El
documental 'El bajo de Las Gerardias', que se presentó
recientemente en Las Palmas de Gran Canaria, muestra
la belleza de este pequeño escarpe submarino
situado al norte de Lanzarote, entre los 27 y los
70 metros de profundidad. La Gerardia es un género
de hexacorales o zoantario y sus ejemplares suelen
tener formas y tamaños muy diversos.
Además de 'Gerardia savaglia', en este idílico
lugar del océano habitan al menos otros 15
tipos de corales. Sin embargo, para los investigadores,
"lo más destacado de este enclave no es
tanto el número de especies como la calidad
en la formación del conjunto que se presenta
ante el observador".
Los creadores del film, producido por Aquawork, explican
que los fondos marinos de Canarias están salpicados
por infinidad de promontorios rocosos, la mayoría
tan hondos que no sabemos nada de ellos. Otros son
poco profundos y bien conocidos por los científicos
y los buceadores. Sin embargo, el enclave de las Gerardias
"no es muy profundo y conforma una comunidad
biológica muy especial, única en el
mundo". De hecho, es por debajo de los 40 metros
donde se concentran la mayoría de las especies
de corales y donde los bancos de 'Gerardia savaglia'
son más densos y los ejemplares más
longevos.
80 inmersiones,
120 horas de buceo
La película es el segundo proyecto de la 'Fundación
Canaria Mapfre Guanarteme' y para filmarla se utilizaron
'rebreather'. Una mezcla especial de gases permitió
a los cinco buceadores que participaron en la grabación
alcanzar una profundidad de hasta 75 metr
os.
En total llevaron a cabo más de 80 inmersiones
y pasaron alrededor de 120 horas en el fondo del mar.
Las primeras inmersiones en este enclave se hicieron
a finales de los años noventa. Los buceadores
esperaban encontrar coral negro pero se toparon con
paredes tapizadas por enormes Gerardias, ofreciendo
el aspecto de un arrecife de
coral.
En los años siguientes se bajó la zona
en varias ocasiones pero los equipos de buceo de aire
comprimido no permitían descender a la profundidad
necesaria para contemplarlo en su totalidad. Sin embargo,
el sistema 'rebreather' permite mayor tiempo de inmersión
(más de tres horas) y menor tiempo de descompresión.
Además, no suelta burbujas por lo que son equipos
silenciosos que permiten acercarse mejor a los habitantes
del océano.
Reserva desde
1995
La zona fue declarada Reserva Marina en 1995. Sin
embargo, todavía son visibles las huellas que
dejó la pesca con nasa (en la actualidad está
prohibida) durante los años anteriores. Y es
que los corales, aunque son organismos muy longevos,
también son muy sensibles a la contaminación
y a las agresiones. Los enganches con líneas
de pesca o con los cabos puede provocar la muerte
de los pólipos así como romper ramas
o colonias enteras de corales. Además, está
adquiriendo fuerza el buceo de recreo con aire. Aunque
la zona pertenece a un entorno ya protegido, los investigadores
reclaman que se reconozca específicamente este
enclave para preservarlo de los impactos que sigue
sufriendo en la actualidad.