MEDICINA
TEXTO Y DIBUJOS:
Implantes mamarios y buceo
 
 

Una de los interrogantes que se plantean muchas mujeres buceadoras o aspirantes a ello, es si podrán bucear después de someterse a una operación reparadora o de incremento de pecho en la que se tienen que implantar prótesis mamarias.
El aumento del pecho puede mejorar la apariencia y la autoestima de muchas mujeres, aunque hay que tener presente que se trata de un procedimiento quirúrgico, y como tal, conlleva riesgos asociados a la cirugía.
El objetivo de esta intervención puede variar en función de cada caso particular. Los motivos más comunes son que la paciente opine que su pecho es demasiado pequeño o se encuentra ligeramente flácido, para igualar una posible diferencia en el tamaño de ambos senos y como corrección de cambios en el volumen y/o forma tras el embarazo o como medida reconstructiva tras una cirugía de cáncer de mama.
En la actualidad se usan principalmente dos tipos de implante en cuanto al material de relleno. En ambos casos se trata de un envoltorio de silicona relleno bien con gel de silicona, o bien con suero fisiológico. Los primeros son los más utilizados puesto que proporcionan un tacto y un aspecto más naturales.
El método de inserción y posicionamiento del implante varía en función de la anatomía de la paciente y de las recomendaciones del cirujano. Con objeto de que las cicatrices queden lo más disimuladas posibles, la incisión suele realizarse en el pliegue submamario, la areola del pezón o la axila. La técnica más común es utilizar el surco submamario, que es la línea donde la parte inferior de la mama toca la piel del tórax, aunque existen también otras vías de abordaje para la colocación de las prótesis como la vía umbilical y abdominal, pero son mucho menos frecuentes.
En cuanto al posicionamiento del implante, puede hacerse bajo la glándula mamaria o bajo el músculo pectoral mayor. En ninguno de los dos casos se toca la glándula mamaria, por lo que no se afecta su función, y por lo tanto no se impide la posterior lactancia en caso de embarazo posterior, ni los exámenes mamarios, aunque es necesario informar al radiólogo de la presencia de prótesis mamarias porque en determinadas circunstancias, los implantes pueden hacer la mamografía más difícil de realizar, y pueden exigir otros estudios adecuados.
El post-operatorio no es habitualmente doloroso aunque pueden surgir ciertas molestias al realizar ciertos movimientos. Se debe utilizar durante unas semanas un sujetador especial y durante un mes no se puede tomar el sol y se recomiendan masajes que irán aumentando de intensidad a medida que avance el post-operatorio.
Una de los aspectos que hay que aclarar es que no existe ningún tipo de relación entre la silicona y el cáncer de mama, es decir que las enfermedades mamarias puede aparecer independientemente de la presencia de prótesis.
Una vez que las heridas han cicatrizado y que nuestro cirujano plástico nos ha dado el alta definitiva, se puede practicar el buceo sin ninguna precaución adicional. No debemos temer enfundarnos en el traje de buceo, ni tampoco en ajustarnos adecuadamente el chaleco hidrostático. El juego de presiones a la que se ven sometidos nuestros espacios aéreos (pulmones, senos, oídos) cuando buceamos tampoco afecta a las prótesis, puesto que el suero y los geles de los que están hechas son de materiales no compresibles.
En el caso de que el implante se haya realizado debajo del músculo pectoral mayor, podemos tener molestias en él si manejamos el pesado equipo de buceo antes de que se haya acomodado a su nueva situación. Estas molestias pueden ser simples agujetas hasta una contractura dolorosa que se soluciona con relajantes musculares y reposo. Por lo tanto basta con dejarse ayudar en el transporte del pesado equipo hasta que nuestro músculo esté fortalecido.
Como se ve, no es el buceo lo que nos puede ocasionar algún problema, sino el ejercicio fuerte de nuestros pectorales.
En líneas generales y si no hay complicaciones, se puede volver a bucear pasadas las seis semanas de la intervención.

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