REPORTAJE
TEXTO: Fernando Fernández Alcaide
La leyenda del American Star se fundió con el océano

 

 

No lo busquen. No intenten encontrar en la remota playa de Garcey de Fuerteventura la imponente silueta del SS American Star. No hagan como yo, que casi pierdo la vida despeñado por un carril de mala muerte con la ilusión de toparme con este fascinante fantasma y sentir de cerca sus historias. No, no lo hagan, ya no está por más que aparezcan miles de referencias en Internet y en decenas de publicaciones. Catorce años de tremendos temporales oceánicos han sido necesarios para que los restos de este barco descansen casi definitivamente en paz bajo las peligrosas aguas de esta tranquila isla.

 

No encontrarlo donde debía estar y donde me lo habían mostrado miles de imágenes fue realmente decepcionante, aunque pude encontrar sus restos y las historias de sus últimos días en algunos habitantes de isla, que también habían sido hechizados por su pasado.
Como muchos otros naufragios la llegada del SS American Star a una perdida y casi inaccesible playa de Fuerteventura no está exenta de leyendas, rumores y en definitiva misterios que jamás serán desvelados.
Bautizado en agosto de 1939 por Eleanor Roosevelt, (veintiocho años después que el trágico Titánic), para el pueblo americano el SS American sería durante mucho tiempo el mejor barco de pasajeros de la historia. Se emplearon los mejores materiales en su construcción y el majestuoso interior era el habitual en el selecto club de los barcos transatlánticos de la época. Una elegante y estilizada línea de 220 metros de eslora, 28 metros de manga y 10 de calado. Con dos turbinas de vapor que ofrecían más de 34.000 caballos de potencia y una velocidad superior a los 22 nudos. Una velocidad que nunca llegaría a alcanzar su hermano mayor, el SS United States, una réplica con 80 metros más de eslora que actualmente descansa en el puerto de Filadelfia (Estados Unidos).

Una historia irrepetible
Para algunos historiadores y expertos como Larry Driscoll la historia del SS American es “única e irrepetible”, como el misterio que rodea a muchos de estos naufragios. Al día siguiente de su botadura, Hitler invade Polonia y el lujoso barco de la compañía United States Lines, con elegantes y suntuosos camarotes para 1200 pasajeros tuvo que retrasar su crucero inaugural para atender a las necesidades de la guerra. Se transformó en el USS Westpoint. Fue adaptado para transportar en su interior a 5000 soldados, aunque debido a las necesidades bélicas en la mayor parte de sus viajes alojó a 8000 pasajeros. Cumplió con honores su trabajo: en cuatro años transportó a más de 480.000 soldados, miembros de la Cruz Roja, prisioneros de guerra y funcionarios de las Naciones Unidas. Se convirtió en uno de los buques que más transportes realizó durante la II Guerra Mundial y escapó, gracias a su velocidad, a los ataques de submarinos y de un aparatoso bombardeo aéreo en Singapur. Finalizó la guerra y fue devuelto a sus propietarios.
En 1946 pudo hacer su primer viaje inaugural, de Nueva York a Southampton. Los siguientes años fueron la edad dorada del SS América. En uno de sus lujosos recorridos transoceánicos viajó, escapando de los comunistas checos, Maria Jana Korbelova, más conocida como Madeleine Albright, que llegó a ser Secretaria de Estado de los Estados Unidos en 1997.
La llegada de la aviación comercial hace inviable económicamente a muchas líneas de cruceros. Unas desaparecen y otras transforman los barcos para el transporte de mercancías.

De mano en mano
Una naviera griega lo adquiere en 1965. Vuelve a cambiar de nombre, entonces el SS Australis se configura para que pueda transportar emigrantes y turistas a la vez. Pero no sería su último nombre ni su último propietario: pasaría a llamarse SS Italis, SS Noga y SS Alferdoss. Bajo este último nombre quedaría abandonado durante algo más de 14 años en el puerto griego de Atenas, en el Pireo. Tanto tiempo sin actividad dejó totalmente inútiles sus motores. Pasa por manos taiwanesas, tailandesas y griegas. Se cruzan proyectos para remodelar sus decrépitos restos y convertirlo en hotel flotante. Incluso se baraja su posible adquisición por parte del gobierno de los Estados Unidos para reconvertirlo en un buque prisión cerca de Nueva York.

