afectada, dolores irradiados a extremidades, parestesias (hormigueo, adormecimientos, o ardor en la piel), dolor de cuello, de cabeza, mareos, inestabilidad, dolores del nervio ciático, lumbalgias, etc. En general, se podría decir que si la presión es fuerte afecta a la función motora, mientras que si es más débil, afectará en mayor medida a la sensibilidad. Cuando se padecen episodios frecuentes de lumbalgias, ciáticas, o algunos de los síntomas enumerados anteriormente puede sospecharse la existencia de una hernia discal. Para confirmar el diagnóstico, una de las pruebas más fiables en la actualidad es la resonancia magnética nuclear junto con pruebas mecánicas de comprobación. También se puede realizar un TAC (Tomografía Axial Computarizada).

Se puede hablar de dos tratamientos, uno conservador, cuyo objetivo es la desaparición de los síntomas mediante rehabilitación, fisioterapia, relajantes musculares y antiinflamatorios, y otro mediante intervención quirúrgica, que se decide tras fracasar con el tratamiento anterior y tras recaídas constantes.

Para evitar que el pesado material de buceo pueda lesionarnos la espalda es recomendable fortalecer los músculos de la espalda para que los discos intervertebrales estén lo más protegidos posible y, por supuesto, adoptar hábitos correctos de elevación y transporte de peso.
Para coger peso hay que flexionar las rodillas con los pies ligeramente separados. La espalda debe estar recta y tirando hacia atrás, y la cabeza erguida. Debemos repartir el material entre las dos manos de modo que no adoptemos posturas forzadas hacia un lado. Las botellas deben transportarse lo más próximas posible al cuerpo. Si sólo llevamos una botella es mejor cogerla con las dos manos y llevarla cerca del pecho.
Si tenemos que transportar todo el equipo de golpe, debemos intentar poder colgarnos parte de él (por ejemplo, jacket con botella) a la espalda. Cuanto más cerca del centro de gravedad coloquemos el peso, menos sufrirá la columna.


 

 

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