La última singladura
La compra del barco por un precio ridículo por una compañía tailandesa le auguraba un destino exótico como hotel flotante. Sería su último cambio de nombre (ahora SS American Star) y su última travesía. El remolcador ucraniano, Neftegaz 67 se hizo cargo de esta histórica reliquia en Atenas para llevarlo hasta Tailandia. Un despiadado temporal y unas extrañas circunstancias se encargaron del trágico final. Nada pudo hacer el despliegue realizado por las unidades de Salvamento Marítimo y el barco encalla el 18 de enero de 1994 en una de las zonas más recónditas de Fuerteventura tras romper las amarras de sus remolcadores y ser rescatados en helicóptero sus cuatro tripulantes.
Apenas unos pocos días después y debido a la tremenda fuerza del oleaje el barco se parte en dos. Decenas de curiosos se concentran en la recóndita playa y la Guardia Civil vigila permanentemente el barco. El SS American Star pasa a convertirse en una leyenda inmóvil situada a unos pocos metros de la orilla en medio de un salvaje paisaje azul y gris volcánico. Una nueva atracción turística ocupa los huecos de las postales junto con las vírgenes playas de Corralejo y de Pájara. Pasaron seis meses de análisis y teorías sobre el futuro del mítico y bello monstruo de acero. La opción más viable consistía en el desguace del buque en treinta piezas para que sirviera de arrecife artificial en el fondo del océano. Finalmente es declarado siniestro total y da comienzo la leyenda sobre su hundimiento y el pillaje a bordo.

Saqueo y víctimas mortales
Durante semanas, que se convirtieron en meses y años, centenares de personas han entrado en el barco para impregnarse de su pasado. En todo este tiempo hay quienes burlando la escasa vigilancia ingeniaron poleas y tirolinas adaptadas a las ruedas de sus vehículos para sacar cuanto pudieron. Los más afortunados, como Domingo, que regentaba un bar en Corralejo (ahora cerrado por la crisis) llegaron a decorar todo el establecimiento con los objetos e incluso partes del interior del barco. Los más desafortunados, demasiados, perdieron la vida en el intento.
Hoy el SS American Star sigue en los expositores de postales que adornan las tiendas de souvenirs. En la playa de Garcey algunos locos surfistas pasan junto a una minúscula parte de la proa que aún resiste y queda al descubierto con la marea baja. El resto cayó hacia babor tras doce años de pulso con las olas. Pensé que mi sueño por ver este fantasma se había esfumado pero Domingo me devolvió a la realidad, “Está. Sus pistones de varios metros, sus máquinas, sus pasillos y cubiertas siguen estando, pero se los llevó el mar al fondo”. Y entonces soñé en bucearlo. Una utopía porque ningún club de buceo de Fuerteventura, cuyos instructores estén en su sano juicio, se plantean inmersiones en este salvaje lugar, “yo tengo más de 15.000 inmersiones y nunca me he planteado bucear en el American Star, es demasiado peligroso y está prohibido”, me dice Simona, de Fuerteventura Divers.
El tiempo, la desidia, la especulación financiera y la negligencia acabaron con el SS America. Seguro que nadie imaginó jamás que acabaría en Fuerteventura.

Testimonios
La mejor manera de disfrutar del SS American es en internet. La red ofrece interesantísimos testimonios, como el de antiguos pasajeros y tripulantes recogidos en una nostálgica página de la United States Lines www.united-states-lines.org. La información más detallada, incluyendo todas sus operaciones militares, se encuentra en la Wikipedia americana. En Youtube: www.youtube.com, abundan los vídeos de rescates y tributos a su historia.
El acceso a la aislada Playa de Garcey es arriesgado. Situada al oeste de Fuerteventura, a barlovento, es imprescindible contar con un vehículo todo terreno y mucha paciencia. Toda la zona es extremadamente peligrosa para la práctica del buceo debido al oleaje, las mareas y fuertes corrientes.

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